El experto en MIR, José Curbelo, analiza al detalle los motivos que incrementan la dificultad actual de la prueba

La 'tormenta perfecta' que hace del MIR un examen cada vez más difícil
Instantes previos al inicio del examen MIR.


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El examen MIR es cada vez más difícil. Y no solo por el temario o por las preguntas que plantea el Ministerio de Sanidad cada año, sino por una combinación de factores que configuran lo que el médico internista y divulgador José Curbelo denomina una “tormenta perfecta” para los aspirantes.

En un reciente vídeo dirigido a los futuros especialistas, Curbelo analiza los tres motivos clave que explican por qué el acceso a la plaza deseada se ha convertido en un reto más exigente con cada convocatoria. Dos de ellos, la creciente competitividad y el aumento del volumen de conocimiento médico, son prácticamente inevitables. El tercero, sin embargo, la dificultad para mantener la concentración en un entorno hiperconectado, puede y debe ser combatido por los propios opositores.

Una oposición cada vez más competitiva


“La dificultad del MIR no depende de si las preguntas son fáciles o difíciles, sino del nivel medio de los aspirantes”, señala Curbelo. En los últimos años, la expansión de las plazas MIR ha facilitado el acceso a la formación sanitaria especializada en términos generales, pero posicionarse entre los primeros puestos es cada vez más complicado.

Según el experto, los nuevos egresados llegan al examen con una preparación teórica más sólida que nunca. La formación universitaria ha evolucionado, las academias son más especializadas, y muchos estudiantes comienzan a entrenarse para el MIR desde cursos tempranos. Todo esto configura un “cóctel” de opositores con altísimo nivel que eleva el listón año tras año. “Hace años era difícil conseguir plaza. Hoy, estar entre los 3.000 primeros es lo verdaderamente difícil”, resume Curbelo.

El saber médico no deja de crecer


El segundo gran factor que explica el aumento de la dificultad es la enorme expansión del conocimiento médico. La Medicina evoluciona de forma acelerada, con nuevas técnicas, tecnologías, terapias y pruebas diagnósticas que los futuros médicos deben dominar para responder adecuadamente al examen.

Curbelo pone un ejemplo personal: “En mi época había que saber Saldelli y la semiología de cardiología, pero no era necesario conocer los planos del ecocardio ni interpretar una resonancia cardíaca”. Hoy, el nivel de exigencia se ha multiplicado. “El EBUS, la OCT, los monoclonales… Esto se extiende a todas las especialidades, tanto para el diagnóstico como para el tratamiento”.

Esta sobrecarga cognitiva dificulta discernir qué es lo esencial. “No existe un consenso claro sobre cuál es el núcleo del conocimiento que debe tener todo médico especialista, y eso se traslada al MIR, donde pueden preguntarte desde cuestiones generalistas hasta otras absolutamente específicas”, lamenta.

El déficit de atención como enemigo silencioso


Pero si hay un factor que para Curbelo está marcando una diferencia decisiva —y del que poco se habla— es el entorno digital y su impacto en la capacidad de concentración. “Vivimos tiempos de déficit de atención. Nadie puede competir con los algoritmos de Instagram o TikTok”, afirma.

A su juicio, el móvil se ha convertido en uno de los mayores obstáculos para el estudio efectivo. Y eso tiene consecuencias directas en un examen que exige horas de preparación profunda, sostenida y de calidad. “Es una auténtica proeza mantener horas y horas de trabajo frente a los libros o a los test sin tener cerca el dispositivo”, reconoce.

Por ello, anima a los opositores a tomar medidas prácticas. Él mismo utiliza una app llamada Forest, que “gamifica” el no usar el teléfono: “Mientras se estudia, crecen árboles virtuales”. Pero más allá de esta herramienta, recomienda apagar notificaciones, activar el modo avión o establecer horarios limitados de uso del móvil. “No se trata de irse a una cueva, sino de ponerle un candado simbólico al teléfono”, explica.

No estudiar más, sino estudiar mejor


Curbelo insiste en que no se trata de aumentar el número de horas de estudio, sino de rentabilizar mejor el tiempo disponible. En un entorno donde el contenido crece, la competencia aumenta y las distracciones se multiplican, el enfoque debe ser estratégico. “Haz la prueba durante una semana. Si sientes que no estás rindiendo, intenta restringir el uso del móvil y verás cómo mejora tu capacidad de atención”, aconseja.

Para él, esta es la única palanca real sobre la que los aspirantes pueden actuar. “No puedes hacer que la competencia tenga menos conocimientos. Tampoco puedes reducir el temario, porque la realidad se impone. Lo que sí puedes hacer es optimizar tu tiempo”.
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