El panorama político español es cada vez más sombrío y problemático.

La derecha política parlamentaria hace tiempo que ha emprendido el camino del populismo y el ataque visceral a un gobierno de gestión política compleja que se ve desbordado por los múltiples frentes de acción que se abren ante sus ojos y agendas. No deja de ser cierto que el gobierno español, superado con cierta frecuencia por los acontecimientos, comete errores tácticos, impropios de políticos experimentados, errores que enturbian y hasta anulan las virtudes y aciertos de algunos proyectos estratégicos dirigidos prioritariamente a disminuir las consecuencias negativas que los graves problemas económicos y las desigualdades crecientes están teniendo sobre los sectores poblacionales más desfavorecidos. A este escenario interno se añade otro internacional marcado por la guerra en Ucrania y la crisis energética.

En este contexto negativo, agudizado por una radicalización creciente de la escena política, pensar en la viabilidad de un pacto por y para la sanidad, a corto o medio plazo, me parece un ejercicio de inmadurez política o de invitación a un nihilismo peligroso (pacto o nada). ¿Realmente hay políticos, analistas y profesionales que piensen sinceramente en que es posible un pacto para la sanidad en la España actual?

La confrontación política general y radicalizada que estamos padeciendo extiende también sus tentáculos al ámbito sanitario. Y el problema es que lo va a seguir haciendo durante bastante tiempo. Solamente tenemos que pensar un momento en las actitudes de los gobiernos autonómicos e incluso del central ante la crisis actual de la Atención Primaria y Comunitaria y los conflictos que se han desatado, sobre todo en Madrid. Sus responsables, en el mejor de los casos, se limitan a mirar hacia otro lado y en el peor hacen gala de una gran prepotencia y desprecio hacia los profesionales y los problemas que se causan a la población, actitudes demostrativas de una enorme insensibilidad social.

Vamos, que tenemos ante nosotros un panorama que no invita precisamente al diálogo inteligente y serenamente constructivo. Todo lo contrario.

Alternativas al Pacto por la Sanidad


Ante esta situación tan negativa y asumiendo como descartada la viabilidad de la construcción de un pacto político por y para la sanidad, es imprescindible analizar otras alternativas que nos permitan abordar y, en el mejor de los casos, contribuir a solucionar total o parcialmente los graves problemas existentes hoy. Y hay que ponerlas en marcha ya, sin demoras, si no queremos que los deterioros se acentúen aún más, se hagan irreversibles y pongan en grave riesgo nuestro sistema sanitario público. A no ser que se quiera adoptar la estrategia del “cuanto peor mejor” y se prefiera esperar a que los problemas tengan consecuencias muy importantes sobre el bienestar y la salud personal y colectiva, así como en la calidad y seguridad de la asistencia sanitaria que recibe la ciudadanía. Si se llega a este tipo de situaciones las reivindicaciones podrían adquirir tintes dramáticos, incluso violentos.


"No es correcto seguir manteniendo que las reivindicaciones profesionales y laborales han de ir necesariamente separadas cuando la realidad demuestra que, al menos en la situación actual, están absolutamente imbricadas"



Para avanzar en la búsqueda de soluciones se hace cada vez más evidente la necesidad de diseñar acciones negociadoras firmes con reivindicaciones concretas con contenidos tanto globales de ámbito estatal como locales y que contengan objetivos de mejora tanto estratégicos, de medio-largo plazo, como operativos, de aplicación más inmediata.

Estas acciones negociadoras deberían ser asumidas a nivel estatal y de forma conjunta por los líderes de las organizaciones profesionales y sindicales. Creo que estamos en una etapa en la que no es correcto seguir manteniendo que las reivindicaciones profesionales y laborales han de ir necesariamente separadas cuando la realidad demuestra que, al menos en la situación actual, están absolutamente imbricadas. Es por ello que desde estas líneas me permito hacer un llamamiento a los máximos responsables de las organizaciones profesionales y sindicales del ámbito sanitario para que inicien contactos con el objetivo de constituir una Mesa Estatal para el análisis de la crisis de nuestro sistema sanitario y de la que salgan propuestas concretas de corto y medio-largo plazo dirigidas a las administraciones central y autonómicas.

Estas propuestas, asumidas conjuntamente por los líderes profesionales y sindicales, deben ser capaces de dar respuestas suficientes a las reivindicaciones planteadas en las movilizaciones ciudadanas. La población no puede asistir como un mero convidado de piedra al desarrollo de acontecimientos que inciden de forma clara, intensa, sobre su bienestar y calidad de vida.

No hemos de caer en alarmismos injustificados, pero es obvio que estamos en una encrucijada crítica en el camino hacia el deterioro de nuestro sistema sanitario público y más concretamente de su parte menos favorecida hasta hoy, la Atención Primaria y Comunitaria. También lo es que tenemos la obligación ética y política de no permanecer impasibles ante los problemas y poner en marcha propuestas y soluciones constructivas que ayuden a salir de la conflictiva y peligrosa situación actual.