Nos encontramos ante una nueva palabra de moda en esta fase de la epidemia, que viene a sustituir a otras como “pico” o “curva”, y es la de “rebrote”. No existe una definición exacta del término, que detalle el número mínimo de casos o delimite la zona poblacional a la que afecte, por lo que nos encontramos, de nuevo, con un criterio laxo para establecer en qué localidades existe o no un rebrote.

Asistimos a un aumento del número de casos de infección por SARS-CoV-2, algo lógico cuando las personas se empiezan a mover y a convivir. No en vano, decía el profesor Baillou, el padre de la epidemiología moderna, que la epidemia va donde la llevan, y por tanto no debe cundir el pánico cuando comprobamos que el virus comienza a expandirse, de nuevo, entre nosotros.

Pero mucho menos ha de prevalecer, de nuevo, por parte de los gestores y responsables políticos, esa actitud expectante, de verlas venir, para, con la excusa de no crear alarmismo, esperar a actuar cuando, otra vez sea demasiado tarde. No podemos evitar esa nueva expansión del virus, sino que hemos de procurar que sea una expansión controlada, y para esto se ha de tener muy claro qué recursos son ya necesarios, y en dónde hay que reforzar tanto a nivel material como humano. No olvidemos que en la Comunidad de Madrid el colapso comenzó en los centros de salud de Atención Primaria, y en la atención domiciliaria, a enfermos que pasaban horas esperando a recibir contestación telefónica, o a que fueran a sus casas a hacerles una PCR. Después vino el colapso en las urgencias, en las plantas y en las UCIs, que todos conocemos.

Pues bien, hoy ese colapso se está produciendo ya, con solamente algunas semanas de “viaje” del virus por nuestras ciudades. Este verano la sierra de Madrid es el destino de un mayor número de madrileños que no se van a desplazar fuera de la Comunidad, y las noticias que llegan de los médicos responsables de los centros de salud es que están, nuevamente, desbordados: personal de baja o de vacaciones, cupos desbordados, visitas a domicilio, etc, sumado a que la mayoría de ellos están haciendo las labores de rastreo de contactos de casos positivos, a pesar de que nuestro Consejero afirmó que contaban con personal suficiente para no tener que asignarle esa tarea a los médicos de familia.


"La Atención Primaria tendrá que soportar el peso del control de la expansión del virus, y no podrá hacerlo, no porque no quiera, sino porque no puede"


Nada nuevo bajo el sol: de nuevo la Atención Primaria tendrá que soportar el peso del control de la expansión del virus, y no podrá hacerlo, no porque no quiera, sino porque no puede.

No estamos preparados. No estamos preparados para asumir la demanda y la labor de identificación y diagnóstico de todos los pacientes que, a partir del mes de octubre, acudirán a los centros de salud con síntomas de gripe, o de infecciones respiratorias de vías altas, o bronquiolitis en los lactantes, o los múltiples de cuadros víricos que serán clínicamente indistinguibles de un cuadro de COVID19. A todos ellos habrá que hacer pruebas diagnósticas, informarles de los resultados, en los casos positivos seguir a sus contactos, por no hablar de toda la cronicidad mal controlada, de calendarios vacunales no actualizados, de todos los casos de infectados pro SARS-CoV-2 que tendrán secuelas, etc. No, no estamos preparados. Y digo esto con gran preocupación, la que me genera el volver a escuchar ese tono confiado de algunos gobernantes, diciendo que aquí está todo controlado, y que, sólo si es necesario, se tomarán medidas más drásticas.

Es difícil colocarse en los límites del intervalo de confianza de seguridad de las acciones a llevar a cabo en casos como este, pero, después de lo que hemos vivido, me atrevo a afirmar que sin duda lo más responsable es pecar de prudente, y no tener que lamentar, de nuevo, el haber llegado demasiado tarde.

No contamos con los medios necesarios para afrontar la nueva fase de la epidemia, y de nuevo se volverá a “tirar” de los de siempre: un colectivo de profesionales de Atención Primaria infravalorado, maltratado, y saturado, al que se unen miles de médicos internos residentes que lo han dado todo y que piden cosas tan básicas como una cama en la que dormir sin tener que compartirla con sus compañeros, o poder descansar después de 24 horas ininterrumpidas de trabajo.

VOX Madrid fue el primer grupo que pidió un ejército de rastreadores con dedicación exclusiva para descongestionar a los médicos de Primaria, que pidió un plan de atención domiciliaria con acuerdos con colectivos de movilidad, que alertó sobre la falta de material de protección allá por el mes de febrero. Afortunadamente hoy hay un gran acuerdo en los temas fundamentales para afrontar los “famosos” rebrotes que surgirán entre nosotros, lo único que falta es que se ponga en práctica para proteger a todos los ciudadanos de un virus que, lamentablemente, se ha llevado por delante las vidas de muchos miles de personas, muertes que en gran medida deberían haber sido evitadas si hubiéramos estado preparados.