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4 abr. 2013 19:20H
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Por Juan Jorge González Armengol, presidente de SEMES Madrid

 

 

Desde hace 20 años venimos asistiendo con curiosidad, interés y, en los últimos tiempos, cierto nivel de sorpresa ante algunos comentarios o supuestas razones, basados sólo en la opinión, que se han creado de forma artificiosa alrededor de la creación en España de la Especialidad Primaria de Urgencias y Emergencias (MUE), algo que tiene total soporte de evidencia perfectamente contrastable ante quien tenga realmente interés en conocer el tema. En este artículo vamos a tratar de anteponer respuestas desde la realidad, ante algunos de estos mitos:

Mito: la especialidad de MUE no es necesaria en España. Realidad: dada la deriva autárquica en este y otros temas que ha sufrido la formación especializada en nuestro país, esta afirmación se contesta fácilmente desde fuera: EEUU, Canadá, Australia y 13, camino de 17, países de la Unión Europea han apostado por la formación especializada en este  Área de Conocimiento, entre otros 100 países del mundo. De hecho, en el ámbito europeo, está reconocida ya como Sección, equivalente especialidad troncal primaria. Además, en un contexto de aumento alarmante del paro médico presente y futuro, por  una mala planificación de la formación especializada en España frente al posible mercado en los últimos años, la convergencia y el reconocimiento de titulaciones con nuestros países vecinos, dentro de la libre circulación de profesionales, debería hacer reflexionar a nuestras autoridades sobre la conveniencia de no impedir la existencia de esta titulación, para así no impedir que muchos de sus profesionales puedan trabajar en un futuro fuera, si así lo consideran, con su titulación reconocida en ellos. Toda la legislación europea referente al mercado de trabajo, y que España viene asumiendo, se basa en este tipo de premisas.

Mito: si se crea la especialidad de MUE se fragmentará aún más la atención y no se garantizará la continuidad asistencial. Realidad: lo que produce realmente fragmentación y dispersión es el régimen administrativo y laboral  imperante que tenemos en España, que favorece el trabajo de 8 a 15  horas, y la aún escasa interoperatividad de los sistemas de información entre dispositivos asistenciales y/o sociosanitarios. Esto está fuera de la realidad social de nuestro país y resto de países desarrollados. Los servicios de urgencias vienen garantizando la atención sanitaria (y en muchos casos social) en todos los tramos horarios, porque su organización en origen se ha ido adaptando a estos cambios sociales. Garantizar la continuidad asistencial pasa en muchas ocasiones por estar.

Mito: si se crea la especialidad  de MUE  se generará un gran problema a las administraciones. Realidad: los diferentes servicios de urgencias y emergencias están organizados como tales desde hace muchos años, con sus contratos de gestión, plantillas y sus estrategias asistenciales, docentes, de investigación y de colaboración e integración con el resto del dispositivo sanitario y social. Si algo ha demostrado la experiencia, es la necesidad de independencia jerárquica de  supuestos servicios madre, que se han desentendido de su funcionamiento normal. En definitiva, son una realidad administrativa reconocida en todas las CCCAA.

Mito: si se crea la especialidad de MUE se coarta la posibilidad de salida laboral de otras especialidades, especialmente médicos de Familia e internistas. Realidad: el desarrollo de una especialidad es muy lento en el tiempo, lógicamente, no menos de 20 o 25 años. En las mejores condiciones no sería posible formar anualmente más de 200-220 residentes. Durante muchos años Urgencias seguiría siendo lugar de salida de otras especialidades, como ha ocurrido hasta ahora,  con la consecuente heterogeneidad en su formación, y la fragmentación, aquí sí, de la atención.

Mito: en realidad  lo que quieren los profesionales de urgencias es un título que no han podido conseguir vía MIR. Realidad: actualmente, la mayoría de los que trabajamos en Urgencias tenemos un título de especialista previo (yo soy internista). Y la mayoría de los que no, tienen reconocida la categoría de médico de urgencias desde el año 2001 y una plaza estable en el Sistema. Y, a su vez, han realizado infinidad de cursos, acreditaciones, o el certificado de Urgencias, que han asumido de su propio bolsillo, al no existir una formación reglada, y en un ejercicio de autorresponsabilidad admirable ante la necesidad de responder a la demanda asistencial que tenían y tienen  que asumir. El proceso de acreditación de los profesionales debe hacerse con personas que conozcan muy bien el sector y formen parte de él y, de acuerdo con el Ministerio de Sanidad, establecer los criterios necesarios para su certificación, sin que a la Administración  ni a los profesionales les suponga dispendio económico añadido y no necesario alguno, salvo los derechos de expedición del título. Otro tema es el de aquellos con un recorrido intermedio, que no entren dentro del baremo establecido, y que quizá deban someterse a algún tipo de prueba objetivo.

Mito: la OMC no  tiene competencias para  meterse como hizo su Asamblea en fechas recientes a  apoyar la creación de la especialidad de MUE en España. Realidad: la decisión de la Asamblea General de Colegios de Médicos de apoyar la creación en España de la especialidad de MUE está sustentada en 10 artículos del Código de Deontología Médica del año 2011.

Mito: crear la especialidad de MUE es ineficiente y generará mayor gasto. Realidad: el desarrollo de la contabilidad  analítica y financiera en Sanidad en España es realmente mejorable. En lo tocante a Urgencias es inconcebible que se  pague la misma cantidad por un proceso leve que se resuelve en 1  hora, que otro complejo que requiere observación de al menos 24 horas, entre otros muchos aspectos. Además de esto, la filosofía imperante en el mundo, al apostar por la MUE en estos servicios, es tener en Urgencias a un médico con capacidad de atención de muchos pacientes de diferente perfil en trabajo continuo; la filosofía en España es varios médicos para un solo paciente, y a demanda (aunque sea poca). Hagan cálculos y volvamos a hablar de eficiencia  sobre este tipo de parámetros, entre otros muchos, basados en el trabajo diario los 365 días del año.

Mito: crear la especialidad de MUE  es apostar  por la atención del paciente agudo cuando lo que hay que  hacer  es  reorientar el sistema a los pacientes crónicos. Realidad: se puede afirmar ya sin ninguna duda que los Servicios de Urgencias en el mundo se han ido desarrollando precisamente en este contexto de cambio del patrón epidemiológico  sociosanitario, que ya predijo la OMS a finales de los 70, con cada vez más pacientes con una o más enfermedades crónicas, fragilidad, mayor  edad, distinto grado de dependencia y frecuentes agudizaciones. Del 10 al 20% de los pacientes que vemos en los servicios de urgencias, según área geográfica y tipo de hospital, tiene un patrón social, y en un mayor porcentaje, en no pocos casos su contexto social ha devenido en un problema clínico urgente, en muchas  ocasiones grave, que requiere al menos observación o, incluso, ingreso hospitalario. Teniendo en cuenta que en muchas zonas y tramos horarios los servicios de urgencias son el único dispositivo sanitario, y social, existente, su concurso se hace  imprescindible a la hora de planificar cualquier estrategia presente o futura de atención a crónicos, especialmente  en los subgrupos de población más demandantes de atención.

Mito: la troncalidad de las especialidades médicas ya da la respuesta a la formación reglada de MUE, al constituirla como Área de Capacitación Específica (ACE)  dependiendo de tres especialidades. Realidad: la formación troncal, que debía haber comenzado en el año 1984, se recoge en la LOPS en 2003, y aún hoy no se ha formalizado, constituye precisamente un magnífico escenario para incluir la MUE como una especialidad troncal más, como apuesta de futuro. No estorba ni compite con el resto de especialidades médicas. Es su escenario natural. Y se complementa con un tiempo de formación en 2 períodos: general y específico. Desarrollarla como ACE sí es más caro, alargando hasta 4-5  años más esta formación, que es generalista, y no superespecializada, como pueda ser la Hepatología avanzada, a la que la equiparan. Además, razonando a través del mito, no puede estar sujeta a sólo tres especialidades, sino a tantas aquellas cuyos médicos han accedido y siguen accediendo a estos puestos en los servicios de urgencias, dada la deriva que ha ocurrido en los mismos en España en los últimos años.

Mito: urgencias no tiene un cuerpo doctrinal definido. Realidad: aquello que soporta la labor de una sociedad científica, a diferencia de la moda actual de meterse en consideraciones políticas, es su impacto en el mundo  formativo y científico y  su reconocimiento internacional. Aparte de existir programas internacionales y europeos de formación postgrado en MUE, que asume, la Sociedad Española de Urgencias y Emergencias (SEMES) ha liderado y lidera múltiples cursos, manuales, libros y el único Tratado existente en la actualidad de esta disciplina en lengua castellana. Su revista, Emergencias, ocupa el cuarto lugar  por impacto de todas las editadas en nuestro país, y el tercero en el mundo en su especialidad, y se encuentra en el primer cuartil de valoración.

Un último mito: en Urgencias se da una mala calidad de atención a los pacientes. Con su postrera realidad: las encuestas de percepción que se realizan en España y en las diferentes CCAA muestran un elevado grado de satisfacción de los pacientes con estos servicios. Además de apoyar el uso racional del servicio sanitario en general, desde la SEMES  apostamos por contribuir a mejorar nuestro sistema sanitario desde nuestro ámbito de competencia, con rigor, fuera de  debates ideológicos, muy presentes en la realidad sanitaria española, a través de los principios que rigieron su  constitución en 1987 por nuestros mayores. Aquellos aspectos que atañen a la formación, seguridad, calidad, acreditación, docencia, investigación y gestión de estos servicios, y que han sustentado su liderazgo indiscutible en este  campo de la Medicina, tanto nacional e internacional. Y en un contexto presente y futuro de verdadera necesidad, como Sistema, de regirnos por principios de transparencia, estrategias de planificación, medición, gestión y de publicación de resultados en salud, junto al mejor servicio posible ofertado a nuestros pacientes.

 

 

 


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