El CSIC ha participado en este estudio internacional.                                             
                                        
                                        
                                            Un equipo internacional de investigadores con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (
CSIC) ha observado por primera vez la
 influencia que un 
estilo de vida activo tiene sobre la
 capacidad regenerativa del 
sistema nervioso periférico, es decir, el conjunto de nervios craneales y espinales que controlan las funciones motoras y sensoriales. Así lo explica el investigador 
Ángel Barco, que ha liderado la participación del Instituto de Neurociencias
 UMH-CSIC, en Alicante, en este estudio internacional. Los resultados se publican en la revista 
Science Translational Medicine.
Ya se sabía, por estudios con
 roedores, que el cerebro se beneficia de un estilo de vida activo, explica Barco: “Los animales de laboratorio que viven en
 ambientes enriquecidos, con ruedas para hacer ejercicio, juguetes y presencia de otros animales, muestran 
mejor rendimiento en las
 pruebas de memoria y 
orientación, tienen 
más neurogénesis en el 
hipocampo, y también 
más espinas dendríticas, las estructuras de las neuronas que permiten la formación de sinapsis o contactos entre las células nerviosas. Y ahora, con este trabajo se comprueba que también el sistema nervioso periférico se beneficia de un estilo de vida activo”, resalta Barco.
	
		
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					El hallazgo explica por qué quienes han llevado un estilo de vida activo se recuperan mejor después de una lesión medular 
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Este hallazgo explica por qué las
 personas que han llevado un "
estilo de vida activo" se 
recuperan en 
mayor medida después de una
 lesión medular que aquellas con estilo de vida "menos activo”, apuntan los investigadores del Imperial College de Londres, liderados por la 
Simone Di Giovanni.
Aunque el trabajo aún se encuentra en una 
etapa temprana, los hallazgos abren un "
camino realista" que prueba los vínculos entre el estilo de vida activo preexistente y la recuperación posterior de una lesión en la columna vertebral, y posiblemente a ensayos clínicos en pacientes humanos.
“Esencialmente, al 
aumentar la 
actividad de las neuronas que detectan 
estímulos ambientales, hemos sido capaces de 
promover el potencial regenerativo de los 
nervios después de una 
lesión de la médula espinal", explica Di Giovani. “Descubrimos que el enriquecimiento ambiental, como alojar ratones en una jaula más grande de lo habitual, con otros ratones, más juguetes, túneles, columpios, ruedas, etc., aumenta la actividad de las neuronas. Esto conduce a cambios en la expresión génica que hacen que el nervio sea 
más propenso a regenerarse", explica Di Giovanni, que ha coordinado el estudio internacional.
	Participación del Instituto de Neurociencias UMH-CSIC
Los investigadores identificaron una molécula clave llamada 
CREB-Binding Protein (CBP), un regulador de la expresión génica capaz de
 reprogramar las neuronas, alterando la expresión de varios genes, y aumentando así su capacidad para regenerar los nervios dañados.
El equipo de Ángel Barco lleva mucho tiempo trabajando con la proteína CBP, y tienen un 
modelo de ratón que carece de ella. “Al poner a los animales deficientes en CBP en un ambiente enriquecido, vimos que no son capaces de responder a estos estímulos y no se produce el incremento en la reparación de las lesiones”, explica el doctor Barco.
	
		
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					Se necesitan más estudios para demostrar que el medicamento es seguro en humanos 
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Gracias a este modelo animal quedó claro que CBP era una 
molécula clave, susceptible de convertirse en una 
diana terapéutica para 
aumentar la regeneración después de una lesión medular.
Cada célula del cuerpo humano contiene una
 larga hebra de ADN, de unos
 dos metros, con la 
información genética. Para que quepa en el 
interior del núcleo celular este
 ADN está 
enrollado sobre unas proteínas denominadas
 histonas, formando una especie de 
collar de perlas. Para que los genes puedan expresarse, las cuentas de ese collar deben desenrollarse parcialmente y con precisión en el momento adecuado. Y es en este punto donde interviene la proteína CBP.
En 
ensayos con
 ratones y 
ratas, administrar un compuesto que 
aumenta la actividad de la 
proteína CBP seis horas después de la
 lesión de la columna, y posteriormente una vez por semana, promovió la 
regeneración de las fibras nerviosas dañadas. Tras la lesión y el tratamiento con el
 fármaco, las ratas, que de otro modo no podían caminar correctamente, 
recuperaron una movilidad significativa en sus 
patas traseras, en comparación con los animales de control, sin tratamiento.
Aunque este tratamiento 
no está muy lejos de ser
 probado en la 
clínica, se necesitan 
más estudios para 
demostrar que el medicamento es 
seguro en humanos. Una vez comprobado, podría potencialmente combinarse con la neurorrehabilitación en las personas que han sufrido una lesión medular.                                        
 
                                        
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