María aboga por una reforma de las políticas de conciliación en las universidades que den más oportunidades a los padres

María, quien quería hacer Medicina, tuvo que dejar la carrera por la falta de conciliación en la universidad.
Para María, los hijos no deberían ser el límite de los padres, sino su impulso.


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La vocación por la Medicina siempre estuvo presente en la vida de María, pero en Bachillerato tuvo a su primer hijo y todos sus planes de futuro se pararon para hacerse cargo de él. Pasaron varios años -entre medias tuvo otros dos hijos más- hasta que esa pasión por ser médica volvió a aparecer y decidió que era el momento de entrar a la carrera. Y lo consiguió, sí, pero la falta de conciliación y las exigencias de la propia universidad en cuanto a asistencia -solo le dejaban faltar dos veces de forma justificada- hizo que no pudiese continuar con su sueño de verse, en algún momento, con una bata blanca, y tuvo que abandonar la facultad. "Fue un error haber entrado. No me esperaba que no me permitieran conciliar", ha lamentado.

Tras quedarse embarazada en primero de Bachillerato, María decidió que no tendría el tiempo suficiente para poder hacer una carrera universitaria, así que se decantó por hacer dos FP: uno sobre Administración y Finanzas, que es a lo que se lleva dedicando desde hace muchos años, y otro sobre Educación Infantil.

Pero Medicina siempre ha sido algo vocacional para ella, y no quería quedarse durante toda su vida con el sentimiento de que no había intentado convertirse en médica. Por tanto, se presentó a la prueba de acceso de mayores de 25 años -ya que Bachillerato no lo terminó en su momento- y consiguió la nota suficiente para entrar.

Dificultades de hacer Medicina teniendo hijos


No obstante, una vez dentro, en vez de cursar la carrera con ilusión y optimismo, se encontró una serie de obstáculos para poder conciliar con su vida familiar, lo que hizo que, poco a poco, se fuese desmotivando. "Las facilidades para una persona que tiene niños a su cargo son nulas. O tienes una red de apoyo muy grande detrás, y no me refiero a un colegio o escuela, sino a unos abuelos que se queden las 24 horas con ellos para que tú puedas estar todo el día en la universidad. Y yo no quería imponer esa carga a otras personas”, ha resaltado a Redacción Médica.

María era consciente de que cursar una carrera tan dura y exigente como lo es Medicina iba a ser difícil. Y más cuidando de tres hijos. Pero lamentablemente no sabía que las clases presenciales requerían una asistencia prácticamente del 100 por ciento y que solo podías justificar dos veces la ausencia a clase porque, sino, no te contaba nada para la evaluación. "Pero encima solo te permitían faltar esos días si era por algo importante. Es decir, no porque mi hijo estuviese con fiebre en casa, sino que tenía que estar tan malo que necesitase ir al hospital, o que le fuesen a operar”, ha enfatizado claramente molesta por las políticas de conciliación de la universidad.

Ayudas para conciliar en Medicina


Cuando vio todo este percal, María se puso en contacto con el decano para buscar una manera de que pudiesen adaptar su situación a la vida universitaria. "Pero nada. Solo me daban la opción de faltar esas dos veces con justificación, o mover los exámenes”, ha afirmado.

No tardó el día en el que esta aspirante a médica, con todo el dolor de su corazón, decidiese abandonar la carrera. "Ya había faltado una vez porque el pequeño estaba malito, y tenía claro que tendría que ausentarme en otra ocasión. En Medicina tenemos todo el día ocupado, por la mañana la teoría y, por la tarde, la práctica. Y yo decía: es que no puedo, es demasiado complicado organizarme. Así que, me tocó renunciar a mi vocación", ha detallado.

Políticas de conciliación de las facultades de Medicina


A pesar de que haya tenido que abandonar su sueño, María no quiere que eso le ocurra a aquellos aspirantes que tienen una situación similar y que se den de bruces con la realidad. Por tanto, ha resaltado que es necesario reformar las políticas de conciliación de las facultades de Medicina y, así, conseguir ofrecer apoyo a aquellas personas que, por su situación personal, no pueden disponer del mismo tiempo que un estudiante de 18 años.

"Se miran mucho las políticas laborales y luego, los que queremos estudiar por vocación, no nos facilitan tener las mismas oportunidades que los demás. Creo que nos deberían ayudar más para que podamos avanzar y que nuestros hijos no sean nuestro límite, sino nuestro impulso. Ellos no nos paran nuestras ganas, al revés, lo hacemos también por ellos. Pero sin facilidades todo esto es imposible. Sé que hay madres que lo consiguen, pero porque tienen una red de apoyo detrás muy grande para ello. No todo el mundo la tenemos", ha enfatizado.
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