¿Qué medidas permiten disminuir los riesgos de agresiones a sanitarios?


El aumento de las agresiones a sanitarios es una situación innegable que los distintos servicios de salud españoles han tratado de prevenir creando ciertos protocolos tanto a nivel de formación como de estructura de los centros sanitarios.

Diversos estudios han demostrado que existe un aumento de las agresiones a profesionales de la sanidad cuando las instalaciones no son las apropiadas, ya que se trata de lugares donde tienen lugar eventos que pueden ser muy difíciles de gestionar para el paciente o sus familiares.

Además, es necesario saber comunicar la información correctamente para que la persona enferma, que a veces ha tenido que sufrir largas esperas o ha consumido sustancias, comprenda la situación y así disminuir los riesgos de agresiones, muchas veces producto del hartazgo o la incomprensión.

Protocolos sanitarios para prevenir las agresiones a sanitarios


Las comunidades autónomas tienen derivados las competencias de sanidad, por tanto, son ellas las encargadas de desarrollar y poner en marcha los protocolos necesarios para tratar de evitar las agresiones a sanitarios. Cada una de ellas comparte sus propias recomendaciones, aunque hay algunos puntos similares.

En primer lugar, esa doble vertiente de cambios en las instalaciones y formación de los profesionales. Se incide, además, en que las medidas organizativas son, de hecho, las más eficaces. Este punto abarca la reducción de los tiempos de espera, la creación de salas de espera confortables, así como la existencia de intercomunicadores o teléfonos para casos de emergencia, pulsadores o timbres de emergencia.

¿Qué puede hacer el sanitario para disminuir los riesgos de agresión?


A los sanitarios se les recomienda que “conozcan al paciente”, es decir, que determinen si está bajo las influencias de alguna sustancia o alcohol y también si muestra signos de agresividad. Ante ello, los protocolos instan al profesional a hablar con calma, asertividad y ciñéndose a los hechos. Del mismo modo, se recomienda que, si se perciben indicios sospechosos, se alerte a los servicios de seguridad o a otros compañeros.

Es muy importante la comunicación, ya que no debe resultar demasiado fría. Hay que dejar hablar al paciente para que se desahogue y es beneficioso admitir los errores propios para que el enfermo sienta que se comprende su queja. Por supuesto, es necesario evitar a toda costa elevar la voz, las amenazas o descalificaciones.
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