Gabi Maillo, estudiante de Medicina y su madre en quirófano.
Hay quien hereda los ojos, la voz o la memoria de una madre; otros, la
vocación.
Gabi Maillo tenía 16 años cuando decidió que quería ser médica. Hoy está en proceso de serlo. Está a punto de cursar el ecuador de su formación y ya puede reafirmarse en la decisión que tomó hace ya un tiempo. Desde el principio sabía que el camino no era fácil, pero también era consciente de todo lo gratificante que puede ser su trabajo. Y es que ella creció mirando lo que a día de hoy es su mayor referente: su madre. Ella es
cirujana general y quien le permitió observar de cerca, con sus luces y sombras, el mundo de la
Medicina.
Cómo influye en la vocación tener una madre cirujana
Gabi siempre había sentido mucha curiosidad por el trabajo de su madre. En declaraciones a
Redacción Médica, confiesa que siempre había tenido esa “semilla plantada" en su cabeza, pero no tomó la decisión hasta su adolescencia. Eso sí, asegura que, aunque su madre siempre fue su mayor influencia, ella nunca le impuso nada. “Ni siquiera me preguntó directamente si quería dedicarme a esto”, asegura. Fue poco a poco, a través de la rutina diaria de su madre,
cirujana general, como acabó descubriendo a lo que se quería dedicar. En casa, la veía editar
vídeos de sus intervenciones en el ordenador. Le interesaban especialmente las imágenes quirúrgicas y nunca dudó en preguntar. Le fascinaba entender los procedimientos, los pasos de cada cirugía, y escuchar las explicaciones que su madre le ofrecía.
“Es verdad que yo veía lo bueno y lo malo de ser cirujana”, cuenta. Siempre supo el sacrificio que conlleva ser médico: las
horas de cansancio, no llegar a recoger a tus hijos… “pero también veía lo bonito: la dedicación a los pacientes, lo interesada que estaba, y también la ciencia. A mí siempre me encantó la biología y la parte clínica”. Además, considera que lo que se aprende siendo médico no solo se aplica al
ámbito sanitario, sino que también te ayuda a enfrentarte a tu vida personal.
“Mi madre cocina muy bien. Siempre tengo un recuerdo perfecto de cuando me enseñó a cocinar. Estábamos cortando pollo y me dijo: ‘Tienes que encontrar el plano, el plano de corte. Es igual que en Cirugía. No puedes cortar así porque sí'", recuerda. También coser, hacer manualidades y hasta
resolver problemas: tienes una situación y tienes que ver cómo la vas a afrontar. “Creo que esa mentalidad de médico la puedes aplicar para el resto de tu vida”, relata. Sobre esto, asegura que
la Medicina le ha enseñado mucho sobre humanidad. “Te ayuda a ver la vida de otra manera, a aprovechar más las cosas y a enfocarte en lo importante”.
Tu madre, la mejor compañía estudiando Medicina
Gabi tomó la decisión de
estudiar Medicina ella sola, pero contó desde el primer momento con el apoyo de su madre. “Me guió mucho”, confiesa. Cuando era más mayor y ya se estaba planteando la idea, le ofreció ir con ella a ver cómo eran las cirugías. “Siempre
intentó enseñarme todo lo que hay en esta profesión para que yo tuviera una imagen clara”, explica. A día de hoy, su madre le ayuda a resolver dudas mientras está estudiando. Además, cada día está más cerca de recorrer el mismo camino que ella. Tanto, que incluso se plantea hacer su
misma especialidad.
“Cada vez tengo más claro que quiero hacer algo relacionado con la cirugía, o al menos una especialidad más quirúrgica, no tan clínica. Uno de mis objetivos es intentar conseguir todo lo que ella ha conseguido”, afirma. Este curso empieza las prácticas y lo hace de una forma muy especial. “En el hospital donde voy a hacerlas trabajó mi madre durante muchos años. Es como seguir sus pasos, y me emociona.
Me hace mucha ilusión”, concluye.
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