El médico forense Antonio Piga fue el encargado de preparar el cuerpo de Franco para la capilla ardiente, hace ahora casi 44 años. En aquel momento el facultativo tenía 36 años y recibió este encargo del equipo médico del Caudillo que le pidió que le embalsamara.
Tal y como recuerda Antonio Piga, en declaraciones a Espejo Público, el cadáver de Franco "estaba demacrado, con las facciones serias, del color de la cera y la nariz afilada". "Era el aspecto de un cadáver que había sufrido una agonía larga. Se veían las huellas de las intervenciones quirúrgicas y una pequeña lesión en un labio por el tubo del respirador artificial", señala.
El médico considera que quienes exhumen el cadáver encontraran un cuerpo "completamente deshidratado, endurecido y muy bien conservado. A pesar de la disminución del volumen se le reconocerá perfectamente", señala. Advierte que el cuerpo "se parecerá a una momia egipcia" con la diferencia de que en esta caso tendrá todos los órganos secados y endurecidos.
Si bien, establece que en el caso de haber encontrado humedad en la tumba podría haber variaciones en el estado del cuerpo, ya que el proceso de momificación con humedad es algo distinto y puede contener alguna espora u hongo que cubra el cuerpo "como una especie de filamentos algodonosos".
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