Moreno debe dar el paso de destituir a la consejera, a la gerente del SAS o a ambas, o asumirá el error como propio

Cribados de mama: si Moreno asume la responsabilidad, carga con la culpa


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Recientemente se ha conocido que el Servicio Andaluz de Salud (SAS) ha demorado más de un año, por fallos que aún no se han sabido explicar con certeza, el diagnóstico y el seguimiento de cerca de dos mil mujeres residentes en Andalucía que se habían sometido al cribado de cáncer de mama y cuyas pruebas radiológicas presentaban lesiones de dudoso pronóstico.

Según la evidencia científica hasta la fecha, es muy probable que la gran mayoría de estas mujeres no hayan tenido que enfrentarse a un proceso oncológico y 'solo' hayan sufrido meses de incertidumbre, pero por desgracia la estadística indica que un porcentaje de esas lesiones sospechosas acaban confirmándose como positivos en cáncer. De hecho, la Asociación de Mujeres con Cáncer de Mama (Amama), que fue la que hizo pública esta situación, ya ha denunciado al SAS ante la Fiscalía y valora cargar judicialmente también contra la Consejería y el Ejecutivo andaluz.

La crisis de Gobierno que se ha abierto en Andalucía por esta revelación está siendo considerable. Al presidente andaluz, Juanma Moreno, le ha pillado descolocado por el caso en sí, pero es cierto que ya andaba con la mosca detrás de la oreja acerca de cómo la consejera de Salud Rocío Hernández Soto, y la gerente del SAS Valle García, están gestionando el sistema sanitario autonómico.

Moreno ha sido quien ha parado el primer impacto, y lo tuvo que hacer casi sobre la marcha, perseguido por los medios de comunicación que lógicamente querían saber su reacción ante una noticia de tal calibre. Otras apariciones posteriores hacen pensar que ha ido digiriendo la situación, que necesita más elementos de análisis de lo sucedido para tomar decisiones. En resumen, que sigue en shock.

Pero la política estos tiempos de espera los penaliza. El PSOE, con la vicepresidenta - candidata María Jesús Montero a la cabeza ya le ha cogido ventaja, y como advirtió Redacción Médica hace unos meses, le está castigando con fuerza por este flanco. La que fuera consejera de Salud de la Junta en tiempos socialistas sabe que este renuncio en el que se ha pillado al SAS y a la Consejería abre la puerta de par en par a la incertidumbre, y la pregunta ya flota en el aire de toda la comunidad autónoma: ¿Qué otros cribados o pruebas diagnósticas habrán sufrido retrasos y dejación semejantes?

La consejera Hernández Soto ya ha dado muestras suficientes de que no es una gestora con habilidad política, y esta crisis le está quedando muy grande. En el año largo que lleva en el cargo ni ella ni su jefe de gabinete han dado muestras de saber la dimensión de los cargos encomendados. Tampoco la gerente del SAS Valle García pasa por sus mejores tiempos en el cargo, con otro 'nubarrón' sobre la cabeza desde hace tiempo por un presunto troceo de contratos que también está en manos de la Justicia.

Ante este panorama, Moreno Bonilla tiene que actuar con más contundencia, si no quiere seguir dejando el sistema sanitario regional en manos de quien seguramente ya no confía, y que problemas de este tipo vayan aflorando a su alrededor cada dos por tres. Las elecciones en Andalucía están muy cerca y la factura electoral puede ser proporcional a la tormenta desatada. Todos podemos fallar, pero si un fallo es de esta naturaleza, hay que buscar a quien tuviera la responsabilidad de velar porque no sucediera, y que asuma el error. Tiene que haber un responsable no muy alejado de la responsabilidad última que dé la cara. Si el presidente andaluz no da el paso de destituir a la consejera o a la gerente del SAS, incluso a ambas, significa que él es quien asume el error como propio. Es un sacrificio personal y político que parece exagerado porque un presidente autonómico no puede estar en el día a día de todas sus consejerías ni de todos los servicios que presta una Administración tan voluminosa como la de Andalucía.

Todavía está a tiempo de ofrecer a las pacientes no solo una solución, sino un desagravio y una disculpa acorde a la gravedad de lo sucedido. Si no lo hace, asumirá todas las culpas, y seguirá teniendo al frente de la sanidad andaluza a personas que ya han perdido su confianza, la de los profesionales de la salud y, lo más importante, la de las y los pacientes.
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