Ivana Spinoso, estudiante de Medicina.
A
Ivana Spinoso siempre le apasionó el dibujo. Estudió Diseño y comenzó a trabajar en una empresa en la que se sentía valorada, pero algo no terminaba de encajar. "Me di cuenta de que
necesitaba más contacto con la gente, me sentía atrapada detrás de un ordenador", confiesa. Hoy, con 25 años, está haciendo frente al primer curso de Medicina en la Universidad de Zaragoza después de haber dado un giro completo a su vida. Su interés por el sector sanitario surgió cuando aún estaba en tercero de su anterior carrera, aunque por entonces lo veía "imposible". "Pensaba, '
¿Cómo voy a pasar de una carrera de Artes a Medicina?'. Pero esa idea se me quedó, y cuando empecé a trabajar y vi que no me sentía identificada con lo que hacía, volví a intentarlo”, cuenta a
Redacción Médica.
Dar paso al cambio no fue fácil. Ivana tuvo que
volver a presentarse a la PAU, ya que al haber hecho ya un grado no podía
entrar a Medicina por la prueba para mayores de 25 años.Por suerte, solo necesitó
hacer las específicas. "Tuve que estudiar
Biología y
Química por mi cuenta en tres meses. No sabía ni lo que era un mol", recuerda entre risas. El esfuerzo valió la pena: "Cuando supe que había entrado, no me lo podía creer.
Aún no me lo creo y ya estoy dentro".
Estudiar Medicina u Odontología
En un primer momento se planteó estudiar Odontología, pero tras hablar con profesionales del sector se decidió por
hacer Medicina. "En ambas hay muchos pros y contras, pero yo
buscaba algo más estable y humano. En Odontología la inversión es muy alta y el trabajo suele ser por cuenta ajena, y yo quería
algo más cercano al paciente", explica y detalla que su intención a futuro es especializarse en Pediatría o Medicina de Familia. "Me gusta la idea de tener pacientes que te vean como su médica de referencia".
La llegada de la
inteligencia artificial también influyó en su decisión de dejar el diseño. "Siento que la IA está matando la creatividad", lamenta. "Antes un ilustrador era alguien capaz de dar forma a lo que otros imaginaban. Ahora cualquier persona puede generar una imagen, y eso me desmotivó muchísimo. Ya no dibujo ni la mitad de lo que dibujaba antes". Sin embargo, las oportunidadess laborales no influyeron en su decisión ya que considera que es fácil encontrar trabajo de diseñador y las condiciones no son tan malas. "Fue más una
cuestión de personalidad que de oportunidades", asegura.
Presión y compañerismo en Medicina
No obstante, la carrera se está haciendo un poco cuesta arriba. "Diseño era una carrera muy práctica y
Medicina es muy teórica. En Diseño tenías que convencer a los ojos del profesor, y si no le gustaba tu trabajo, sentías que no valías.
En Medicina la presión viene por la cantidad de temario: te meten
muchísimo en poco tiempo y simplemente no da tiempo físico a memorizar tanto".
Spinoso asegura que la exigencia personal también cambia. "Antes me exigía más de lo que podía dar, porque sentía que tenía que demostrar que valía para las artes. Ahora me exijo al máximo, pero sin culpa, porque
sé que he hecho todo lo que he podido", resume. A nivel social, también ha notado diferencias: "En Diseño la gente era más abierta; en Medicina, más reservada. Pero
no hay mal ambiente, solo perfiles distintos". La diferencia de edad tampoco es un problema: "A veces me llaman 'la mami de la clase', pero me lo tomo con humor".
Convencida de su decisión, Ivana no se imagina volviendo atrás: "Solo
dejaría la Medicina si me pasara algo muy grave o si cometiera alguna negligencia. Por ahora estoy feliz.
Es una carrera dura, pero cada día me reafirma que esto era lo mío". De hecho, no duda en lanzar un mensaje a aquellas personas que estén en su misma situación. "Me gustaría que mucha gente que ha estudiado arte, si de verdad tiene ganas de cambiarse, ya no sea al ámbito de la salud, a cualquier cosa que les pueda interesar o que les hubiera gustado hacer, que lo hagan, porque es que yo también tenía miedo y
ahora no me arrepiento".
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