Ponentes de la jornada 'El VIH a través del tiempo: ciencia, sociedad y salud pública', de la Fundación Jiménez Díaz.
España sigue enfrentando un reto preocupante en torno al VIH, y es que la
mitad de los diagnósticos se realizan de forma tardía, lo que pone de relieve la necesidad urgente de mejorar la detección precoz y la prevención. Este fue uno de los principales mensajes de la jornada
“El VIH a través del tiempo: ciencia, sociedad y salud pública”, organizada con motivo del
Día Mundial contra el Sida por la
Fundación Jiménez Díaz, y cuyos promotores -entre otros,
Miguel Górgolas y Alfonso Cabello, jefe y jefe asociado, respectivamente, del Departamento de Enfermedades Infecciosas del hospital madrileño- insisten en la necesidad de extender los esfuerzos de información y sensibilización más allá de esta onomástica.
Entre las causas del retraso del diagnóstico se encuentra que la
percepción del riesgo de contraer el virus
ha disminuido, de modo que, “en algunos sectores de la población, se percibe como un problema del pasado o vinculado a otros grupos de personas, lo que conlleva la relajación en el uso de métodos preventivos, cuyo papel sigue siendo clave”, advierte
Beatriz Álvarez, especialista del mismo departamento y coorganizadora del encuentro. Además -añade-, “la ausencia de síntomas hace que muchas personas no consideren la posibilidad de tener VIH”. Por estos motivos, tal y como quedó patente en el encuentro,
incluir la prueba del VIH en las rutinas de salud es esencial, porque cualquier persona puede estar expuesta sin saberlo.
“En la actualidad, el
VIH se gestiona como una enfermedad crónica gracias a tratamientos muy eficaces, pero el panorama de la salud sexual plantea nuevos retos”, apunta por su parte
Irene Carrillo, compañera también del Departamento de Enfermedades Infecciosas de la Fundación Jiménez Díaz. Las
infecciones de transmisión sexual están repuntando en numerosos países, debido al abandono del preservativo, con incrementos significativos de
sífilis, gonorrea y clamidia, especialmente entre poblaciones jóvenes y colectivos con mayor exposición.
Asimismo, como apunta Górgolas, “hay que considerar el
consumo de drogas que potencian la actividad sexual y se utilizan por vía intravenosa (“slamming”, en inglés), que pueden favorecer la transmisión del VIH y otras infecciones por vía parenteral”. Esto desvela la importancia de informar, educar y concienciar a la población sobre los riesgos de estas prácticas.
Cambio de la percepción pública del VIH
Los avances terapéuticos han marcado un antes y un después en el pronóstico y calidad de vida de los pacientes. “Gracias a la amplia diversidad, eficacia y seguridad máximas de los tratamientos, que han permitido
individualizar la terapia, estas personas pueden llevar una vida similar al resto de población, manteniendo al virus controlado con el tratamiento y precisando de una revisión periódica, similar a otras condiciones crónicas de salud”, afirma Cabello, que también destaca la aportación de la prevención farmacológica.
Hoy las
personas que viven con VIH tienen una supervivencia prácticamente comparable a la de la población general, pueden mantener una vida sexual saludable y tener hijos sin riesgo de transmisión, lo que permite
planificar su futuro sin miedo. El concepto de “indetectabilidad” ha sido uno de los factores que ha hecho cambiar la percepción pública del VIH. “Mantener la carga viral controlada no solo mejora la salud individual, sino que evita la transmisión a otras personas, lo que ha permitido situar por primera vez el fin de la pandemia en el horizonte”, asevera Álvarez, precisando que, de hecho, esta es una de las metas incluidas en los
Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados por Naciones Unidas en 2015.
Desafíos actuales: sociales e investigadores
El mayor logro del siglo XXI en torno al VIH ha sido modificar el pronóstico y permitir que
los afectados vivan con normalidad y buena calidad de vida; sin embargo, para Álvarez, queda aún por abordar lo social, lo cultural y lo emocional, que también es parte de la salud.
En este sentido, a su juicio, uno de los desafíos es el estigma que aún pesa en las relaciones sociales y familiares, en el
ámbito laboral y la salud mental: “La desinformación sobre la infección continúa generando miedo, alarma social y manteniendo barreras sociales y estructurales, lo que puede traducirse en
falta de autoestima, dificultades en la autoaceptación y temor al rechazo social”, incide.
Asimismo, y a pesar de los grandes avances terapéuticos y de prevención, la investigación también continúa planteando retos, como facilitar la posología alargando el intervalo de la pauta; explorar terapias que “enseñen” al
sistema inmune a combatir y controlar la infección sin necesidad de tratamiento antirretroviral (lo que se denomina cura funcional); o encontrar una vía para eliminar el reservorio de la infección, así como dar con una vacuna eficaz, expresa Cabello.
“El
tratamiento antirretroviral -señala- también ha avanzado hoy en día como herramienta preventiva, con fármacos que pueden evitar la infección gracias a una
inyección semestral y, cuyo desarrollo prevé una posible
administración anual, con todas las ventajas que puede ofrecer también en otros países donde la infección sigue haciendo estragos”.
Mejorar el acceso terapéutico
Por otra parte, las
desigualdades en el acceso al diagnóstico, la profilaxis y el tratamiento continúan siendo uno de los principales desafíos frente al VIH. Y es que, pese a los avances, muchas personas siguen llegando tarde al sistema sanitario, y determinadas poblaciones clave afrontan barreras legales y sociales, a lo que se suma la reducción progresiva de la financiación internacional.
Ante esta situación, y tal y como señala Carrillo, se están impulsando estrategias más integrales de prevención y atención, con un mayor uso de la profilaxis preexposición oral e inyectable, el
refuerzo del cribado sistemático y la incorporación de antirretrovirales de acción prolongada como alternativa a la medicación diaria.
De forma paralela, el sector sanitario avanza hacia modelos de atención más accesibles e integrados, que
abordan conjuntamente el VIH, las ITS y las hepatitis, con
pruebas rápidas y programas orientados a reducir el estigma y consolidar un sistema de salud sexual más equitativo y sostenible, concluyen los expertos.
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