El servicio de Hemato-Oncología pediátrica de La Paz, con Antonio Pérez-Martínez al frente, es pionero en CAR-T

Antonio Pérez-Martínez, jefe del servicio de Hemato-Oncología Pediátrica de La Paz, pionero en terapias avanzadas
Antonio Pérez-Martínez


25 feb. 2023 17:00H
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Cuatro años le han bastado a Antonio Pérez-Martínez para posicionar el servicio de Hemato-Oncología Pediátrica del Hospital Universitario La Paz como uno de los más destacados fuera y dentro de nuestras fronteras. La inmunoterapia es ya una de las piedras angulares sobre las que se sustenta su labor asistencial, docente e investigadora como jefe de Servicio. Como resultado, esta unidad ha sido testigo de avances pioneros en tratamientos con células CAR-T y trasplantes hematopoyéticos, consiguiendo sembrar nuevas esperanzas en el abordaje del cáncer infantil.

Su dilatada trayectoria, con más de 20 años dedicados a la Oncología en centros nacionales e internacionales y siendo referente en terapias avanzadas, le ha hecho comprobar la necesidad de proteger la figura del médico investigador en España y de crear nuevas áreas de especialización dentro de la Pediatría, tal y como transmitía en etsa entrevista realizada para el pódcast Jefatura de Servicio
 
¿En qué momento comenzó la Medicina a ser su modo de vida?
 
Yo no quería ser médico. Yo quería ser biólogo porque me gustaba mucho la Biología animal. Mi tía era bióloga también y mi idea era ser biólogo animal, pero es verdad que tuve un evento familiar importante como fue la enfermedad de mi padre. Estaba en tercero de BUP y a partir de ahí me reorienté de la Biología hacia la Medicina y de hecho en Selectividad es la única opción que puse para no caer en la tentación de cambiar en el último momento. Elegí Medicina aunque en mi familia no hay ningún médico y hay muy poca gente universitaria. Mi familia es bastante humilde, de un pueblo de Ciudad Real. Mi tía era de las únicas que era bióloga, pero trabajaba como profesora. Yo era buen estudiante y quería ser biólogo como Félix Rodríguez de la Fuente. Yo tampoco quería ser pediatra, quería ser médico para ayudar a mi padre, obviamente, y lo de mi padre era un tema de Oncología médica. Es verdad que en esos años de carrera hice voluntariado en los hospitales y trabajé con niños con cáncer en Granada y eso me cautivó.  A partir de ahí, decidí venirme a Madrid, donde hice la residencia en Pediatría, me especialicé en cáncer infantil en el Hospital Niño Jesús. Y luego hasta ser jefe de Servicio pasan muchas cosas. Estuve trabajando en Valencia, en Castellón y luego me tuve que ir a Estados Unidos porque para la formación e investigación en Hemato-Oncología Pediátrica, reglada como tal, el sitio es Estados Unidos. Me fui a St. Jude y allí conseguí al menos cubrirme de un pequeño barniz de investigación y de Oncología pediátrica en trasplante y en terapia celular que me permitió seguir luego ahondando en España. Tuve otra época en España, pero la cosa estaba complicada. Me volví a ir a Alemania y aprobé una oposición, la del 2011 me parece. Me incorporé  a La Paz en el 2013 y, a partir de ahí, conseguí primero la plaza de profesor numerario y titular del Departamento de Pediatría y luego la jefatura en el año 2018. Eso es un poco mi trayectoria. Como veis, es una tesitura con muchos altibajos y muy 'currada' como yo digo. La verdad es que me siento bastante orgulloso.
 
Todas esas vertientes, ¿cómo pueden confluir en una única persona?
 
Pues para mí son clave, es decir, los médicos y los que trabajamos en un hospital universitario somos médicos, somos profesores y somos investigadores, tenemos que ser así. La Medicina del siglo XXI debe ser una Medicina basada en el paciente, pero también hacia el estudiante en formación. Y los dos necesitan que la investigación alimente el conocimiento, si no quedaría coja de una pata. Yo entiendo la Medicina de esa manera, con las tres patas. Lo que estoy tratando de desarrollar en La Paz, en mi equipo, e inculcar también a la gente más joven, es que para ser un buen médico tienes que ser también un buen docente y un buen investigador.
 
Desde que usted está al mando de este equipo aquí en La Paz, ¿qué hitos se han producido en cuanto a la investigación?
 
Estamos muy contentos, porque estamos consiguiendo poner de relieve lo importante que es el sistema inmunológico de los niños con cáncer. El cáncer en los niños, que había alcanzado un techo terapéutico en los últimos años, como la quimioterapia y otros abordajes clásicos como la radioterapia sin cirugía, habían conseguido curar a muchos niños -más de los que no se curan-. Sin embargo, parecía que no podíamos seguir avanzando por ese camino y toda la investigación que ya hemos hecho desde del año 2005 hasta ahora, en el campo del trasplante génico, la terapia celular con Natural Killer (NK) con CAR-T, empieza a dar su fruto 20 o 25 años más tarde. Ya con medicamentos, ya con nuevos proyectos. Nos sentimos muy orgullosos de ser un centro designado y acreditado para CAR-T, de tener también una pequeña sala de producción propia de apenas 15 metros cuadrados, pero acreditada para producir medicamentos de terapia avanzada en investigación, para situaciones técnicas no resueltas como son los sarcomas metastásicos o las leucemias linfoblásticas. Y en esa línea es en la que estamos trabajando: tratar que la investigación e investigadores pongan sobre el tapete nuevas opciones terapéuticas para que de esa manera podamos crear el concepto y se pueda acelerar. Generar pruebas de concepto para que luego las empresas farmacéuticas puedan desarrollar nuestros productos.
 
En todo este esquema, la financiación público-privada suponemos que juega un papel muy importante...
 
Claro, es crucial. Esto que he contado así, en pocas palabras, no se podría haber hecho sin el apoyo público y sobre todo, sin el apoyo de las fundaciones privadas, que no hay que demonizar, sino que deben ir de la mano. Es necesario ese modelo, el modelo del mecenazgo, es necesario que aparezca en nuestro país como una estrategia para poder avanzar, porque los fondos públicos también son necesarios, pero son insuficientes. Hay que crear esas estrategias de mecenazgo. En nuestro caso, contábamos con la ayuda de los fondos de la Acción Estratégica en Salud del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII). Pero bien es cierto que para montar una Unidad de producción de medicamentos, de terapia avanzada, para montar una Unidad de pre-exposición a cáncer pediátrico, la Unidad de Genómica en cáncer infantil, una Unidad de secuenciación avanzada...pues ha sido gracias al apoyo de la Fundación Cris contra el Cáncer, que nos lleva apoyando desde el año 2010 aproximadamente y que fructificó en el año 2017 lo más visible que es una planta de hospitalización peculiar. Eso es lo que se ve, pero lo que no se ve, es lo que nutre. Son todos los investigadores, todos los proyectos que está apoyando, fundamentalmente con Recursos Humanos, para poder acelerar el conocimiento, generar publicaciones, tesis doctorales, proyectos de investigación que los podamos convertir en esto que os cuento. Medicamentos de terapias avanzadas aprobados y autorizados con la misma garantía que un medicamento de industria farmacéutica y que ahora tenemos que explorar en el contexto de ensayos clínicos tempranos en niños.


"Quería ser biólogo como Félix Rodríguez de la Fuente. Luego quería ser médico para salvar a mi padre"


 
¿Qué presencia debería tener ese modelo de colaboración público-privada en el resto de la sanidad, no sólo en la investigación?
 
Yo no tengo ningún perfil político pero creo que es un modelo beneficioso para el paciente. Si ponemos al paciente en el centro de nuestra preocupación, necesita que la gestión sanitaria sea eficiente: que los medicamentos y las pruebas diagnósticas ocurran en tiempo y en espacio de una forma eficaz. Y para eso conocemos que los recursos son limitados y que muchas veces el sistema público que tenemos se hace a costa de que el recurso humano sufra. El salario de un facultativo o de una enfermera en nuestro país está muy por debajo de lo que ocurre en otros sistemas públicos europeos, sin decir nada del sistema americano. Por ello, el sobreesfuerzo que se puede pedir que haga el facultativo, que haga investigación o que haga docencia, ha sido infructuoso, no se ha resuelto. Por tanto, yo creo que por ahí tenemos que tratar de seguir potenciando esa figura de médicos investigadores con ayuda pública. Pero además, tienen que aparecer fundaciones de pacientes, fundaciones sin ánimo de lucro como la Fundación Cris contra el Cáncer, cuyo objetivo es claramente impulsar y acelerar proyectos ya muy maduros, grupos de investigación trasnacional con el objetivo en cada paciente. Y que lo que hacen es poner en hospitales figuras que no están contempladas, como son los investigadores, que hasta ahora estaban en centros de investigación. Que formen parte del día a día del hospital es algo importantísimo. Entonces eso solamente se hace a través de ese tipo de alianza. En cuanto al peso, ¿cuánto tiene que ser en porcentaje? Pues no lo sé. Dependerá de cada hospital, pero a mí me parece que es necesario en todos los ámbitos de la sanidad.
 
¿Esa necesidad se intensifica en la Oncología Pediátrica? Es verdad que La Paz fue uno de los cinco primeros centros que, por ejemplo, empezó a usar terapias CAR-T en pacientes pediátricos...
 
Hablamos de cáncer infantil en singular, pero cáncer infantil son muchísimas enfermedades. Son cientos de enfermedades y ahora con la aproximación genética, probablemente, miles de enfermedades. Por lo tanto, cada una de ellas son enfermedades raras, poco prevalentes. Al decir enfermedades poco prevalentes quiere decir que el retorno de una intervención de investigación medida por la industria, el retorno económico, es pequeño. Por tanto, el modelo de industria farmacéutica hacia enfermedades poblacionales está muy enfocado al retorno económico. A pesar de que hay un Plan Europeo de Investigación Pediátrica que está del año 2005 o 2007 aproximadamente y que obliga a que un porcentaje de estos medicamentos se explore en niños, sigue siendo insuficiente. Entonces ahí es donde es necesario que haya grupos académicos de Oncología infantil, que hagan investigación académica en patologías oncológicas infantiles. Hablamos de enfermedades que en España pueden sufrir 10 o 15 niños al año, sin embargo, la información y el conocimiento que se tiene es traslacional y transversal,. Puede ayudar no solamente a la población pediátrica con cáncer, sino a la población adulta. El cáncer infantil no tiene nada que ver con el cáncer de los adultos, por eso es necesario que en España se haga el esfuerzo de formar bien a los pediatras en Oncología infantil. No hay subespecialidades pediátricas, y Oncología infantil debe de ser clave porque sino llegará un momento en el que estos pacientes serán atendidos por oncólogos médicos o por hematólogos, pero no por hemato-oncólogos infantiles. Yo me tuve que ir fuera a hacerlo.

Tenemos que intentar que nuestros pediatras de ahora pudiesen formarse en centros donde tenemos capacidad formativa para ello. Eso sería el primer gran palo que hay que tocar y el segundo que se generen lo que yo llamo 'hospitales de investigación' -no solamente hospitales asistenciales u hospitales universitarios de formación y escuelas de investigación- donde además de investigación clínica, del control de ensayos clínicos, se haga investigación académica que trate de resolver el problema que vemos en las plantas directamente en el laboratorio y haya un flujo prácticamente continuo de esa información. Perder un poco ese modelo antiguo del médico asistencial como el que da un servicio. El servicio ahora no es solamente pautar un tratamiento o hacer una exploración o una Historia Clínica, sino que hay que investigar sobre ese paciente, la patogenia, alternativas diagnósticas, preguntas no contestadas a día de hoy -que hay muchas-... A veces la actitud es esperar y ver, y siempre vamos muy por detrás de la enfermedad y tenemos que ser muy vanguardistas, midiendo siempre los pasos que damos en el sentido de no hacer daño. Es decir, siempre tratar de que prime la seguridad hacia el paciente. Todo eso es un contexto que es muy necesario que se desarrolle en hospitales universitarios de investigación y asistenciales. Y esos modelos son los que tenemos que desarrollar en nuestro país.
 
En todo este itinerario de la Medicina personalizada, que ha sido lo que ha diferenciado a este servicio, ¿cuáles han sido los puntos más complejos?
 
Los puntos más complejos siempre son la instauración de los programas, es decir, tratar de incorporar rutinas asistenciales y de investigación cuando no existía esa cadencia. La instauración de la necesidad. Ha sido laborioso. Al final no es una estrategia de un servicio, es una estrategia de hospital. Es decir, la transformación no ocurre en un servicio sino que ocurre en un hospital, porque en un hospital trabajan muchos profesionales que dan asistencia a ese paso. Al final es una cadena, son diferentes eslabones y todo tiene que estar muy engrasado para que el circuito funcione. Todo ese flujo es importante instalarlo. Hablamos de la misma manera el poder incorporar figuras como bioinformáticos, como ingenieros bioquímicos... Es decir, perfiles que da una información al médico con la cual nosotros elaboramos informes o estrategias de diagnóstico terapéuticas. Eso ha costado mucho instaurarlo. Y luego la otra gran cuestión ha sido la parte regulatoria, fundamentalmente en terapia avanzada, que como sabéis es un cuello de botella muy importante a la hora del desarrollo académico y ha venido a ahogar y a constreñir mucho los equipos. Entonces hemos tenido que incorporar a expertos en regulatoria a los equipos, hemos tenido que incorporar sistemas de calidad para que los servicios estén continuamente auditados. Es decir, al final generas una estructura que va más allá de lo que podemos pensar el médico, la enfermera, la auxiliar... En nuestro oficio y en nuestra ciudad hay expertos en regulatoria, en calidad, en Genética, en Inmunología, en Bioquímica, en Física, en Bioinformática... Eso es muy difícil que lo mantenga un sistema público tal y como lo concebimos. Sin embargo, hay que dar un servicio para que los resultados vayan optimizándose. ¿Cómo arbitramos eso? La única opción es tratar de crear un modelo mixto, un modelo compartido donde se ponga en el centro al paciente y donde a través de este mecenazgo podamos ir consiguiendo proyectos públicos competitivos nacionales e internacionales. Cada vez somos más competitivos. La Fundación Cris contra el Cáncer nos dio esa gran oportunidad y ya han pasado diez años o más y empezamos un poco a estar situados, a nivel incluso internacional.

Nos permitimos ser cada vez más pioneros, como por ejemplo con la CAR-T dual en este momento, que es algo que la industria farmacéutica en ningún momento había pensado en hacerlo en niños, pues nosotros somos pioneros en el mundo en hacerlo. Hay solamente dos grupos en el mundo haciendo esto y nosotros somos uno. Debo decir que en ese aspecto es muy importante posicionarnos desde un hospital público, es decir, nuestros salarios son de funcionarios. Sin embargo, en nuestros equipos hay personas que son tan importantes como el personal sanitario y que colaboran para que el cuidado, el manejo de esos pacientes, cada vez sea más cuidado, haya más posibilidades terapéuticas y diganósticas y las decisiones terapéuticas que se tomen, estén más argumentadas, tengan más peso científico y por tanto repercuta en la calidad de la curación o en la calidad de vida del paciente pediátrico con cáncer, que yo insisto, siempre es el gran olvidado.


"Somos pioneros en el mundo en aplicar una CAR-T dual en niños"


 
Hablando de esos hitos, en 2020 la unidad participó en un trasplante multivisceral y hematopoyético a un paciente de 15 años que ya había rechazado o tros dos trasplantes anteriormente. Fue algo pionero en el mundo. ¿Cómo se vivió desde dentro todo este proceso? 

Todavía se me ponen los pelos de punta. Para mí, a nivel médico, ha sido lo más gordo que he hecho en mi vida, el mayor impacto que ha habido en mi vida. Me siento súper orgulloso de eso. Es una de las indicaciones nuevas en las que, como dices, somos pioneros en el mundo. Recientemente se ha publicado en The New England Journal of Medicine el caso de tres niños parecidos en Stanford, con la doctora Alice Bertaina, con la que si Dios quiere, este año me iré una temporada a estar con ella. Ellos lo han hecho en trasplante renal de donante vivo. Nosotros hicimos un trasplante cadáver multivisceral. El paciente lleva ya dos años, ha hecho recientemente en junio y está perfecto. Está perfecto con un solo medicamento, inmunosupresor sin haber rechazado y estamos tremendamente ilusionados. De hecho, estamos tan ilusionados que hemos hecho un segundo procedimiento más sencillo porque era un riñón de un donante vivo, una chica joven de 34 años. Queremos impulsar este programa desde España. Un trasplante de órganos de un señor de 60 años puede durar toda su vida, pero un niño probablemente necesite tres o cuatro durante su vida porque se va agotando. Un órgano tiene una vida media de diez años en el mejor de los casos, independientemente de que sea riñón, hígado, corazón...Y en ese aspecto, inducir tolerancia a través del trasplante hematopoyético es una estrategia que fue Premio Nobel de Medicina en el año 60. El doctor Peter Brian Medawar ya hizo esta observación en vacas que tenía gemelos que compartían circulación placentaria. Lo estamos tratando de publicar también ahora y queremos intentar efectivamente cambiar la dinámica del trasplante de órganos sólidos para mejorar la tolerancia, fundamentalmente en población pediátrica. Aquel momento lo recuerdo que fue apasionante porque desde que salió la indicación tuvimos que justificar mucho a la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) el poder hacerlo. Tuvimos un periodo de formación y de training en animales de experimentación. Trabajamos en cerdos para hacer harvest de médula ósea y de cuerpos vertebrales en animales grandes, porque esto no se había hecho nunca. 

Recuerdo que en muy poco tiempo, cuando surgió el donante, nos tuvimos que desplazar a Pamplona. Era la primera vez que un equipo de hematólogos se desplazaba con el equipo de explante de órganos sólidos. Yo recuerdo eso: sudores fríos, tensión, miedo y luego el trabajo de separar las poblaciones celulares. La verdad es que estamos tremendamente contentos y creo que eso es uno de los grandes avances que va a tener la Medicina en los próximos años. En Estados Unidos se está haciendo ya en un modelo un poco diferente, un modelo más comercial. Se están vendiendo células facilitadoras de los injertos a través de modelos empresariales. Sabéis que el modelo americano es un modelo muy capitalista, en ese aspecto es donde los modelos nuestros tan docentes, tan académicos, lo que buscan no es enriquecimiento de ningún tipo, sino que ese paciente, si en vez de necesitar cuatro órganos necesita uno, pues esos tres órganos van a estar disponibles para otros tres pacientes. No hay una gran escasez de órganos. La ONT tiene estrategias para eso, como la donación en asistolia o como a las estrategias de split de los órganos que se pueden hacer o el donante de órgano vivo, pero nosotros queremos además aportar esta tolerancia al órgano a través del quimerismo mixto hematomatopoyético sin hacer daño al paciente. Por eso utilizamos acondicionamientos de intensidad muy reducida con procedimiento de purgado linfocitario que es la tecnología que estamos aplicando. Hasta ahora tenemos dos casos de éxito en el recorrido que tenemos, que son dos años. Creemos que esto va a ser un punto de inflexión importante y que España, al igual que es pionera en donación, tendría que ser pionera en innovación.
 
¿Y en qué lugar deja todo esto ya no solo a La Paz, sino a España a nivel internacional?
 
España es un país donde hay grandísimos centros asistenciales, hospitales y muchos centros de investigación. Ahora empieza a haber grupos de investigación con interés en cáncer pediátrico. Se está creando una red nacional que compartimos con adultos y niños en terapia celular tanto clínicos como investigadores, que es la red de corte de terapia avanzada, cuyo objetivo es potenciar esos medicamentos que están ya muy maduros para que en breve puedan ser una realidad y podamos, de alguna forma, ser competitivos con respecto a la industria farmacéutica, que el sistema pueda ser sostenible. Y que no haya limitación económica a la hora de poder poner estos medicamentos que a día de hoy tienen un precio muy elevado y que podrían de alguna forma hacer tambalear el sistema. España tiene grandísimos clínicos y grandísimos investigadores. Probablemente lo que hay que hacer es generar esa gran red, organizarlo de una forma más efectiva, más eficiente, que estemos todos más unidos, que no hagamos la guerra cada uno por nuestra parte, sino que lo hagamos de una forma conjunta, y en esto las sociedades científicas cada vez tienen más peso, también a nivel europeo. Por ponerle un ejemplo, la presidenta del Grupo Europeo de Trasplante y Terapia Celular ahora mismo es española y eso es muy importante. Yo ocupo un subcomité también a nivel europeo de trasplante combinado, tanto sólido como hematopoyético. Todo el recorrido que hay que hacer, que es un poco lo que tenemos que tratar de trasmitir a nuestra gente joven, es que tienen que seguir formándose. Y el seguir formándose en este momento pasa por irse fuera, porque es así, porque además Oncología Pediátrica no es una formación, por ejemplo, reglada. Entonces, hasta que no se cambie eso, y pasará un tiempo hasta que se cambie, hay que formarse fuera. Te dan un barniz muy importante, te abre mucho la mente y luego genera un networking y contactos muy importantes. Luego tú en tu nicho, en tu sitio, puedes poco a poco optimizar y mejorar lo que vas haciendo. Al final es una rueda que va creciendo.


"El mayor desafío al que me he enfrentado es el de gestionar equipos"



Es cierto que la investigación es muy poco atractiva para el personal sanitario porque no hay incentivos económicos, es decir, significa que tienes que hacerlo fuera de tu tiempo laboral o tienes que quitar de tu consulta y eso genera dificultades. Entonces ahí tenemos que ser imaginativos, tenemos que intentar apoyar esa figura del médico investigador. Que probablemente no tengan que ser todos los médicos; tendrá que haber médicos asistenciales, pero debe de haber más médicos investigadores. El investigador no está con el paciente, entonces el que realmente tiene una visión directa y clara del problema, en mi opinión, es el médico. Si el médico tiene opciones en investigación y un buen equipo de investigación, todos los proyectos que gestionen alrededor llegarán mucho antes al paciente, tendrá un compromiso mayor hacia el paciente más allá de la publicación, que es un poco lo que los investigadores tienen que justificar para poder tener financiación continua.

Nosotros, al margen, necesitamos curar al paciente, esa enfermedad que actualmente es refractaria, que no se cure como la metástasis. Que cada vez vayamos curando a más pacientes metastásicos con estrategias de este tipo, a veces en ensayos clínicos o a veces fuera de ensayos clínicos, porque es verdad que tampoco puede haber ensayos clínicos para todas las indicaciones, sería inasumible. Las enfermedades raras son un ejemplo de eso. Afortunadamente, sabéis que hay ensayos tipo 'basket', tipo 'umbrella', que nos permiten meter diferentes indicaciones bajo un mismo paraguas y eso ayuda a que los ensayos, incluso sin brazo control, puedan de alguna forma explorar esto. Es un poco lo que estamos trabajando aquí en La Paz con la Unidad de Ensayos Clínicos. Pero seguimos siendo poco competitivos. Seguimos estando muy limitados porque formamos a gente y al final se nos fuga el talento. Son gente que tienen trabajos eventuales, que tienen trabajos asociados a proyectos. Esa situación no se puede mantener en el tiempo, por muy vocacionales que seamos. Entonces ahí es donde la Administración tiene que hacer ese esfuerzo de buscar otros incentivos para estabilizar equipos de profesosionales sanitarios y de investigadores. Probablemente no haya que hacerlo ni en todos los hospitales, ni en todos los servicios, ni en todos los sitios, pero sí identificar esas patologías emergentes o esas patologías importantes que además tiene un gasto sanitario importante y tratar de que así no siga ocurriendo esto. Ahí al final es un perjuicio para todos.

 
Su servicio, además, es uno de los más distinguidos dentro de este área concreta. ¿Cuáles cree que son los elementos diferenciadores?
 
El equipo tiene que ser un equipo bien formado o un equipo con buena actitud, con ganas, que sean felices trabajando, que tengan ilusión. Luego tienen que tener una gran humanidad, porque nos dedicamos a la primera causa de muerte de la población pediátrica. No podemos olvidar que nuestro entorno a veces no es agradable y nos enfrentamos a decisiones complicadas. Ahí tiene que haber una gran madurez por parte de los equipo, una gran humanidad, una gran cercanía, pero también una grandísima formación y actitud. Y eso hay que crearlo y generarlo. El camino no siempre es fácil, siempre hay piedras, pero también hay un liderazgo fuerte y constante que nos permite conseguir ese objetivo y que tiene la capacidad de tirar de los equipos cuando las cosas no van tan bien, de modificar una visión también muy internacional. Salir de aquí, de nuestras puertas, de nuestra Paz. Es decir, tenemos que mirar al mundo, mirar a otros centros, tener compañeros en otros centros también de los que aprendamos. Esa internacionalización de los cuidados que a golpe de mail o de teléfono o de Whatsapp enseguida podamos tener un feedback, ¿no?. Pues todo eso es lo que hay que construir para que al final al paciente le llegue lo mejor.
 
¿Esa gestión de equipos sería uno de los principales retos en la jefatura de Servicio?
 
Sin duda. Para mí el mayor desafío al que me he enfrentado es el de gestionar equipos, gestionar personas. Ten en cuenta que en nuestro equipo no solamente hay personal médico, sino que tenemos personal investigador. Cohesionarlos, salir cada uno de su sitio, atender a los objetivos, la ilusión de cada uno, que cada uno se sienta importante, respetar espacios, ayudar y darles herramientas para que tengan ilusión por cada día. Hacer un trabajo un poquito mejor. Ese es el desafío más importante. Transmitir la ilusión. No es fácil. Es mucho más fácil dejar la inercia del desánimo, porque el entorno no es agradable. Prácticamente nadie del equipo tiene plaza en propiedad, la mayoría son interinos y asociados a los investigadores, ya ni os cuento. Hay que generar ese ambiente de confianza, de que poco a poco vayan consiguiendo su objetivo: esa estabilización. También es cierto que cuando uno ve resultados o ve que las cosas se hacen de otra manera, se retroalimenta. Entonces puedo tener un actitud un poquito más dubitativa, pero a medio plazo se ve que las cosas se van haciendo un poquito mejor. Yo creo que nos queda mucho recorrido y esperemos que en los próximos diez o veinte años podamos aportar mucho a los pacientes y a los niños con cáncer.
 
¿Qué consejo le daría al próximo jefe de Servicio de Hemato-Oncología Pediátrica aquí en La Paz?
 
Que buena pregunta. Pues que aprenda lo bueno de cada uno, pero que también aporte, que mejore a su profesor y obviamente que tenga ilusión. Que cuide a sus compañeros, que tenga buena relación con el hospital, que cuide a los familiares y a los pacientes, que los ponga en el centro. Que se forme. Hay una frase que decía Donald Pinkel, "las nuevas generaciones no tienen que aferrarse al conocimiento ya establecido, sino que tienen que ser capaces de modificarlo". Probablemente el próximo jefe de Servicio de Hemato-Oncología infantil y la Unidad de Terapias Avanzadas contra el cáncer de la Paz tenga algunos problemas clínico- oncológico ya resueltos pero quedarán otros sin resolver. Que tome eso como su gran reto. Un poco lo que decía Pinkel de que no continuemos, no perseveremos lo ya establecido, sino que seamos capaces de modificar las inercias para llegar a conseguir nuestro objetivo. Y eso lo que tiene que hacer un buen líder y un buen jefe de Servicio de la próxima unidad.
 
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