La Universidad Case de la Reserva Occidental.
Un equipo internacional ha identificado por primera vez un
mecanismo celular específico que conecta una
mutación genética rara asociada a la
esclerosis lateral amiotrófica (ELA) con el deterioro de las neuronas motoras. El hallazgo, publicado en
EMBO Molecular Medicine, describe cómo la variante P56S del gen VAPB provoca un desacoplamiento entre el retículo endoplasmático y las mitocondrias (dos estructuras esenciales para la energía y la comunicación celular) y
activa una ruta de defensa conocida como respuesta integrada al estrés (ISR).
El estudio, realizado con
neuronas motoras derivadas de células madre pluripotentes inducidas (iPSC), demuestra que al bloquear farmacológicamente la ISR con un compuesto experimental llamado
Isrib se recuperan funciones alteradas por la mutación, como la
capacidad de las neuronas para generar impulsos eléctricos o mantener su potencial de membrana mitocondrial.
Estos resultados
son alentadores porque apuntan a un posible enfoque terapéutico de precisión:
tratar de 'apagar' la respuesta de estrés en pacientes con esta mutación concreta para preservar la función neuronal. También respaldan la idea de que la ELA no es una enfermedad única, sino un
conjunto de subtipos que podrían requerir estrategias personalizadas.
Sin embargo, los propios autores advierten de
varias limitaciones importantes. Los experimentos se han realizado exclusivamente en
modelos celulares de laboratorio, que no reproducen la complejidad del organismo humano ni la interacción entre neuronas y otros tipos celulares. Además,
la mutación estudiada es extremadamente poco frecuente, por lo que los hallazgos no pueden extrapolarse al conjunto de pacientes con ELA, en su mayoría con formas esporádicas o con mutaciones distintas.
Tratamiento ELA solo evaluado en placas de cultivo
Otro punto clave es que el potencial terapéutico de ISRIB
se ha evaluado solo en placas de cultivo. No hay evidencia de su eficacia o seguridad en modelos animales ni, mucho menos, en personas. De hecho, dos ensayos clínicos recientes con fármacos que actúan sobre la ISR
no lograron mejorar la supervivencia ni la función motora en pacientes no seleccionados por su genética.
En definitiva, el trabajo aporta un mapa más claro de cómo una mutación concreta puede dañar las neuronas motoras y abre
una vía de investigación que podría beneficiar a un grupo reducido de pacientes, siempre que futuras pruebas en modelos más complejos y ensayos clínicos confirmen estos resultados. Para el conjunto de la comunidad con ELA, el mensaje es de prudente optimismo: cada descubrimiento de un mecanismo concreto acerca un poco más la posibilidad de tratamientos personalizados, aunque el camino siga siendo largo.
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