Un estudio del IBV-CSIC propone medidas para mejorar los tratamientos oncológicos

Francisco José Iborra lidera un grupo de investigación que busca cómo mejorar la eficacia de los tratamientos de quimioterapia
Francisco José Iborra, líder del grupo de Investigación del Instituto de Biomedicina de Valencia (Centro de Investigación Príncipe Felipe).


12 jul. 2023 13:30H
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Investigadores de la Unidad Mixta de Investigación del Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV-CSIC), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF), dan un paso de gigante para mejorar el tratamiento contra el cáncer gracias a un estudio llevado a cabo con la colaboración del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), el Hospital de Vinalopó (Elche) y la Universidad de Helsinki.

En el análisis, desarrollado en los laboratorios del CIPF en Valencia y cuyos resultados se han publicado en la revista Signal Transduction and Targeted Therapy, los expertos, tras estudiar detenidamente líneas celulares en cultivo de varios tipos de tumores, han descubierto cuál es el mecanismo que siguen las células cancerígenas hasta conseguir adaptarse a los efectos de la quimioterapia y, finalmente, esquivarlos. La consecuencia es que no sólo sobreviven a la terapia oncológica, sino que, además, se vuelven más agresivas para el paciente.

Por ello, estos investigadores concluyen que resulta "fundamental" profundizar más en el estudio del mecanismo y las características de las células cancerígenas que sobreviven en estas circunstancias para tener la capacidad de intervenir con más garantías en el proceso de curación del paciente combinando fármacos que ya existen, lo cual mejoraría la eficacia de los tratamientos.

¿Cómo sobrevive una célula cancerígena a la quimioterapia?


Francisco José Iborra, experto en investigación contra el cáncer y líder del grupo que ha desarrollado este estudio, explica que, como consecuencia de la respuesta al estrés que produce el tratamiento de quimioterapia, las células cancerígenas “desencadenan la degradación de proteínas, lo cual hace que la concentración de sus componentes básicos o aminoácidos aumente dentro de las propias células y se induzca, a su vez, la síntesis de proteínas”.

Fruto de ello, las células reducen su tamaño y aumentan su recambio de proteínas. He ahí, según se refleja en el estudio, la clave de su burla a la quimioterapia. “Este punto es muy importante, ya que la plasticidad celular -lo que permite que las células empequeñezcan- depende de un alto recambio proteico para que las células cambien su fenotipo”, especifica, en este sentido, Iborra.

El camino hacia terapias con mayores garantías contra el cáncer


Los resultados del estudio elaborado por el Instituto de Biomedicina de Valencia constituyen, en definitiva y como se ha apuntado, un importante paso para diseñar terapias oncológicas combinadas más personalizadas y eficaces que harían dar un salto de calidad a los tratamientos actuales. El objetivo al respecto es doble: por un lado, aumentar los índices de supervivencia y, por otro, mejorar la calidad de vida de los pacientes.

“En nuestro laboratorio hemos estudiado esta posibilidad y hemos observado que las combinaciones con inhibidores de síntesis de proteínas, de proteasoma o de autofagia ejercen un efecto sinérgico positivo, lo que sugiere que esta estrategia podría ser útil para el tratamiento de tumores resistentes a la quimioterapia”, resalta Iborra, que, sin embargo, advierte de que, antes de pasar al ámbito clínico, se ha de experimentar con modelos de animales para seguir profundizando en la eficacia de estas terapias alternativas.
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