¿Es posible 
eliminar por completo el Covid-19? La respuesta es no, según el epidemiólogo 
Kingston Mill, que afirma tener las 
claves para resolver una de las principales incógnitas a nivel mundial. En su opinión, las medidas, más o menos restrictivas, implantadas por gran número de países sirven para 
frenar la propagación del virus pero no a la hora de erradicarlo.
La estrategia más viable, dada la evolución del virus y su baja tasa de 
reinfección, sería la 
inmunidad de la población, aunque conseguirlo de 
forma natural puede ser "arriesgado", tal y como reconoce en el artículo publicado en 
The Conversation. La infección, aunque no se generen anticuerpos, puede 
activar las células T del sistema inmunológico, que proporcionan una defensa alternativa. lo que "sugiere una inmunidad en la mayoría de las personas, al menos a corto plazo", plantea el experto. 
Aún así, no ve acertado -a diferencia de otros científicos. que se permita la 
libre propagación del virus hasta que se consiga una 
inmunidad comunitaria. Y es que para conseguirlo se necesitaría un 
umbral de infección de entre el 60 y el 70 por ciento aproximadamente o incluso del 90 por ciento, si lo comparamos con otros virus de alta transmisión como el sarampión.
Alcanzarlo supondría, según Mills, "
muchas más muertes en los 
grupos de riesgo: personas mayores, pacientes con obesidad y personas con patologías previas". A ello habría que sumar las 
secuelas a largo plazo que se han observado hasta ahora como consecuencia del virus, incluso en cuadros leves. "Los 
riesgos asociados de perseguir la 
inmunidad colectiva natural la convierten en una 
estrategia inaceptable para reprimir el virus, y mucho menos eliminarlo", resumía el experto. 
Nueva Zelanda es el ejemplo de ello, explica. Cuando parecía que el país había conseguido acabar con el virus tras permanecer 
cien días sin nuevos contagios, los casos volvían a repuntar fruto de los viajes internacionales y "otras fuentes desconocidas". Si no se ha alcanzado el umbral de inmunidad colectiva, la población en su conjunto aún no estará protegida", afirmaba el experto tras comparar los
 estudios de seroprevalencia realizados en lugares como Dublín o Nueva York. 
Medidas estrictas de control como el 
rastreo, las pruebas de diagnóstico, el aislamiento de contactos, el distanciamiento social o el uso de mascarillas pueden ayudar a "aplanar la curva", admite, pero "llegar a cero Covid-19 con ellas es más difícil". El problema es la f
alta de eficacia de las medidas de control comunitaria "por sí solas" y el "poco apetito" que existe entre las autoridades a la hora de decretar el cierre de fronteras durante un tiempo prolongado. 
	Encontrar una vacuna efectiva a la primera, "demasiado optimista" 
Una vez descartada la propagación natural, queda la opción de la 
vacuna. Sin embargo, lograr la 
inmunidad 'de rebaño' con este tratamiento puede llevar años, advierte Mills. Para ello, es necesario encontrar una que sea 
efectiva, segura y sea posible
 fabricarla en cantidades suficientes para abastecer a los países, lo cual "lleva tiempo". "Hacerlo en el primer intento podría ser demasiado optimista".
Cualquier vacuna debería, en su opinión, ser lo suficientemente eficaz en todos los 
grupos de edad tanto para prevenir la enfermedad como para detener la propagación del virus en aquellas personas que aún no lo han tenido. No obstante, los tratamientos que actualmente están en desarrollo - más de 200- son menos ambiciosas y a
puntan a un 50% de efectividad, el porcentaje mínimo necesario para que sean "aprobadas" por las autoridades de Estados Unidos, explica.
El impacto tampoco será "instantáneo", puntualiza Mills, poniendo como ejemplo el caso de la viruela, que tardó una década en erradicarse. "Si bien una vacuna eficaz ofrece las mejores posibilidades de alcanzar cero Covid-19, 
debemos ser realistas sobre lo que es posible. La eliminación del virus en gran parte del mundo, aunque no es impensable, podría llevar una 
cantidad significativa de años".
                                        
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