Los especialistas deben conocer las posibilidades y limitaciones de estas técnicas de imagen en los niños

Las pruebas de imagen más usadas para diagnosticar a niños
Una sanitaria observando radiografías.


13 abr. 2023 18:10H
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Las radiografía simple y la ecografía son las pruebas de imagen más frencuentes en el diagnóstico en pediatría, según la Sociedad Española de Radiología Médica (Seram). 

La radiología simple del tórax es una prueba habitual para problemas respiratorios tan recurrentes en la población infantil, y para la valoración osteoarticular ante traumatismos y contusiones igualmente habituales en el niño. Por su parte, la ecografía permite explorar la práctica totalidad del cuerpo de los niños porque tienen poca grasa corporal, lo que proporciona una imagen con mucho detalle en la ecografía, en especial de abdomen y pelvis. También ofrece como beneficios importantes el hecho de utilizar ultrasonidos y no radiaciones ionizantes, por lo que se puede repetir la prueba las veces que se considere y no requiere procedimientos de sedación.

"Con la ecografía se puede acceder a la cavidad craneal hasta aproximadamente el año de vida, mientras las fontanelas están permeables, para hacer una aproximación diagnóstica inicial a las malformaciones encefálicas, la patología isquémico-hemorrágica y la valoración del sistema ventricular, siendo fundamental en Neonatología", explica Francisco Menor Serrano, miembro de Seram y jefe de la Sección de Radiología Infantil en el Hospital Universitario y Politécnico La Fe. “Y en las primeras semanas de vida incluso se puede explorar el canal raquídeo y su contenido al disponer de una “adecuada ventana acústica” dada la escasa osificación de los elementos posteriores de las vértebras que permiten el acceso de los ultrasonidos”.

Diferencias en pruebas de imagen en niños y adultos


En los niños dominan las patologías de alteraciones congénitas y procesos malformativos en los distintos órganos y sistemas. Además, también existen algunas disimilitudes en las infecciones osteoarticulares que afectan al esqueleto en desarrollo.

Los diversos tumores encontrados en los niños difieren de los del adultos en frecuencia y estirpe histopatológica. Sin embargo, “la lectura de los hallazgos radiológicos de un tumor es similar a la del adulto, pero con una orientación diferente en cuanto al diagnóstico de probabilidad”, apunta Menor. Hay tres diferencias a remarcar entre la exploración de adultos y niños:
  • El niño muestra una mayor sensibilidad a las radiaciones ionizantes dado su menor tamaño y el continuo crecimiento de sus órganos, por lo que el porcentaje de estudios mediante tomografía computarizada (TC) es muy inferior al realizado en el adulto.
  • Existe una mayor necesidad de sedaciones en el grupo pediátrico sobre todo para obtener estudios de resonancia magnética (RM) que requiere tiempos prolongados de exploración, entre 20 y 60 minutos.
  • El acompañamiento en los niños (por parte de la madre o el padre) en sala de exploración es un elemento de ayuda para obtener la colaboración espontánea y poder explorar al menor.
Menor señala que “es muy importante ajustar protocolos específicos en el uso de pruebas de imagen que conlleven radiaciones ionizantes en los niños en función de edad y tamaño; además de considerar también dosis variables según patología. Por ejemplo, para una TC craneal de control de talla ventricular reduciremos entre un 50 y un 70 por ciento la dosis habitual, y para valorar problemas de configuración del cráneo, tales como cierre precoz de las suturas craneales o disostosis craneofaciales, podremos reducir hasta diez veces el impacto de radiación si lo comparamos con la TC craneal utilizada para explorar un niño con traumatismo cráneo-encefálico”.

La importancia del especialista en Radiología pediátrica


El especialista en Radiología pediátrica debe conocer las posibilidades y limitaciones que tienen las distintas técnicas de imagen en los niños, con el fin de seleccionar el tipo de prueba y el modo de realizarla. En la población de menor edad hay estructuras en proceso de desarrollo que hay que conocer para no malinterpretar algunos de los hallazgos en imagen. Especialmente, el esqueleto en fase de crecimiento puede generar conflicto de interpretación radiológica entre variantes de desarrollo normal y trazos de fractura o lesiones inflamatorias o, incluso, tumorales, de los huesos. El cerebro en desarrollo muestra cambios en imagen de RM hasta los dos años de edad, cuyo desconocimiento puede causar errores diagnósticos.

“Una información clínica adecuada en la solicitud de una prueba de imagen es una información primordial tanto para adecuar la técnica de imagen como para optimizar el protocolo de estudio que vamos a realizar al niño, y que, en la población infantil, se suele individualizar con mayor frecuencia que en el adulto”, enfatiza Menor.
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