Las últimas declaraciones del exconsejero de sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Fernández Lasquetty, nos han producido una gran estupefacción, por lo que, por alusiones, no nos queda más remedio que contestar a las descalificaciones vertidas en su artículo de opinión "Marea de Mentiras", publicado recientemente en el diario Libertad Digital.

Resulta evidente para todos los ciudadanos que los políticos realizan continuamente una libre interpretación de la realidad según conveniencia, como se demuestra en cada cita electoral en la que todos se declaran ganadores independientemente de los resultados, pero en ocasiones dicha interpretación supera lo moralmente tolerable.

El único mérito conocido de Fernández Lasquetty antes de ocupar su puesto de consejero de sanidad, ha sido el de ser "político" afín a su partido, lo que parece le ha permitido desarrollarse como experto en el arte de la interpretación. Lamentablemente, no puso el mismo empeño en ampliar sus conocimientos y experiencia sobre los sistemas sanitarios, hecho que provocó que para la supervivencia de nuestro sistema resultara necesaria su propia debacle.

Lo primero que deseamos recordar a Fernández Lasquetty, ya que parece falto de memoria, es que no fue un juzgado, sino dos juzgados diferentes de lo contencioso administrativo, los que decidieron la paralización del proceso de privatización hasta sentencia por la presencia de irregularidades manifiestas y el riesgo que suponía para el funcionamiento del sistema.

Ante el recurso interpuesto por el gobierno de la Comunidad de Madrid a dicha paralización, fue el Tribunal Superior de Justicia de Madrid en pleno y mediante votación el que se pronunció, desestimando dicho recurso y ratificando la paralización. Parece ser que numerosos jueces de nuestra comunidad no están de acuerdo con las tesis de nuestro exconsejero de que el proceso ni fue irregular ni suponía un peligro para el sistema sanitario madrileño, pero sabemos que dicho hecho no va a ser suficiente para que decida plantear un examen de conciencia.

En su artículo “Una marea de mentiras”, analiza lo que él interpreta como resultados del informe de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC), que fue solicitado por UPyD y AFEM en relación al intento de proceso de privatización de hospitales en nuestra comunidad por el partido gobernante.

En el referido informe de la CNMC, dicho órgano explica clara y extensamente a lo largo de seis folios, la aparente vulneración de la libre competencia que suponía dicho proceso. En el informe mencionan como importantes factores la no concurrencia de ofertas de diferentes empresas a cada lote (en cada lote sólo se presentó una empresa con una oferta prácticamente igual al límite marcado en los pliegos), la escasa publicidad del proceso que limitaba la presentación de ofertas, y la corrección de errores con importante reducción del importe de la fianza tan solo unos días antes de la finalización del plazo de presentación de ofertas.

Además, reprochan a la Comisión de la Competencia de la Comunidad de Madrid el que no se investigara más a fondo dicho proceso en el momento de la denuncia, momento en el que debía ser investigado, e instan a dicho órgano a corregir dicha actitud en el futuro.

Es cierto que proceden a archivar la denuncia, pero como bien se explica, es debido a que como consecuencia de no haberlo investigado en el momento preciso y a que dicho proceso se abandonó voluntariamente por el gobierno de la Comunidad de Madrid, actualmente no existe el objeto de la denuncia.

La lectura objetiva del informe de la CNMC se aleja enormemente de lo reflejado por Fernández Lasquetty en su artículo, por lo que le instamos a que, además de mejorar su formación y competencia como gestor sanitario, lo haga también en la comprensión lectora. Creemos que le resultará de enorme utilidad si decide seguir adelante con sus incursiones periodísticas.

Le tenemos que agradecer que lo hiciera tan mal que consiguiera lo que nadie había logrado nunca: unir a todos los médicos, enfermeros, personal no sanitario, colegios de médicos, sindicatos, sociedades científicas y pacientes. Ha conseguido el dudoso honor de ser el consejero de sanidad peor valorado por todos, y mira que hemos tenido brillantes competidores en el puesto en la Comunidad de Madrid.

Cuando se planteó todo el proceso de privatización los profesionales de la sanidad de Madrid nos ofrecimos para buscar alternativas económicas de ahorro que no pusieran en riesgo el sistema público ni la salud de los pacientes, pero no se nos tuvo en cuenta en ningún momento. Solo éramos profesionales interesados en mantener nuestros privilegios o en desestabilizar al brillante partido en el poder, insultándonos gravemente y atentando a nuestra dignidad.

Estamos de acuerdo en que hay que hacer reformas, pero no para destruir el sistema público y mermar su capacidad de autogestión. El primer paso a dar debería ser el profesionalizar la gestión sanitaria, y valorar a los gestores y gerentes no por su afinidad a un partido, sino por su formación, capacidad y experiencia para desempeñar dicha actividad.

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