El Congreso del Grupo Español de Neurorradiología Intervencionista (GeNI), celebrado en Baiona, ha marcado un récord histórico de participación con más de 160 inscritos. Un hito relevante para una especialidad que apenas supera los 170 profesionales en toda España y que afronta el reto de compaginar la asistencia urgente con la formación continua.
Pedro Navia, presidente de GeNI, explicó que la alta demanda asistencial ligada al tratamiento del ictus agudo complica que muchos especialistas puedan ausentarse de sus hospitales. Con plantillas reducidas (una media de cuatro neurorradiólogos intervencionistas por centro), resulta difícil cubrir guardias permanentes, actividad programada y vida personal. Para facilitar la conciliación, la sociedad ha impulsado en los últimos años la retransmisión en streaming de las sesiones científicas. “Es una forma de que quienes no pueden desplazarse al congreso sigan conectados con las novedades de la especialidad”, señaló.
El presidente de la sociedad puso además el acento en la necesidad de que se apruebe el Área de Capacitación Específica (ACE) en Neurorradiología Intervencionista. Esta acreditación, defendió, permitiría establecer una formación reglada de dos años con reconocimiento oficial, algo que abriría la puerta a convocar plazas específicas en los concursos públicos. “La ACE sería clave para consolidar a los profesionales en las plantillas hospitalarias y también para atraer a nuevos especialistas desde la radiología, la neurología y la neurocirugía”, remarcó Navia.
Entre los contenidos científicos del congreso, los accesos vasculares han sido uno de los temas protagonistas. Óscar Vila, neurorradiólogo del Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo y miembro del comité organizador, destacó que la vía radial se ha consolidado como alternativa a la femoral. Además de mantener la seguridad y eficacia del procedimiento, permite que en casos ambulatorios los pacientes puedan regresar a casa el mismo día, lo que mejora su experiencia y reduce costes al sistema sanitario. La vía carotídea, menos utilizada, se reserva para situaciones en las que no son viables los accesos previos.
Vila resaltó asimismo el valor del intercambio de experiencias entre profesionales para perfeccionar la práctica clínica. Recordó que el desarrollo del tratamiento del ictus en España fue posible gracias a la colaboración entre centros pioneros y el resto de la comunidad, lo que permitió optimizar la selección de pacientes, la elección de materiales y las técnicas empleadas. “Compartir resultados y compararlos es imprescindible para detectar qué funciona y qué debe mejorarse”, apuntó.