Su consumo está asociado con diferentes efectos adversos, entre ellos la dependencia física

benzodiacepinas. Nueva guía propone retirar benzodiacepinas de forma gradual y personalizada
Imagen de recurso de benzodiacepinas.


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Un documento de consenso publicado en la revista Journal of General Internal Medicine establece nuevas directrices para el manejo clínico de la retirada de benzodiacepinas, uno de los grupos de fármacos más recetados para la ansiedad y los trastornos del sueño que puede acabar provocando dependencia física en los pacientes. La guía, elaborada por la Sociedad Americana de Medicina de la Adicción (ASAM) junto a otras nueve sociedades médicas, busca orientar a los profesionales sanitarios para promover planes de prescripción seguros y así reducir los riesgos asociados a su consumo prolongado.

Pese a ser herramientas terapéuticas importantes, el uso de las benzodiacepinas está asociado con un riesgo de efectos adversos, entre ellos las "caídas, accidentes automovilísticos, deterioro cognitivo, delirio, sobredosis y muerte", sobre todo cuando se usan en combinación con depresores del sistema nervioso central, como el alcohol o los opioides.

"Síntomas de abstinencia graves y potencialmente mortales"

Sin embargo, interrumpir de repente su consumo no es la mejor idea. Los expertos que han elaborado la guía advierten de que esa interrupción "puede ser un desafío" porque una de sus consecuencias es "la dependencia física", por lo que una interrupción no gradual o las disminuciones precipitadas de la dosis "pueden provocar síntomas de abstinencia graves y potencialmente mortales".

El documento también señala que ciertos colectivos deben recibir especial atención, entre ellos los adultos mayores de 65 años, personas que consumen simultáneamente opioides, pacientes con enfermedades mentales graves o mujeres embarazadas. Por esta razón, el objetivo de la guía es ayudar a todos los profesionales sanitarios que tratan con pacientes que han desarrollado dependencia a estos fármacos, minimizando los síntomas de abstinencia y riesgos asociados.

Principales recomendaciones


Uno de los puntos claves es realizar evaluaciones de riesgo-beneficio al menos cada 3 meses, así como evitar la suspensión brusca en aquellas personas que ya son fisicamente dependientes e intentar reducir gradualmente la dosis en mayores de 65 años, salvo en casos excepcionales donde sea necesario su consumo.

Respecto a las reducciones generales en todos los pacientes, los profesionales sanitarios deben diseñar ua estrategia gradual para minimizar los efectos secundarios, tanto del uso continuo de benzodiacepinas como del proceso de reducción. El ritmo que se debería seguir der reducciones de dosis del 5 al 10 por ciento cada 2 a 4 semanas. Por lo general, la reducción no debe superar el 25 por ciento cada 2 semanas.

Otros aspectos a tener en cuenta por los médicos es el uso de inmunoensayos de detección de drogas en orina para benzodiacepinas debido a las limitaciones conocidas y considerar la díada materno-fetal al evaluar los riesgos y beneficios de continuar prescribiendo este tipo de fármacos a mujeres embarazadas.


Estrategia personalizada y flexible


Además, es fundamental que los médicos adapten las estrategias de reducción gradual a cada paciente de forma individual y que ajusten la reducción en función de su respuesta, sin olvidar que la disminición del consumo de estos fármacos debe ser una decisión compartida con el paciente. Por último, la guía recomienda ofrecer a los pacientes intervenciones psicosociales complementarias como terapia cognitivo-conductual para apoyar una reducción exitosa o brindar tratamiento concurrente para cualquier condición de salud física y trastorno psiquiátrico coexistente, revirtiendo así sobredosis, por ejemplo, de opioides. 
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