Estimada Sra. Tellaeche,
 
No estoy seguro de haber tenido la oportunidad de conocerla personalmente y de haber podido compartir, a través del diálogo, nuestros respectivos puntos de vista sobre temas de interés relacionados con el Sistema Nacional de Salud español y su eficiencia. Ni tampoco sobre las reformas estructurales que precisa para poder garantizar, a la actual y futura población española, no sólo su sostenibilidad, sino su continuo y necesario desarrollo al objeto de poder dar respuesta  a los importantísimos retos que habrá que afrontar como consecuencia de la demografía, el afortunado aumento de la esperanza de vida y todo lo que ello conlleva de fragilidad, cronicidad y atención personalizada al objeto no de añadir más años a la vida sino más vida a los años. Y todo ello unido a la menor inversión en porcentaje del PIB en salud.

Será muy necesario que, precisamente, desde el diálogo sincero y sereno, todos, absolutamente todos los que tenemos algún tipo de responsabilidad abordemos estos trascendentales retos si no queremos ver desmantelado el pilar más apreciado del Estado del bienestar, del que disfrutamos afortunadamente todos los españoles sin ningún tipo de exclusión.
 
Pero permítame, Sra. Tellaeche, que le muestre mi curiosidad ante el título que utiliza para firmar su artículo: "farmaceutica comunitaria". Realmente, desconocía que existiese la especialidad de Farmacia Comunitaria y, a pesar de haber realizado una exhaustiva búsqueda jurídica, he sido incapaz de encontrarla.  En cambio, sí tengo conocimiento de la existencia de la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria para los médicos y la de Enfermería Familiar y Comunitaria para los enfermeros.

Como sin duda usted debe saber, debido a su alto nivel de formación y responsabilidades a las que haré mención más adelante, la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias en su artículo 16, Títulos de Especialistas en Ciencias de la Salud, apartado 3 establece que "...la posesión del título de especialista será necesaria para utilizar de modo expreso la denominación de especialista, para ejercer la profesión con tal carácter y para ocupar puestos de trabajo con tal denominación en centros y establecimientos públicos y privados".

Pues bien, ni existe la especialidad de "farmacéutica comunitaria", ni consecuentemente y según la LOPS, se puede utilizar dicha denominación de especialista, ni ejercer la profesión con tal carácter, ni ocupar puesto de trabajo en centros públicos o privados, si "se carece del citado título", como es su caso y el de todos aquellos farmacéuticos que ilegalmente se autodenominen con un título del que carecen, por cuanto el mismo ni existe, ni está legalmente establecido ni regulado.

Vayamos, por tanto, llamando por favor las cosas por su nombre: una cosa es la realidad y otra, muy distinta, su deseo.

Permítame, antes de nada, hacerle llegar mi sorpresa al leer su firma, pues teniendo usted como tiene altas responsabilidades institucionales, en esta ocasión ha preferido ocultarlas bajo una titulación apócrifa.  Como es público y notorio, por su curriculum publicado en LinkedIn, usted ostenta los siguientes puestos institucionales:  Presidenta del Instituto de Formación Cofares,  Directora de la Revista Mundo Farmacéutico del Grupo Cofares, Miembro del Consejo Rector del Grupo Cofares, así como Farmacéutica, Titular de Farmacia.

Realmente se trata de un curriculum institucional magnífico, y es por ello que no termino de entender cuáles son las razones por las que usted oculta todas estas responsabilidades institucionales - más aún, cuando se trata de un grupo de distribución farmacéutica líder como Cofares - así como su auténtico título profesional, prefiriendo presentarse con otro inexistente. Sinceramente, es difícil de entender cuáles pueden ser las razones. Sinceramente, espero que no haya intencionalidad en ello. Sra. Tellaeche, yo acostumbro siempre a hablar o escribir en virtud de los puestos que ocupo y los títulos oficiales que ostento. Es en este sentido en el que usted ha tenido a bien dirigirse a mí en dos ocasiones.

Pero entremos en el análisis de su escrito.

La vehemencia, según define el diccionario de la RAE es "la cualidad de lo que se manifiesta con fuerza y pasión".  Y es verdad que cuando creo profundamente en algo lo defiendo con pasión, aunque ello no implique necesariamente estar en posesión de la razón.  Pero verá, Sra. Tellaeche, soy Profesor Titular de Universidad por oposición nacional desde hace muchos años y, lo primero que me enseñaron mis maestros, y posteriormente enseño yo, es que las ideas se rebaten con ideas y las evidencias con mejores evidencias. Pero sin evidencias no puede haber modelos ni paradigmas.
 
Independientemente de que mis expresiones puedan entenderse como vehementes, cosa que no sólo respeto sino que hasta puedo compartir, lo que nadie podrá nunca decir es que las realizo desde la falta de respeto escrupuloso hacia las de los demás.
 
No hace muchas fechas usted escribió un artículo en el que criticaba mi actuación en la mesa redonda organizada por Farmaindustria en septiembre pasado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Un foro donde pude compartir mesa con los Sres. Presidentes de los Consejos Generales de Médicos y de Farmacéuticos, bajo la moderación del Director General de Farmaindustria.  Imagino por sus comentarios y por su crítica hacia mi actuación que debió estar usted presente. No obstante, permítame que, con todo el respeto que me merece, le diga, Sra. Tellaeche, que no sé si estuvimos en el mismo aula, pues no salgo de mi asombro con las consideraciones que viene realizando desde entonces.  Creo que no cupo mayor elegancia y pulcritud en mis palabras con respecto al resto de los interlocutores de la mesa. Incluso realicé un ofrecimiento a los mismos para que, ante la posibilidad de solapamiento de competencias entre profesionales distintos, y de cara a buscar puntos de encuentro, hubiera un consenso sobre la base del respeto mutuo. Una oferta a la que el Presidente del Consejo General de su profesión reaccionó de forma positiva, como no podía ser de otra forma. Es por ello que me cuesta realmente entender que si usted estaba presente en el aula, como efectivamente parece ser que fue, no pidiese la palabra como sí hicieron otros asistentes y me interpelase en aquello que considerase oportuno respecto de mi intervención. Hubiese sido lo lógico y razonable y con mucho gusto yo le habría contestado al igual que hice con otros intervinientes.  No quisiera pensar que tuviese usted miedo a un debate dialéctico conmigo ante un público tan cualificado y su reputación pudiese quedar en entredicho ante una hipotética falta de argumentos serios y rigurosos por su parte.  Realmente perdió usted una oportunidad de oro de haber intentado tumbar mis argumentos, que por cierto nadie, repito, nadie cuestionó entonces.
 
Sra. Tellaeche, como usted podrá comprender yo no voy a entrar ni con usted ni con nadie que no sea el representante legítimo de la profesión farmacéutica en un debate epistolar sobre los ámbitos competenciales de las distintas profesiones. Como tampoco voy a entrar a dar consejos que no me competen, ni a usted ni a nadie; de la misma manera que -permítame decirle con el mayor de los respetos - tampoco parece lógico que yo deba aceptárselos a nadie a quien no se los haya pedido, incluida usted.

Quiero manifestarle alto y claro mi profundo respeto y admiración por una profesión tan importante y sagrada como la de farmacéutico, a la que he defendido dentro y fuera de nuestras fronteras desde hace muchos años.  Quizá sería interesante que consultase las hemerotecas o preguntase a su propio Consejo General, así comprobaría quién fue el primero en defenderles a ustedes públicamente y por escrito, cuando estaba en cuestionamiento el modelo de oficina de farmacia española, tanto en la Unión Europea como en el Ministerio de Economía de España.  Si tiene dificultad para ello, no dude en solicitármelo, que con gusto se lo haré llegar.
 
Puedo compartir sin ninguna duda con usted que el paciente es la razón de ser del SNS y que en torno al mismo todos los agentes debemos realizar el mayor de los esfuerzos para, de forma integrada, ofrecer lo mejor de cada una de nuestras disciplinas, en favor de esa persona que requiere de nuestra atención, dentro de los conocimientos y competencias adquiridas, acreditadas y habilitadas formalmente.
 
Evidentemente, el mundo no puede fosilizarse y debe estar dispuesto al cambio.  Quiero con ello decir que las profesiones deben seguir con su desarrollo continuo y por supuesto que pueden producirse cambios de roles en las mismas.  Somos conscientes de ello y estamos dispuestos a estudiar de forma conjunta estos posibles cambios en los roles profesionales, si con ello se puede mejorar la atención y calidad de vida de los pacientes y del sistema de salud.  Pero también tendrá que entender que, sin ese necesario diálogo y consenso entre profesiones, no se puede desvestir a un santo para vestir a otro.
 
Créame, Sra. Tellaeche, que es mucho lo que respeto a la profesión farmacéutica, repito, a la profesión farmacéutica, y por supuesto a sus profesionales, los farmacéuticos.  Afortunadamente, ustedes pueden disfrutar de distintas formas de ejercicio profesional: en las oficinas de farmacia, en la farmacia hospitalaria, en las Fuerzas Armadas, en la industria farmacéutica, en la visita médica, en la investigación, en la docencia, etc.  Son ustedes realmente afortunados y nos alegramos por ello.   Como igualmente usted bien sabrá, los enfermeros y enfermeras tenemos mucho más reducidas nuestras posibilidades de ejercicio, pero no por ello lo lamentamos o nos quejamos, muy al contrario, estamos felices de ejercer en aquello que libremente elegimos, para lo que fuimos formados y posteriormente habilitados.
 
Permítame una cierta relajación en mi contestación a sus increpantes artículos contra mi persona; y lo hago desde mi convicción de que esta será la primera y última vez que le contestaré a sus escritos.  Y le decía lo de la relajación, porque analizando al farmacéutico que ejerce su noble actividad en la oficina de farmacia, lo veo como a Supermán.  Trataré de explicarme.  Como sin duda usted debe saber, las competencias que un profesional puede y debe desarrollar en su ejercicio profesional, desde el punto de vista legal, son exclusivamente aquéllas que se han adquirido durante la formación del grado universitario, antes denominado licenciatura y/o diplomatura. El máster y el doctorado confieren mayor nivel de conocimientos, introducción a la investigación, etc., pero nunca mayor nivel competencial.
 
Pues bien, ustedes, en la oficina de farmacia ejercen lógicamente las competencias propias de su disciplina, establecidas en su programa de formación y reguladas en la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias. Pero, por ejemplo y entre otras ¿sería tan amable de indicarme en qué parte de su plan de estudios vienen recogidas las competencias del graduado en óptica o en ortopedia? En mi universidad, la Complutense de Madrid, donde me formé y donde llevo más de 30 años como profesor, existen Facultades que imparten esas disciplinas y que gradúan específicamente a esos profesionales.  ¿Es que los farmacéuticos que ejercen en las oficinas de farmacia están dotados de poderes sobrenaturales y realizan competencias - retribuidas legítimamente, por supuesto- para las que no han sido formados durante su carrera universitaria ni están reguladas competencialmente en la única norma que desarrolla al art. 36 de la Constitución Española, es decir la LOPS?
 
Pero no satisfechos con esta invasión de competencias que corresponden a otros profesionales que han sido formados específicamente para ellas, algunos de ustedes tratan ahora también de invadir algunas competencias de la profesión enfermera, por supuesto también en sus oficinas de farmacia y por supuesto también, de forma retribuida por los Servicios de Salud de las CCAA, o al menos eso hemos entendido - ojalá que de forma errónea por nuestra parte. ¿O estoy equivocado, Sra. Tellaeche? Va a ser que no, que no estamos equivocados.  Para ello me remito a la mesa redonda celebrada en el "IX Congreso Nacional de Atención Farmacéutica" que tuvo lugar en Toledo el pasado año 2015 que bajo el título "Remuneración de Servicios Profesionales" coordinó precisamente usted y que se encuentra disponible para cualquier lector  en este link


Bajo el epígrafe: NECESIDAD DE REMUNERACIÓN, se dice lo siguiente,
       
“Hoy en día nadie cuestiona que los servicios profesionales farmacéuticos han de contar con una remuneración específica. Todo servicio que preste el farmacéutico en la farmacia comunitaria ha de asegurar su continuidad y sostenibilidad y ambos aspectos son imposibles sin el correspondiente pago por su prestación.

De hecho la falta de pago es una barrera que dificulta su implantación, porque los servicios no remunerados no son rentables y suponen gastos añadidos. La provisión de cualquier servicio profesional es una actividad que genera unos costes.”

También bajo el epígrafe:  ¿QUIEN PAGA EL SERVICIO PROFESIONAL?, se asegura lo siguiente

El comprador puede ser el receptor del servicio profesional (habitualmente el paciente) o un simple pagador del mismo (por ejemplo, una Administración).

Los posibles pagadores del servicio pueden ser:
1.- Administraciones
2.- Mutuas privadas
3.- Propio paciente
4.- Una combinación de los anteriores”.


Pues bien Sra. Tellaeche, ¿nos está usted pretendiendo decir que las Administraciones Sanitarias tienen que PRIVATIZAR la asistencia sanitaria en favor de las oficinas de farmacia para que desde ellas se realicen labores asistenciales propias de enfermeros y de médicos con el objetivo de que ustedes ganen mas dinero?  Queríamos pensar, veo que erróneamente, que ustedes lo que realmente deseaban es que el farmacéutico pudiese ampliar su campo de competencias en el ámbito asistencial comunitario y poder integrarse en el equipo de salud del Sistema Nacional de Salud junto a enfermeros y médicos de familia y comunidad previa la realización de su correspondiente concurso-oposición, como ocurre también con los farmacéuticos hospitalarios.  Pero no, lo que realmente subyace en sus pretensiones es que las "Administraciones Sanitarias" como bien figura como conclusión en la mesa redonda por usted moderada, sea el PAGADOR de sus ¿servicios profesionales?  Y no lo digo yo, Sra. Tellaeche, lo dicen ustedes.  Recuerde la cita de que "uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras"

¿Pero es que realmente piensan que el SNS, los profesionales del mismo, y los pacientes vamos a permitir tal situación? ¿Ya han olvidado ustedes las mareas blancas de Madrid en contra de la privatización de los servicios de salud de la Comunidad de Madrid?  ¿Quieren ustedes provocar nuevas mareas blancas en defensa del SISTEMA PUBLICO DE SALUD?
 
Sra. Tellaeche, no debería tener usted ninguna preocupación porque el Consejo General que presido haya tomado la decisión de realizar un estudio respecto de la profesión farmacéutica en general y de la oficina de farmacia en particular.  Pero no sólo en el entorno español, sino en el europeo y en el internacional.  Yo le invito a que ustedes lo hagan de la misma forma respecto de la profesión enfermera; ello facilitará sin ninguna duda el diálogo entre ambas profesiones a la hora de establecer los acuerdos necesarios sobre el abordaje integral e integrado de nuestros pacientes.
 
Efectivamente, estamos analizando el plan de estudios de la profesión de farmacéutico contemplado en la Orden CIN/2137/2008, de 3 de julio, por la que se establecen los requisitos para la verificación de los títulos universitarios oficiales que habiliten para el ejercicio de la profesión de Farmacéutico, así como los planes de estudios de todas y cada una de las Facultades de Farmacia del Estado español y obviamente todos ellos referidos a la Directiva Europea de Cualificaciones Profesionales.  Queremos analizar con todo tipo de detalle qué competencias adquiere el farmacéutico al objeto de poder consensuar con el mismo el abordaje del paciente.
 
También estamos estudiando el modelo de titularidad de la oficina de farmacia y su transmisión, en todos los países objeto del estudio, como también otros aspectos relevantes, entre ellos, la dispensación y venta de medicamentos no sujetos a prescripción médica en establecimientos distintos a las oficinas de farmacia, y también la dispensación de medicamentos en las instituciones sanitarias no hospitalarias (¿comunitarias?) de medicamentos financiados por los sistemas de salud.
 
La información, Sra. Tellaeche, es la base del conocimiento y nuestra pretensión en estos momentos es tratar de estar bien informados, lo mejor informados posible, al objeto de poder debatir con sinceridad y lealtad con ustedes. la mejor forma de colaboración en nuestros respectivos ejercicios profesionales, siempre en beneficio de los pacientes, repito, de los pacientes, y por supuesto de nuestro muy querido SNS, al que pertenecemos desde hace muchos años, también curiosamente por oposición nacional.
 
Como habrá apreciado, Sra. Tellaeche, a lo largo de esta contestación, en ningún momento he proferido ninguna amenaza ni establecido ningún veto, tal como usted afirma en su artículo de opinión sobre mi persona.  Créame, si me conociese personalmente, estoy seguro de que tendría una opinión muy diferente.  Los españoles somos propensos a la descalificación, la mayoría de las veces desde el profundo desconocimiento e irracionalidad.
 
Le reitero que nuestra disposición al diálogo y al debate sincero con la Corporación representativa de los intereses de los farmacéuticos es permanente, repito, la Corporación, es decir, el Consejo General de Colegios de Farmacéuticos, y en ningún caso como comprenderá, ni con asociaciones gremiales (creo que me entiende) ni mucho menos con particulares.
 
Sra. Tellaeche, llevo días recibiendo en twitter por parte de algunos de sus compañeros de profesión, insultos, injurias y calumnias. No sé si los ha leído, (si tiene interés se los puedo hacer llegar).  Pensaba que las ideas se defendían desde el respeto y los argumentos y no desde el insulto. Desde luego, puedo garantizarle que jamás ningún miembro de su Corporación colegial ni ningún farmacéutico recibirá el mismo trato.  Los enfermeros somos humildes y alguno de nosotros "vehementes", pero desde luego, educados. Y desde el ejercicio de mi derecho a mi honor, evidentemente estos colegas suyos pronto tendrán noticias mías donde corresponde: en sede judicial.  
 
Para terminar, estimada Sra. Tellaeche Bacigalupe, habrá observado mi correcto y educado tratamiento hacia usted, y ello es debido a que quizá por mis muchos años de edad, en mi humilde y pueblerina infancia fui educado por mis padres en el respeto de trato con todas las personas y de forma especial, con aquellas a las que no conocía.  Entiendo que quizá usted, mucho más joven que yo, fue educada de otro modo, pero permítame que le diga que, a mis amigos los elijo yo, y que mientras no entre en esa categoría, que sin duda puede ocurrir, le ruego me trate en el mismo plano de trato que yo le dispenso a usted.
 
De mi mayor consideración, reciba un atento y cordial saludo.
 
Prof. Dr. Dr. Máximo González Jurado
Graduado en Enfermería
Enfermero Especialista en Cuidados Médico-Quirúrgicos.
Graduado en Podología
Licenciado en Antropología
Doctor por la Universidad Complutense. Facultad de Medicina
Doctor por la Universidad Complutense. Facultad de Enfermería
Profesor Titular de la Universidad Complutense de Madrid
Presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Enfermería de España

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