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4 may. 2023 8:00H
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Estaba yo reflexionando sobre un artículo al respecto del Estatuto Médico y la conveniencia para los profesionales y la Administración de promover un instrumento habitual en las relaciones laborales de los médicos en el resto de Europa -para poder planificar mejor y dar un tratamiento específico a situaciones que son exclusivas de la profesión médica- cuando brotaron dos noticias que en las próximas semanas veremos si se trata de informaciones fundadas, o bien uno de aquellos globos sonda que los poderes de vez en cuando usan para ver el grado de aceptación (o de rechazo) que determinadas medidas provocarían en la población a las que irían dirigidas.

Sea como fuere, el sólo hecho que alguien se plantee que para retener el talento médico se implanten sistemas de residencia de ocho años -para retener tres o cuatro años más al profesional formado con un sueldo vergonzante- o bien se incremente el límite de edad en el cual las y los médicos pueden eximirse de la realización de guardias de presencia física, -cuyo sistema actualmente ya se reconoce como obsoleto, en cuanto a su concepción, e indignante, en cuanto a su retribución y cómputo de cara a la percepción de pagas pasivas- es no sólo escandaloso, sino también deprimente. Significa que los políticos de cualquier espectro no han entendido nada de la situación en la que se halla nuestra profesión y siguen haciendo propuestas más propias de la gestión de una fábrica de chorizos (alegoría incluida) que de un sistema de salud que había sido de excelencia.


"Los políticos no han entendido nada y siguen haciendo propuestas más propias de la gestión de una fábrica de chorizos que de un sistema de salud que había sido de excelencia"



La situación actual es compleja y no es fácil proponer un plan amplio de reconstrucción del sistema. Infrafinanciado crónicamente, maltratado por una década de recortes y devastado por una pandemia. Pero seguro que podemos iniciar un camino adecuado de reconstrucción que pasa, sí o sí, por mejorar de forma sustancial el trato dispensado a los profesionales sanitarios, en general, y específicamente a aquellos que tienen el nivel máximo de competencias y responsabilidad: los médicos, psicólogos, odontólogos, farmacéuticos, radiofísicos, biólogos y demás sanitarios con formación superior.

Y en este punto nos hallamos. Mientras el sistema necesita a gritos una mejora de las condiciones laborales y retributivas que el Estatuto Médico podría ofrecer, responsables de la Administración piensan justamente lo contrario, que la mejor forma de retener a los profesionales es a la fuerza.

Pues ya avanzo que, tanto si es real como si se trata de un globo sonda, posiblemente han añadido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia médica.

Es absolutamente necesario que el colectivo tome conciencia que sólo conseguiremos avanzar en la dirección correcta si salimos masivamente a la calle y demostramos a gestores y políticos que con nosotros ya han traspasado demasiadas líneas rojas y que no estamos dispuestos a transigir.


"Es el momento de la revolución y organizar unas protestas que no tengan parangón en la historia moderna de nuestro país"



Es el momento de la revolución. Por responsabilidad, las organizaciones que ostentamos la representación de la inmensa mayoría de nuestras compañeras y compañeros deberíamos coordinarnos y organizar unas protestas que no tengan parangón en la historia moderna de nuestro país. Sólo así conseguiremos aquello que dignificaría realmente nuestra profesión, y a nuestros profesionales, y que podemos recitar casi de memoria:
  • Incrementos retributivos sustanciales, al nivel de nuestros colegas europeos, tanto para adjuntos como para residentes.
  • Dejar de usar a los residentes como plantilla estructural en determinadas áreas, sobre todo en el servicio de Urgencias.
  • Limitación de jornada a 35 horas semanales de jornada ordinaria.
  • Regulación de la jornada complementaria (guardias) tanto de presencia como de localización. Abolición de la obligatoriedad de realización de jornadas de guardia de 24 horas.
  • Inclusión del tiempo trabajado en la jornada complementaria (guardias) como tiempo que compute de cara a la jubilación.
  • Disponer de coeficientes reductores de cara al cálculo de la edad de jubilación, de la misma forma que tienen otros colectivos cuyo trabajo se considera “penoso”.
  • Disponer de tiempo suficiente en la jornada laboral para poder hacer trabajo de formación, docencia e investigación.

A buen seguro que todo esto lo podemos organizar de manera coordinada desde las organizaciones sindicales médicas. Ahora bien, ¿las compañeras y compañeros estarían dispuestos a arremangarse y perder sueldo con las intensas y prolongadas movilizaciones que a todas luces serían necesarias? Espero y deseo que sí, porque nos va el futuro de la profesión de las próximas décadas.