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31 mar. 2019 14:10H
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El próximo 1 de abril se cumple un año desde que el Departamento de Salud de La Ribera pasó a ser gestionado directamente por la Consellería de Sanidad Universal y Salud Pública de la Comunidad Valenciana, tras la reversión de la concesión que llevaba gestionando este hospital público casi 20 años.

Una reversión ejecutada con un criterio puramente ideológico, sin datos, sin preparación, a sabiendas de que iba a ser un fracaso y que se iba a empeorar la atención a los ciudadanos, y con gran parte de los profesionales y de usuarios del propio departamento en contra.

Como ha sido la primera vez que se ejecuta una reversión de este tipo, y además algunos partidos políticos situados en la izquierda del espectro político abogan por continuar revertiendo el resto de departamentos gestionados bajo el modelo de concesión administrativa, consideramos conveniente hacer balance de estos 12 meses de despropósito en la gestión directa del Hospital de La Ribera.


La Ribera, a pesar de su tamaño, era un hospital casi con características de terciario


Para SanitatSolsUna, la reversión es la crónica de un estrepitoso fracaso, que además supone una estafa al conjunto de los valencianos y un grave perjuicio a los usuarios del departamento de Salud de La Ribera.

¿Por qué la reversión, es decir, el paso a la gestión directa de la Conselleria de Sanidad ha sido un fracaso?

La Ribera, a pesar de su tamaño y concepción inicial, similar a la de un hospital comarcal, era un hospital casi con características de terciario, vanguardista, innovador con una cartera de servicios, unidades y prestaciones igual e incluso superior a la de los grandes hospitales españoles. Era, además, un hospital con muchos premios TOP 20 tanto a la mejor gestión global, como al de excelencia en muchos de sus servicios durante años bajo el régimen de concesión, con multitud de distinciones y estudiado en universidades como Harvard como caso de éxito en gestión sanitaria. Todo esto se ha acabado.

Era también un hospital que ocupaba los primeros puestos en el ranking de cumplimiento de los indicadores de salud establecidos por la propia Consellería en la Comunidad. Apenas tenía listas de espera y en determinadas especialidades, pioneras y muy eficaces, era un hospital muy solicitado por pacientes de toda la Comunidad. Ya no. Han desaparecido pruebas como el diagnóstico rápido del cáncer de mama (la biopsia rápida en media hora) y las listas de espera crecen en la mayor parte de las especialidades quirúrgicas. En trauma, por ejemplo, es un auténtico drama.

También era un hospital que atraía a los mejores profesionales. El modelo de gestión, mucho más 'libre' que el de la Conselleria, permitía la formación vanguardista de sus profesionales, la inversión en tecnología e investigación y también, por qué no, valorar con incentivos el trabajo bien hecho y la satisfacción de los pacientes. Todos esto también ha desaparecido.


Improcedente fue la reversión en sí misma, desde su planteamiento inicial


En solo un año de gestión directa por parte de la Consellería de Sanidad la lista de espera quirúrgica ha aumentado dramáticamente, con casi 15.000 pacientes que esperan más de tres meses para ser intervenidos; se desvían pacientes a clínicas privadas, algo que no había ocurrido en 18 años de gestión por parte de la anterior concesionaria; los profesionales han estado nueve meses para cobrar los incentivos; los proveedores llevan casi un año sin cobrar; se fraccionan contratos y se pagan medicamentos y material hasta un 70 por ciento más caro; y ya son más de media docena las sentencias que determinan que los despidos tras la reversión fueron improcedentes y ese personal está volviendo a sus puestos.

Porque improcedente fue la reversión en sí misma, desde su planteamiento inicial. Porque no estaba justificada con datos objetivos ni ningún tipo de análisis. Fue una decisión política, que carecía de cualquier respaldo analítico y que, además, no se preparó adecuadamente ni se ejecutó correctamente. La prueba es que hay decenas de recursos pendientes que veremos cuánto nos acaban constando a los contribuyentes.

Por desgracia, los profesionales y los pacientes de la Ribera ya lo están 'pagando'. Los primeros con una empeoramiento en las condiciones de trabajo, empezando por los problemas para aparcar y continuando con los retrasos en los pagos de incentivos y peores condiciones de trabajo. Y los pacientes todas las consecuencias posibles de una gestión que se ha demostrado nefasta durante estos 12 meses.

El 1 de abril no tenemos nada que celebrar. Es el aniversario de un fracaso.