Francisco Gómez Delgado es autor de un reciente estudio que analiza el impacto de la contaminación medioambiental

Francisco Gómez Delgado, médico y autor principal del estudio 'Contaminación medioambiental y salud cardiovascular'; y Pablo Pérez, coordinador y médico internista del Hospital Reina Sofía.
Francisco Gómez Delgado, jefe de Servicio de Interna del Hospital Universitario de Jaén y autor principal del estudio; y Pablo Pérez Martínez, director científico del Imibic.


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"La contaminación medioambiental debe ocupar un lugar central en la prevención cardiovascular". Así lo defiende Francisco Gómez Delgado, jefe de Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario de Jaén y autor principal del estudio 'Contaminación medioambiental y salud cardiovascular: Retos y nuevas perspectivas', publicado en Clínica e Investigación en Arteriosclerosis. Un trabajo que también ha contado con la esencial participación como coautor y coordinador de Pablo Pérez Martínez, director científico del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic).

En esta entrevista, Gómez Delgado subraya el papel emergente del exposoma y alerta sobre el impacto sistémico de factores como la polución atmosférica, acústica o lumínica, que aún no se integran plenamente en la práctica clínica ni en las políticas sanitarias.

Su trabajo ha sido publicado en Clínica e Investigación en Arteriosclerosis, una revista de referencia en el ámbito cardiovascular. ¿Qué impacto espera que tenga esta revisión entre los especialistas en arteriosclerosis y riesgo vascular?

Nuestra intención es poner de manifiesto el papel de la contaminación medioambiental en la salud cardiovascular. Las últimas evidencias epidemiológicas nos ponen de manifiesto que la contaminación es el principal factor implicado en la causa global de enfermedad a nivel mundial. Hasta ahora el manejo del riesgo cardiovascular se ha centrado en factores de riesgo clásicos como la hipertensión, la diabetes y la dislipemia; sin embargo; debemos prestar atención a todos estos factores de riesgo “emergentes” relacionados con un riesgo cardiovascular “residual o persistente”

¿Qué motivó al equipo a realizar esta revisión integral sobre el exposoma y su relación con la salud cardiovascular?

Nos motivó la necesidad de trasladar este conocimiento a la comunidad médica sobre como el impacto de la contaminación atmosférica, acústica, lumínica junto con el cambio climático entre otros factores influye en la salud cardiovascular.  Ordenar el conocimiento y la evidencia disponible así como explicar los mecanismos fisiopatológicos son claves para poder introducir su consideración en la práctica médica. 

¿Qué contaminante ambiental representa hoy el mayor reto para la salud cardiovascular en España?

Sin duda alguna, la contaminación atmosférica derivada de la industria energética, el transporte y la industria de manufactura constituye el principal contaminante en nuestro país y diría que a nivel mundial. Las partículas y compuestos volátiles que se generan en este tipo de contaminación aglutinan una cantidad de evidencia epidemiológica de su impacto a nivel inflamatorio sobre la vía respiratoria e incluso a nivel sistémico generando efectos a nivel de disfunción endotelial y estrés oxidativo entre otros fenómenos.

¿Cree que los profesionales sanitarios están preparados para integrar el concepto de exposoma en la práctica clínica?

Todavía queda trabajo por hacer, si bien hay un interés creciente por este campo de conocimiento aún no tenemos herramientas para medir la exposición a estos factores ambientales e integrarlos en perspectiva en el abordaje y seguimiento del riesgo cardiovascular al igual que hacemos con otros factores como la actividad física, la dieta o el consumo de tabaco, por ejemplo.

¿Qué políticas públicas considera prioritarias para reducir la carga cardiovascular asociada a la contaminación ambiental?

La transición hacia las energías renovables es fundamental. Promover la movilidad sostenible, la creación/preservación de espacios verdes o que minimicen la exposición a estos contaminantes medioambientales, proteger a colectivos especialmente vulnerables como ancianos o pacientes con patología respiratoria/cardiovascular previa se tienen que tener en cuenta. Por otro lado, es primordial también la implantación de reglamentación a nivel global que equilibren también la exposición a esta contaminación medioambiental, especialmente en países menos desarrollados en donde el efecto negativo para la salud es mucho mayor por este motivo.

¿Qué riesgos cardiovasculares destacaría como más preocupantes en relación con la contaminación acústica y lumínica?

Con respecto a la contaminación acústica, su efecto activador sobre el sistema nervioso simpático genera una auténtica respuesta de estrés en nuestro organismo que favorece la aparición de hipertensión arterial con un efecto directo a nivel cardiovascular con mayor riesgo de eventos coronarios o arritmias cardíacas entre otros. La contaminación lumínica altera nuestros ritmos circadianos generando lo que conocemos como “cronodisrupción” a su vez relacionada con la modificación en la cantidad y calidad del sueño con un claro impacto negativo a nivel cardiometabólico.

¿Qué papel pueden desempeñar los médicos internistas en la lucha contra la contaminación ambiental desde su consulta?

Más del que creemos, la visión holística y global del paciente que se realiza en Medicina Interna permite incorporar datos en la valoración del paciente sobre su entorno medioambiental y la exposición a estos contaminantes con el impacto multiorgánico que estos pueden tener y explicar los procesos nosológicos en cada caso.

¿Considera que los estudios epidemiológicos actuales capturan adecuadamente las desigualdades sociales en la exposición a contaminantes?

No del todo, el nivel socioeducativo, la renta económica y sobre todo el déficit en el acceso a la sanidad inciden de forma directa en el impacto de la contaminación ambiental sobre la salud. A pesar de que se tienen cada vez más en cuenta, gran parte de los estudios epidemiológicos analizan los niveles de exposición y el efecto a nivel cardiovascular sin tener en cuenta nada más. Evidentemente, mejorar este aspecto es crucial para equilibrar esta desigualdad en salud poblacional tal y como hemos comentado previamente.

¿Qué líneas de investigación futuras considera prioritarias tras esta revisión?

El futuro debe orientarse al desarrollo de herramientas que nos permitan medir en el individuo la exposición a estos contaminantes ambientales, así como poder cuantificar y evaluar el efecto acumulativo en esta exposición. Por tanto, es crucial invertir en identificar biomarcadores que permitan evaluar con mayor precisión esta exposición medioambiental e igualmente, qué intervenciones son más efectivas para minimizar su impacto sobre nuestra salud. Y quién sabe, su inclusión como factor a valorar en las escalas de estratificación de riesgo cardiovascular.
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