Jiménez Ruiz considera erróneo considerar que el cigarrillo electrónico lleva al abandono del tabaco tradicional

Cuatro de cada 10 usuarios de e-cigarros se convierten en fumadores duales
Carlos Jiménez Ruiz, presidente electo de Separ y presidente del Comité de Control del Tabaquismo de la ERS.


12 oct. 2017 12:00H
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POR SANDRA MELGAREJO
“Los estudios que hacen cálculos aproximativos de cómo se reduciría la mortalidad y la morbilidad si se cambiara el consumo de cigarrillos manufacturados por cigarrillos electrónicos son peligrosos y tienen graves deficiencias metodológicas”. Esto es lo que opina Carlos Jiménez Ruiz, presidente electo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) y presidente del Comité de Control del Tabaquismo de la Sociedad Europea de Neumología (ERS), tras conocer los resultados de una investigación del Centro de Cáncer de Georgetown, en Estados Unidos, publicados en la revista Tobacco Control. Partiendo de la base de que el e-cigarrillo tiene menos sustancias tóxicas que el tradicional, el trabajo concluye que, en total, los fumadores de tabaco podrían ganar 86 millones de años de vida si se pasan al vapeo.

Para defender su postura, Jiménez Ruiz argumenta, en primer lugar, que los datos de patología asociada al consumo de cigarrillos electrónicos son resultados “a muy corto plazo”. “Una de las sustancias tóxicas que hay en el vapor del cigarrillo electrónico es el propilenglicol, cuyo efecto, a corto plazo, produce inflamación de la mucosa bronquial, pero no tenemos ni idea de cuáles son los efectos a largo plazo de un consumo continuado”, explica.

En segundo lugar, considera erróneo partir de la base de que la utilización de cigarrillos electrónicos llevaría al abandono de los tradicionales: “Eso no se sabe auténticamente. Es más, en los estudios en los que se han utilizado e-cigarrillos como dispositivos para dejar de fumar, hasta un 40 por ciento de los sujetos se convierte en fumadores duales, es decir, consume cigarrillos electrónicos y manufacturados. El resto continua fumando y algunos lo dejan, pero a corto plazo”.

Por último, Jiménez Ruiz reitera que considera “muy peligroso” hacer este tipo de estudios cuando solo se tienen datos sobre cigarrillos electrónicos a muy corto plazo. “Es una deficiencia metodológica importante que nos debe alertar para recibir este tipo de estudios con mucha cautela. Es cierto que el cigarrillo electrónico tiene menos sustancias tóxicas, pero todavía no se pueden hacer previsiones para el futuro sobre su impacto en la morbimortalidad atribuible al consumo de tabaco”, concluye.
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