Iris Bouza es farmacéutica comunitaria en A Coruña y tiene experiencia trabajando en fechas señaladas

La labor de los farmacéuticos no entiende de horas ni de días señalados
Iris Bouza, farmacéutica.


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La labor de los farmacéuticos no entiende de horas ni de días señalados. Los pacientes pueden necesitar su atención en cualquier momento y tener a un profesional detrás del mostrador para atenderlos es fundamental, algo que incluye las fechas navideñas. Farmacéuticas como Iris Bouza, que trabaja en una botica en A Coruña, conciben el hecho de trabajar esos días como algo vocacional: “Pues la verdad que a mí me gusta, pero estar lejos de la familia es lo que más te cuesta”, admite a Redacción Médica. Añade que, para ella, es una especie de reconocimiento de que los farmacéuticos siguen ahí: “Aunque sean fechas que parece que todo se olvida, pues la salud sigue estando ahí a primera línea de calle”, expresa.

Este año, Bouza trabajará el 24 y el 25 de diciembre, pero dice que está acostumbrada puesto que lleva dos años trabajando en días señalados al estar en una farmacia que abre los 365 días del año. La diferencia principal que nota entre su trabajo un día corriente y uno de Navidad es que siente que la gente es más agradecida y “está más feliz”. “No son días que cueste ir a trabajar, se vuelven bonitos. La gente también suele traer detalles de agradecimiento, lo tiene más en cuenta y tú también sientes que estás ahí para el que te necesite”, comenta la farmacéutica. Además, afirma que esos días no se suele ir por “tonterías” a la farmacia.

Un trabajo que no entiende de horarios


Para la farmacéutica, el hecho de sacrificar tiempo con su familia por motivos laborales es algo transversal a las profesiones sanitarias: “Yo creo que la salud no entiende de horarios. Cuando te dedicas a esto es algo con lo que ya cuentas. Trabajando en oficina de farmacia sabes que no hay horario para la salud. No existe”, sostiene. En lo que respecta al espíritu que tienen dentro del trabajo con motivo de estas fechas, afirma que en el caso del 31 de diciembre los compañeros pueden festejar mínimamente e incluso tomarse las uvas: “Se ven las campanadas igual, se brinda, evidentemente pues no se celebra como lo celebraría cada uno en su casa, pero se celebra, evidentemente. Se comparte”, señala, ya que, dice que no suele ser un momento en el que venga gente a la oficina de farmacia.

Bouza cuenta que entre los compañeros se gestionan los turnos de tal forma que queden equitativos, contando con que se trata de una plantilla formada por muchos trabajadores, pero que es cierto que les toca sacrificar las noches de vez en cuando. La farmacéutica, que lleva nueve años trabajando en el ámbito de la farmacia comunitaria, sigue manteniendo la ilusión, incluso cuando su trabajo le impide celebrar algunos momentos con los suyos, entendiendo que todo forma parte de su forma de ver su oficio.
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