La atalaya sanitaria
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10 jul. 2017 22:30H
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Las ideas no duran mucho. Hay que hacer algo con ellas. Santiago Ramón y Cajal

Pongamos que hablo de Madrid, pero no solo.

Planificar, ordenar, organizar, relación de puestos de trabajo, plantillas orgánicas, plantillas funcionales, servicios, referencias, camas, alianzas, etc.; muchos conceptos, muchas dudas, muchas debilidades y el Sistema Sanitario ni sabe, ni quiere, ni se atreve a acometer en serio el problema.

Años de INSALUD que permitían el crecimiento limitado y con control; y después años de trasferencias y, con ello, todo lo contrario. Los Servicios de Salud están controlados y bajo la tutela de Hacienda, pero solo en lo que hace referencia a los aspectos de gasto, que se creen que controlan, eso que se llaman plantillas orgánicas y presupuestadas. La realidad es otra. Fuera de plantilla, al amparo de la eventualidad, los centros sanitarios han crecido y lo han hecho sin una planificación adecuada.

¿Qué servicios presta el Sistema Sanitario? ¿En qué centros se hace y cómo se hacen los servicios de referencia? ¿Todos los Hospitales deben ser iguales? ¿Quién se cree realmente eso de que existen Hospitales comarcales, terciarios o Universitarios? ¿O de categoría/nivel 1, 2 o 3? ¿Qué hospitales deben tener “plazas perfiladas”? ¿Cuántas y cuáles? ¿Todos los centros de salud deben ser iguales? Son muchas preguntas y podría añadir unas cuantas más.

Es posible que yo no me entere, también que mis conocimientos sean muy limitados, o que sea un zoquete y tenga que esforzarme más. Pero la realidad es que el Sistema Sanitario parece el “ejército de Pancho Villa”. Cada Hospital crece a su conveniencia, los servicios y la cartera que prestan dependen de la fuerza, las ideas y apoyos del gerente de turno; o del peso y la presión de los jefes de servicio; o del apoyo “institucional/político”; o de otros muchos factores que ya conocemos. Lo que sí parece es que no depende de un plan organizado, de una planificación (por cierto, para esto hace falta tener una cabeza pensante y no todos los Servicios de Salud la tienen) y de un mínimo de claridad.

Unas sencillas ideas de quién no sabe nada de esto y por ello a lo mejor es más fácil entenderlo. Es que los expertos se lían en las ideas, quieren tener todo tan estudiado, tan medido, tan controlado, que ya se sabe, al final todo “manga por hombro”.

Mapa sanitario de la Comunidad. Censo de centros, con sus carteras de servicios, sus necesidades, sus prioridades, sus plantillas (por especialidades, desglosadas en generalistas y “perfiladas”), clasificación de los centros sanitarios, necesidades actuales y a medio y largo plazo, plan de crecimiento/modificación/reconversión/director/sustitución...

Adecuación de estructuras, de plantillas, de organización asistencial; PLANIFICACION y al frente unos responsables que sepan, que entiendan y que hagan su trabajo sin prisa pero sin pausa. Cuanto más se tarde, mas caos y descontrol y, con ello, ganancia de unos pocos.

Situaciones reales son, por ejemplo, que en un hospital comarcal se realicen cirugías propias de un terciario; o que todas las plazas de especialidades se quieran “perfilar”, incluso inventando lo que no tiene sentido y solo para justificar la contratación de quien ya se sabe será el siguiente; hospitales en los que todos son “superespecialistas” de unas “superespecialidades” no reconocidas; hospitales en los que se quiere hacer de todo, aún a expensas de no tener casuística suficiente.

Pero también en Atención Primaria vemos centros de salud en los que las tarjetas se asignan por unos inadecuados “umbrales” que igualan lo que no lo es; en los que es indiferente si es docente o no; en los que no se tiene debidamente en cuenta las condiciones socio-demográficas; o dispositivos de urgencias de “segunda categoría” (para la Administración, no se entienda mal) como los SAR de Madrid o los clásicos PAC, en los que el médico y enfermera se bastan solos, sin apoyo administrativo o de celador; puedo seguir, pero no quiero cansar.

Todo esto solo son ideas; unas ideas que ya vienen de lejos. Hagamos caso al sabio Ramón y Cajal y hagamos algo con las ideas.

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