El sol puede convertirse en el desencadenante de una afección tan invisible como debilitante. Sentir picor o ardor apenas unos minutos después de exponerse al sol es una reacción denominada urticaria solar, y aunque poco conocida, es una condición limitante que afecta a pacientes cuya piel reacciona de forma anómala a la radiación ultravioleta, la luz visible e incluso algunas fuentes de luz artificial, según ha indicado Ignacio García Núñez, jefe del servicio de Alergología de los hospitales Quirónsalud Córdoba y Campo de Gibraltar.
Garcia Núñez ha explicado que esta afección es un tipo de urticaria física que se manifiesta con manchas rojas, picor intenso y habones o ronchas que, aunque desaparecen en menos de 24 horas, pueden alterar gravemente el día a día de quien la sufre. “Esta respuesta equivocada de la piel al sol se traduce en que la misma piel produce proteínas que dan alergia al mismo paciente al ser estimuladas y activadas por la luz solar”, ha señalado.
Además, no es raro que la urticaria solar se manifieste junto a otras formas de urticaria física, por lo que un mismo paciente puede presentar dos o más tipos de urticarias, ya sea en diferentes momentos o a la vez, complicando el diagnóstico y el abordaje clínico. “Lo más llamativo es que las zonas más afectadas suelen ser aquellas que menos se exponen habitualmente al sol, como el tronco o las piernas, mientras que la cara, las manos o los pies rara vez presentan síntomas”, ha destacado.
En cuanto al tratamiento, la realidad, según ha afirmado García Núñez, es que evitar el sol puede parecer sencillo, pero en la práctica no lo es. "Caminar por la sombra no basta. Es necesario utilizar protectores solares con un factor de protección muy alto, tomar antihistamínicos y, en casos más graves, considerar terapias con anticuerpos monoclonales". También ha mencionado el potencial beneficio del uso de antioxidantes.
Los efectos positivos de los antioxidantes son su protección contra el daño oxidativo, ya que neutralizan los radicales libres, moléculas inestables que pueden dañar las células de la piel, incluyendo las que causan la urticaria solar. También tienen propiedades antiinflamatorias que pueden ayudar a reducir el enrojecimiento, la picazón y las ronchas asociadas a la urticaria solar, así como ayudar a proteger la barrera cutánea, lo que la hace resistente a las agresiones externas, incluyendo la luz, y reducen la destrucción de colágeno.
La falsa creencia del “callo solar”
García Núñez se ha referido a que en redes sociales circula una práctica peligrosa conocida como “callo solar”, basada en la errónea idea de que la piel puede volverse más resistente al sol si se expone sin protección de forma progresiva. El especialista es contundente, “es una práctica irresponsable que puede derivar en daños irreversibles, como envejecimiento prematuro de la piel e incluso cáncer cutáneo”.
Por último, ha insistido en la necesidad de prevención, especialmente en épocas de alta exposición solar como el verano. “La urticaria solar no es un mito, sino una realidad que merece visibilidad, empatía y una respuesta médica rigurosa”, ha concluido.
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