Dos especialistas relatan cómo se enfrentan al día a día tras perder a un compañero de trabajo

El suicidio de un compañero sanitario deja un vacío en el día a día


15 abr. 2023 9:00H
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POR TANIA CALAHORRA
La muerte de un compañero de trabajo siempre es difícil de asimilar, pero lo es aún más cuando se certifica que se ha producido por suicidio. Tras la dura noticia, se debe continuar con el día a día superando una gran ausencia con tristeza y sentimientos de culpabilidad pensando que, quizá, se podría haber hecho algo por aliviar el sufrimiento que llevó a esa persona a quitarse la vida.

Es la dura situación a la que se tienen que enfrentar muchos sanitarios cuando reciben la noticia de que un colega se ha suicidado. Entre los especialistas este problema de salud mental sigue siendo un tema tabú, haciendo como que no existe en un sector en el que en realidad la tasa de suicidios es más elevada que entre la población general, alcanzando el 1,3 por ciento.

Julio Armas, facultativo de Urgencias, se ha enfrentado recientemente a esta situación en un grado mayor al tener que ser él mismo quien certificara la muerte de ese compañero. En declaraciones a Redacción Médica asegura que "llegar a un domicilio y tener que certificar la muerte por suicidio de un colega es problablemente uno de los momentos más duros de cualquier sanitario. No estamos acostumbrados a perder, a tirar la toalla, y la culpa te invade".


Armas: "Certificar la muerte por suicidio de un compañero es uno de los momentos más duros de cualquier sanitario. No estamos acostumbrado a perder"

 

Para el urgenciólogo el suceso aún es reciente y el luto solo acaba de comenzar, pero no lo es así para el anestesista Miguel Díaz, que sufrió el suicidio de un compañero hace dos años. En la lejanía, sigue describiendo la situación como "devastadora. Una persona que conoces de compartir el día a día, con quirófanos, guardias... y, de repente, nunca más va a estar entre nosotros. Desde el punto de vista psicológico es muy difícil de aceptar y de asimilar". Y en medio de esa asimilación, se debe también luchar con la culpa que invade tu día a día.

No siempre hay señales de alarma en el suicidio


"Siempre tienes esa sensación de 'yo podría haber hecho algo más', pero es que en este caso, nuestro compañero en ningún momento emitió ninguna señal de alarma o algún dato que pudiera anticipar su estado psicológico, aunque también es verdad que no siempre existen esas llamadas o avisos previos en los suicidas...", explica a este periódico.

Lo peor son los días posteriores al suceso, en los que afrontar la jornada laboral resulta 'misión imposible'. "En los días siguientes a esta tragedia es imposible trabajar con 'normalidad'. Todos nos quedamos en shock y, de alguna manera, pones el piloto automático para seguir con tu labor asistencial. Sobre todo te preguntas qué es lo que le ha llevado a llegar a esa situación de irreversibilidad".


Díaz: "Los días siguientes al suicidio de un compañero es imposible trabajar con 'normalidad'. Todos nos quedamos en shock"



Resulta difícil saber si en esta trágica decisión pudieron interceder los problemas laborales: la presión ejercida por un jefe, las guardias, la responsabilidad que atañe la labor médica... ¿son problemas de peso para que alguien lleve a querer quitarse la vida? Sin poder hallar las respuestas, los compañeros acaban redundando en estas incognitas incluso tiempo después del suceso. "Siempre me queda la duda de si en algún momento de su etapa laboral algo influyó para, de alguna manera, hundirlo más en su convicción de cometer un suicidio, siendo consciente de todas maneras que esto es algo multifactorial y, por supuesto, que su vida privada fuera del hospital también tuvo mucha influencia en esa decisión".

Sin apoyo psicológico para superar la tragedia


Ante esta situación que afecta a la salud mental de los trabajadores, Díaz denuncia que desde el centro hospitalario no se facilita ningún tipo de ayuda para superar el suicidio de un compañero, algo que cree necesario. "El hospital en ningún momento pone a disposición de nadie apoyo de ningún tipo. Estoy convencido que la noticia habrá llegado arriba, pero ha pasado muy de puntillas y sin ninguna repercusión en la salud mental del resto de los trabajadores".

Puede que los propios gestores no consideren que afecta tanto como en realidad lo hace, influenciados, en cierta forma, por la tendencia que tienen los sanitarios a no "pedir ayuda". Julio Armas afirma que no lo hacen "cuando el día a día nos supera. Cuesta reconocer que llegamos al límite de nuestros recursos de resiliencia con mucho más frecuencia de lo que queremos". En su opinión, los sanitarios no suelen "mostrarse vulnerables" porque están acostumbrados a "sembrar la paz en sitios de caos, a cuidar de los demás muchas veces más allá de nuestras posibilidades". En su día a día, deben "lidiar con situaciones verdaderamente desgarradoras escondiendo emociones detrás de la bata". Recuerda que "al salir del hospital muchos problemas traspasan la barrera y nos acompañan en noches de insomnio donde ni las lágrimas te ayudan a descansar".

El suicidio, tabú entre sanitarios


Al alcance de los sanitarios queda dar visbilidad a la situación, concienciar sobre ello e intentar desterrar el tabú. "El suicidio es tabú en general en la sociedad, pero en el ámbito sanitario, donde los estudios realizados hablan de tasas muy superiores a la población general, no es un tema que se trate con frecuencia por miedo a la estigmatización o simplemente por temor a las reacciones del resto de los compañeros", recuerda Julio Armas.

Díaz, por parte, apunta a que "la especialidad de Anestesia tiene uno de los índices más altos de suicidio entre el personal sanitario. Es un problema tremendo a nivel nacional y, en mi opinión, no se le da todo el interés que se debería. Ponerlo sobre la mesa y darlo a conocer con cifras y medidas preventivas es algo fundamental y algo en lo que deberíamos todos estar mucho más implicados", zanja.
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