Redacción. Madrid
La técnica Crispr no se ha desarrollado en 2015. Es más, ha sido finalista como ‘breakthrough’ (que puede traducirse como descubrimiento o avance) del año en dos ocasiones anteriores, en 2012 y 2013. Sin embargo, ha sido este año cuando ha demostrado su potencial y se ha consolidad como una técnica de edición genética “fácil y barata”, según destaca ‘Science’ en el artículo que acompaña al anuncio.
Emmanuelle Charpentier (izq) y Jennifer Doudna, investigadoras que han desarrollado Crispr.
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Crispr se basa en un sistema inmune bacteriano que integra el material genético de los virus para reconocerlo en futuras infecciones. La técnica permite utilizar un trozo de ARN como guía para localizar el fragmento de ADN que se quiere modificar y cortarlo, sustituirlo o borrarlo.
Gracias a esta técnica de edición de ADN se puede vislumbrar una nueva era en la edición genética a la que la investigadora Dana Carroll de la Universidad de Utah se refiere como la “democratización de la genética dirigida”.
Uno de los avances que han demostrado su eficacia es el de la edición genética de embriones con un desarrollo inviable que se realizó en China. En concreto, los investigadores de la Universidad de Guangzhou lograron inyectar el complejo enzimático Crispr/Cas9 que se adhiere al ADN y puede ser programado para sustituir o reparar un gen por otra molécula. Otros experimentos han mostrado cómo se puede introducir genes en mosquitos para hacerlos vulnerables a la malaria a gran escala y cómo se pueden eliminar secuencias dañinas del genoma de los cerdos, lo que abriría la puerta a trasplantes de órganos de animales a humanos.
Camino hacia el Nobel
Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, principales responsables del desarrollo de Crispr, están obteniendo en 2015 el reconocimiento por el valor de su avance. Este año han recibido el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica y sus nombres suenan para recibir el Nobel.
Y es que su descubrimiento abre la puerta a nuevos avances contra el cáncer, nuevos tratamientos o a curar y eliminar definitivamente enfermedades hereditarias, según explica la revista ‘Science’. Tal es la relevancia de esta técnica que esta publicación no duda en afirmar que “para bien o para mal, todos nosotros vivimos en la era Crispr”.
Este para “bien o para mal” hace referencia al debate que en la comunidad científica está surgiendo en torno a las implicaciones éticas de la edición genética. A principios de diciembre se celebró en Washington la Cumbre Internacional Sobre Edición Genética Humana en los que se trataron los aspectos científicos, políticos y éticos de esta disciplina.
Aunque no la nombra específicamente en la declaración aprobada, Crispr fue la protagonista de la cita al considerarse como “una técnica que permite la edición genética de una forma tan precisa y eficiente como nunca antes se había visto”. Así destaca que se está usando ampliamente en investigaciones biomédicas y que “tendrá grandes aplicaciones clínicas en medicina”. Aunque señala su potencial para tratar la anemia o incluso el cáncer así como la posibilidad de editar el genoma de nonatos para eliminar o corregir enfermedades hereditarias.
Sin embargo, también avisa de riesgos como una edición genética errónea, los efectos sobre la población de los individuos modificados, el hecho de que una vez introducidos los cambios en la población serán difíciles de eliminar y las consideraciones éticas y morales de alterar a propósito la evolución humana usando esta tecnología.
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