Luis Buzón, portavoz de la Seimc, asegura que menos del 3 por ciento de los pacientes vuelve a la medicación oral

España lidera el mayor estudio sobre tratamiento inyectable para VIH
Vacuna.


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Desde finales de 2022, España forma parte de uno de los avances más significativos en el tratamiento del VIH: la utilización de antirretrovirales inyectables de larga duración, concretamente cada dos meses. Gracias a la colaboración de 57 hospitales españoles con diversidad de tamaños se ha creado una cohorte llamada Relativity -la mayor a nivel mundial- que recoge "la experiencia en vida real con esta medicación". Así lo confirma en Redacción Médica el jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario de Burgos y portavoz de Seimc, Luis Buzón, que está a la cabeza de este proyecto y que asegura que es una alternativa eficaz y revolucionaria que mejora la calidad de vida de los pacientes y reduce el estigma.

"Ha sido la primera vez en la historia que hemos podido dejar de tratar a las personas con VIH con pastillas diarias", afirma Buzón, en relación a esta iniciativa que no cuenta con financiación.


Impacto emocional y social


La eficacia demostrada en el estudio, tal y como explica el facultativo, "es muy buena" y "comparable" al tratamiento oral, aunque Buzón señala que su importancia radica en el impacto que ha tenido en muchas de las personas infectadas y que, por el estigma, viven su diagnóstico en secreto: "Ha abierto una puerta de privacidad y permite apagar un poco el cerebro". En este sentido, reconoce que los pacientes ya no tienen que recordar todos los días cuál es su situación cada vez que toman la pastilla. "Desconectan y sienten que no tienen nada".

Y es que el facultativo señala que el VIH "tiene una cuestión diferencial que no tiene ninguna otra enfermedad", porque la gente se lo oculta hasta a sus seres queridos y las pastillas suponen "una visibilidad no deseada", ya sea cuando se recogen en la farmacia, en casa o cuando se viaja. Entonces, para las personas infectadas, el tratamiento inyectable les permite "un mecanismo psicológico de bienestar" durante dos meses.

Además, Buzón señala que "es muy raro" que las personas que empiezan el tratamiento antiretroviral inyectable pidan volver a la medicación oral. "Son menos del 2-3 por ciento. Parece ser una estrategia terapéutica suficientemente buena y convincente como para no los pacientes que la prueban no quieran volver a tomar pastillas nunca más".


Sesgo de género


A diferencia de otros ensayos, la cohorte española ha generado mucha información sobre VIH "que precisamente intenta responder cosas que no están respondidas", como por ejemplo su influencia en ciertos sectores de la población como las personas mayores, mujeres y los migrantes. "Los ensayos, por perfectos que sean en su diseño, no pueden abarcar la totalidad de los perfiles y situaciones que luego genera la vida real", detalla, al tiempo que destaca las ventajas de incorporar la información obtenida tanto en grandes hospitales como en aquellos comarcales. 

En este sentido, informa de que las personas de edad avanzada "están practicamente no representadas" en los ensayos clínicos porque "es complicado reclutarlas". Igualmente, las mujeres están "interrepresentadas" y en este estudio se ha "conseguido juntar una cantidad importante" de ellas, así como de población emigrante que está en España con la que también se ha generado mucha información.

Tasa de aceptación 


Por eso, Buzón resalta que los resultados conseguidos "en vida real se alinean por completo con los ensayos clínicos en términos de eficacia, de seguridad y de tasa de abandonos". Esto quiere decir que los datos "excelentes" que proporcionaban los ensayos se alinean con una "tasa de aceptación excelente". Esa información "de alta calidad" se va a presentar en el mes de octubre "tanto en el Congreso Americano de Infecciosas, que es en Atlanta, como en el Congreso Europeo de SIDA, de VIH, que es la Sociedad Europea de Sida (EACS)", concluye Buzón. 

Haciendo un mapa general, destaca tres líneas de investigación en VIH en la actualidad. La primera de ellas, la vacuna, que es "francamente compleja porque hasta la fecha ninguna ha conseguido probar una eficacia buena", reconoce. La segunda es la cura radical de la enfermedad, es decir, "que encontráramos una medicación, una estrategia terapéutica, que permitiera curar radicalmente a las personas que están infectadas y no dependan de una medicación de por vida. Curarlas como curamos la hepatitis B". Algo que, indica, no existe de momento pese a que hay mucha investigación. La tercera línea, es la de  los fármacos, que son "el futuro", aunque también el presente porque la aprobación del fármaco fue hace 3 años. "Casi toda la investigación en nuevos fármacos va por esta vía, que es el tratamiento parental de larga duración".

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