La sociedad se ha sumado a la Declaración de Cracovia para frenar la carencia de este mineral y sus efectos en la salud

La SEMG se compromete a luchar contra las consecuencias de la falta de yodo
Guadalupe Blay.


19 abr. 2018 13:20H
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POR REDACCIÓN
La Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) se ha sumado a la Declaración de Cracovia sobre el Yodo, suscrita por epidemiólogos, endocrinólogos y nutricionistas de toda Europa para poner freno a las graves consecuencias de la deficiencia de este mineral en la salud pública, considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la causa más prevalente de retraso mental prevenible a nivel mundial.

El Área de Endocrinología y Nutrición de la SEMG, cuya responsable es Guadalupe Blay, ha apoyado y trabajado desde su creación por la corrección de la deficiencia de yodo y sus graves efectos. Sus integrantes, entre las que se encuentran José Muñoz y Mª Carmen Millón, proponen traer las medidas que contiene la Declaración de Cracovia sobre el yodo “al terreno de lo cotidiano, en el día a día de la atención al ciudadano a nivel de la Atención Primaria de salud, con consejo, asesoramiento y evaluación de actuaciones”.

Recomendar sal yodada, evaluar la nutrición y vigilar la aparición de efectos indeseables, entre las medidas



Desde la SEMG proponen tres medidas para hacer frente a este problema de salud pública. En primer lugar, quieren que se recomiende la utilización de sal yodada a la población. “No es necesario aumentar la ingesta de sal, sino utilizar la sal que aporta el yodo necesario para el funcionamiento diario del tiroides (síntesis de tiroxina), imprescindible para la vida”, explica Millón. En concreto, las necesidades de yodo son de 150 microgramos en el adulto, mientras la mujer embarazada y en periodo de lactancia necesita 250 microgramos diarios.

La segunda medida que proponen es evaluar la nutrición en yodo a nivel poblacional desde Atención Primaria, puerta de entrada al sistema de salud. Esto se haría realizando estudios de los trastornos relacionados con la deficiencia de yodo (TDY): bocio en todas las edades; trastornos de crecimiento y desarrollo en niños; e hipo o hipertiroidismo en niños, adultos y, especialmente, en embarazadas.

La tercera y última propuesta pasa por vigilar la aparición de efectos indeseables e investigar su posible relación con la sal yodada (por defecto o por exceso), con el compromiso de hacer visible los resultados y comunicarlos a sociedades científicas y a la población.

Medida más eficaz

La yodación universal de la sal ha demostrado ser la medida más barata, eficaz y eficiente de corregir la deficiencia de yodo. Y, además de las recomendaciones a los gobiernos, que según la sociedad "deben velar por un adecuado producto" (producción, distribución y control del comercio y utilización), “somos los profesionales sanitarios a todos los niveles los encargados de velar por la salud de la población, educando, aconsejando, investigando, pero, sobre todo, acompañando a nuestros pacientes y cuidando de que las medidas no queden en el papel”, concluye Millón.

La deficiencia de yodo durante el embarazo puede condicionar un menor desarrollo intelectual al producir daños en el desarrollo del sistema nervioso central, que serán irreversibles al nacer. Asimismo, las consecuencias de esta deficiencia en la población se traducen en una alta prevalencia de bocio, nódulos tiroideos, hipo e hipertiroidismo. También se ha relacionado con un peor curso de enfermedades crónicas físicas y mentales (cardiovasculares, músculo-esqueléticas, depresión, demencia) y el aumento de cuadros de hiperactividad y déficit de atención (TDAH) en niños y adultos.

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