Hace décadas que el perfil del intruso en la profesión odontológica dejó de asociarse a ese “cubetero” o “mecanico dentista” que iba por las casas, especialmente las menos pudientes, ofreciendo servicios o productos a precio rebajado. “Lo hacían allí mismo, en las viviendas, de forma totalmente antihigiénica y bestial”, señalan a Redacción Médica fuentes del sector, que celebran que aquello quedara “en el siglo pasado”. Sin embargo, advierten de que, aunque se trata de una práctica a la baja y que los métodos han cambiado, todavía hay intrusos que ponen en riesgo la salud de las personas. “Ahora son más como un delincuente de guante blanco”, inciden. Los dentistas insisten en que es necesaria una modificación de la ley de sociedades profesionales y un endurecimiento de las sanciones para evitar que “cualquiera sin la formación adecuada pueda abrir una clínica dental”…
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