Botiquín de la Caleta del Sebo (La Graciosa).
El viento arrecia en las tranquilas calles de
Caleta del Sebo. La arena de sus calles sin asfaltar golpea contra las blancas fachadas de la localidad, el único núcleo de población de importancia en
La Graciosa. A penas 700 vecinos residen todo el año en el enclave, acompañados por la visita esporádica de los visitantes que saltan a la isla desde la cercana
Lanzarote. La calma forma parte del estilo de vida del lugar y principal reclamo para el turismo. Una apacibilidad que proviene del aislamiento al que se enfrentan los habitantes de la ínsula. Entonces, la relajación se convierte en falta de servicios. El mar, en frontera. No obstante, al igual que los alisios encuentran espacio para recorrer el níveo callejero, también lo hace la sanidad. Los gracioseros cuentan con consultorio local. También está garantizado el acceso a medicamentos. Y es que la tierra también choca contra el verde del botiquín insular.
Isabel Martín y Ángel Romero -junto a su equipo- son los encargados de dotar de fármacos a los habitantes de La Graciosa. Ambos regentan la farmacia de Teguise (Lanzarote), de la que depende el botiquín de Caleta del Sebo. "Cuando compramos la licencia de la oficina de Farmacia en 2002, el establecimiento de la Graciosa estaba incluido", ha indicado Martín a
Redacción Médica.
De esta forma, cada día, de lunes a sábado, un farmacéutico de Teguise
se embarca en el puerto de Orzola con dirección a La Graciosa. El sanitario carga una nevera con medicación para depositar en el botiquín, abierto de 10:30 a 14:30. Un conjunto de preparados que combinan con el stock fijo presente en el local, que cuenta con 40 metros cuadrados de dimensión. "Los vecinos tienen mi móvil y muchas veces me llaman para encargarme un medicamento determinado", ha señalado Martín. Una rutina que forma parte del día a día de los profesionales.
"Los vecinos tienen mi móvil y muchas veces me llaman para encargarme un medicamento determinado"
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En caso de
urgencia, los farmacéuticos se desplazan hasta Orzola para enviar los fármacos vía marítima. Incluso, en caso de encontrarse en la isla, pueden quedarse y hacer noche en La Graciosa. Y es que el botiquín cuenta con una cama, una ducha y un microondas para poder pasar la noche. Un equipamiento que permite también al farmacéutico quedarse en caso de que haya mala mar. "En caso de no poder abrir por meteorología, avisamos a los pacientes de la isla", ha explicado. "Eso sí, sea por esto o por fiestas, intentamos que el botiquín no esté cerrado más de dos días seguidos", ha agregado.
Dificultades de trabajar en La Graciosa
La geografía es un problema que afecta al suministro de medicamentos en cualquier archipiélago. En el caso del canario, Gran Canaria y Tenerife, al ser las islas grandes son las menos afectadas. El resto cuentan con la 'doble insularidad'. La Graciosa es la única habitada que cuenta con
la 'triple insularidad', al provenir todos los preparados de Lanzarote. "Esta situación te hace ser muy previsor y estar pendientes de las necesidades de la población", ha resaltado Martín.
Por ello, el botiquín debe estar preparado para
cubrir las demandas de los pacientes de la isla, muchos de ellos de edad avanzada y tenientes de patologías crónicas. Asimismo, también tienen que estar listos para
los turistas que arriban en verano. Analgésicos o vendas forman parte de su jornada estival. "También hay que ser consciente que puede ser más complicado llevar medicamentos más específicos de forma inmediata, sobre todo para aquellos que no son residentes habituales. Por ello, recomendamos que los turistas prevean la medicación que van a necesitar si se quedan unos días en La Graciosa", ha recordado la boticaria.
"Hay que ser consciente que es más complicado llevar medicamentos más específicos de forma inmediata"
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Tampoco es fácil encontrar soluciones ante las incidencias que pueden afectar al establecimiento. La falta de servicios hace que cualquier inconveniente con el agua, la luz o Internet requiera de
tiempo y paciencia. "Al final, los materiales vienen de Lanzarote y los técnicos también", ha suspirado Martín. Por ejemplo, el salitre corroyó la cruz del botiquín. El recambio tardó tres semanas.
Pese a todo, las dificultades se superan. A Martín le gusta atender en el botiquín, pese a las complicaciones. Los problemas con los pacientes son escasos, aunque algunos se quejan de la
falta de inmediatez o menor diversidad de marcas comerciales. “No somos Amazon. Esto funciona de otra manera, ya que nuestros canales de distribución son legales y homologados y todos los medicamentos cumplen con todos los criterios de trazabilidad y cadena de frío, además de manipularse de forma correcta”, ha aseverado. Sin embargo, la mayoría
se siente agradecida por su presencia. “Los gracioseros aprecian mucho su botiquín”, ha revelado.
Colaboración con los sanitarios de la isla
La
cooperación entre los distintos perfiles profesionales dentro del proceso asistencial es fundamental. Esta se hace todavía más evidente en el caso de La Graciosa. Y es que médicos, enfermeras y farmacéuticos deben de colaborar para garantizar la atención de las 700 cartillas sanitarias presentes en la isla, sin contar a los turistas.
"Hacemos un trabajo bastante solapado", ha dicho Martín, quien reconoce estar en
constante contacto con la médica presente en la isla. Es más, ella misma le avisa en caso de existir alguna urgencia. Incluso, las prescripciones se ajustan a los preparados con los que cuenta el botiquín o pueden traerse con mayor facilidad desde Lanzarote.
La colaboración es imprescindible para mantener la atención en un lugar de las características de La Graciosa. La salud es como el viento, de una forma u otra, accede a cualquier espacio, independientemente de su reconditez. Puede ser que en forma de
cruz verde.
Ángel Romero e Isabel Martín en su farmacia en Teguise (Lanzarote).
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Botiquín de Caleta del Sebo (La Graciosa).
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