Mohmoud Alí llegó a nuestro país en 1987 y se sacó la carrera a la vez que aprendía español

Cuatro PAU y 21 kilos menos: el viaje desde Sudán para ser médico en España
Mohmoud Alí, jefe del servicio de Pediatría del Hospital Universitario de Poniente, Almería.


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La oportunidad de poder estudiar Medicina en el continente vecino puede cambiar la vida de alguien al completo. Se puede tener el sueño de estudiar esa carrera, incluso ser un alumno destacado, pero que tu país no te dé las oportunidades para conseguirlo. “Siempre me había gustado estudiar, era un buen chico que sacaba buenas notas, pero en Sudán en aquellos tiempos solo había una facultad de Medicina a la que se entraba por ‘enchufe’. No tenía posibilidad”, cuenta a Redacción Médica Mohmoud Alí, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario de Poniente, en El Ejido, Almería.

Aunque ahora tiene un cargo de responsabilidad en el centro sanitario en el que lleva trabajando desde 2008, su historia no ha sido sencilla. Se remonta al año 1987, cuando un familiar que sabía que quería estudiar Medicina le ayudó a dar el salto a España para estudiar inicialmente en la Universidad de Barcelona, donde consiguió plaza en Filología. “Me dijo que no me preocupara, que él se hacía cargo de mí y que cuando terminara la carrera le devolviera el dinero, pues había hablado con mi familia y todos me decían que era imposible, que sería gastar todo el dinero”, comenta.


Selectividad en 4 provincias


En la capital catalana pasó un año de su vida estudiando español y preparando el examen de selectividad con la vista puesta en entrar en Medicina: “Hice la prueba en Barcelona, Santiago de Compostela, en Santander, y en Badajoz, para aumentar mis posibilidades”, y de todas esas finalmente le cogieron tanto en Santiago como en Badajoz, decantándose por Extremadura. Tres diccionarios sobre su mesa eran los elementos que siempre acompañaban al pediatra en sus noches de estudio durante los siete años que pasó estudiando Medicina en Badajoz: uno de árabe, uno de inglés y otro de español, además de los apuntes que tocaran. “El primer año me costó la vida, entre el idioma y que aquello era dificilísimo”, admite Alí, que recuerda que perdió 21 kilos por la presión y responsabilidad que conllevaba hacer la carrera para él. “La gente me decía que hiciera una carrera corta y me volviera a mi país”, pero no fue así, hizo Pediatría y en los últimos años ha pasado por hospitales de Cádiz, Jerez, Sevilla y Almería, donde desarrolla su jefatura de servicio.


"Un extranjero tiene que demostrar el doble o el triple que un español"



La situación en Sudán en 2025 no es la misma que en 1987 a nivel educativo, cuando emigró. El especialista explica que hoy en día hay varias facultades en las que se puede estudiar Medicina, pero la mayoría son privadas: “Los que tienen dinero estudian, los que no llegan a este nivel, no”. Aunque Alí se planteó volver en algún momento para ser médico en Sudán, eran muchos riesgos que asumir. Primero, tenía que pasarse dos años como “subespecialista” para que le homologaran el título europeo. “Cuando terminas, tienes que irte dos años a lo que ellos llaman los ‘sitios conflictivos’. Te mandaban a las zonas de guerra con el ejército”, añade, por lo que decidió quedarse en España.

Ser un médico extranjero en España


En su experiencia siendo un médico sudanés en España, dice que no ha sentido racismo, pero admite que, en consulta, cuando le ven por primera vez si detecta alguna reacción, pero opina que es normal. “Yo ya soy antiguo, ya me conoce todo el mundo. Yo llevo niños que me los han traído con 12, 13 días de vida, recién nacidos, y ahora, pues hoy en día, tienen 18 años y siguen enganchados a mí”, sostiene. Además de en la pública, compagina su trabajo en una clínica privada: “No es por ponerme una medalla, pero cuando voy hay 40 niños en la lista en mi día cuando la media es de 20”. Alí defiende que en la relación con los pacientes es esencial la tranquilidad que transmite a las familias, para ir ganando poco a poco confianza con ellos.

Su historia de vida le ha hecho armarse una filosofía en torno a cómo tratar a lo demás: “Yo creo que a las personas hay que darles oportunidad, y ya a partir de ahí, depende de uno, que aprovecha su oportunidad o la pierde. No creo que haya que discriminar a nadie”. Aún así, es consciente que esas oportunidades no llegan de igual forma a todos: “Es verdad que un extranjero tiene que demostrarlo el doble o el triple que un español, pero al final, si lo consigues, porque tienes mucha voluntad y eres luchador, depende de lo que pones de tu parte”, opina.
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