Un artículo en la revista Medscape relata la evolución del uniforme de enfermera en el mundo anglosajón

¿Cuándo y cómo se liberaron de la falda y la cofia las enfermeras?
Los uniformes actuales de las enfermeras han evolucionado hasta los pijamas y pantalones.


15 abr. 2017 13:30H
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POR REDACCIÓN
Hubo una época en la las enfermeras vestían con falda y cubrían su pelo con una cofia. No obstante con el paso de los tiempos los uniformes fueron evolucionando hasta los pijamas y pantalones que visten hoy. Un artículo publicado en Medscape por Laura Stokowski repasa la evolución de los uniformes de las enfermeras en el mundo anglosajón desde sus orígenes hasta la actualidad.


"El origen de los uniformes de las enfermeras podía estar en la disciplina militar" 


Según explica, "el origen de los uniformes de las enfermeras podía estar en la disciplina militar a la que solían estar vinculadas ya que marcaba las diferencias en la vestimenta para diferenciar las jerarquías". Otras teorías apuntan al origen como una modificación del hábito de las monjas, "las primeras mujeres en asumir el papel de enfermeras". Según Stokowski, "debió de ser una combinación de ambas".

Durante la época victoriana las enfermeras siguieron las modas de la época e "incluso adelantándose a su tiempo". De esta manera, las enfermeras empezaron a utilizar corsés de encaje. La utilidad se acabó imponiendo a la moda: los uniformes no tenían adornos, utilizaban materiales como el algodón, la lana, el lino y la seda y eran grises, marrones, azules, verdes y rosas. Dado que los tejidos no eran tan fáciles de lavar como hoy en día, las enfermeras llevaban mandiles, pecheras y brazaletes para cubrir las zonas que más se manchaban ya que estas prendas, más pequeñas, eran más fáciles de limpiar.  

Uniformes de una sola pieza

Un cambio importante se dio con la incorporación de las enfermeras graduadas a los hospitales a finales de la década de 1920, ya que hasta entonces las enfermeras de los hospitales eran aprendices que llevaban los colores de su centro de formación. Desde este momento, eran los hospitales quienes proveían a las enfermeras de los uniformes. Según la autora, el uniforme pasó a convertirse en un símbolo y se "instaló en la mente de las enfermeras, pacientes, médicos y del público en general".

Enfermeras en un barco militar estadounidense en 1898

Enfermeras en un barco militar estadounidense en 1898

Los uniformes de una sola pieza se introdujeron en 1940 y "el cambio más obvio fue el del dobladillo de la falda que iba subiendo cada década más, siguiendo el estilo de las mujeres de la época".

El hecho de que los hospitales dejaran de ofrecer los servicios de limpieza y los uniformes como medida de ahorro hizo que surgieran tiendas y diseñadores especializados. En ese momento, hubo quien se decidió por modelos más atrevidos. No tardaron en aparecer quejas por la falta de decoro y el American Journal of Nursing publicó en 1954 una carta de la enfermera Lilla C. Chiavilleen 1954 que criticaba que las enfermeras compraban "uniformes ridículamente transparentes". No obstante, esa moda estaba a punto de cambiar.

Hombres enfermeros

La introducción del hombre en la profesión de Enfermería desembocó en una mayor igualdad para la mujer, según la autora. "Las leyes antidiscriminación de la década de los 60 obligaron a los hospitales a tratar de manera igualitaria a los hombres y a las mujeres", explica.

De esta manera, en la década de los 70 los pantalones (tanto en pijamas como en conjuntos) eran ya la norma común, aunque no totalitaria, en los vestidos de las enfermeras. Aún así, muchas enfermeras seguían llevando el vestido blanco, la cofia y las medias blancas, un "uniforme icónico que era respetado por el público y todavía era motivo de orgullo para muchas enfermeras".

Más adelante se impusieron también las batas, especialmente para las enfermeras que trabajaban en quirófano. La autora explica que su popularidad se debe a que son más cómodas, fáciles de lavar y evitan que la enfermera lleve manchas en el uniforme todo el día.

En el caso de la cofia, la autora señala que, aunque había sido un símbolo distintivo de las enfermeras, estas lo consideraban "como un incordio". En la década de 1970, la cofia era ya opcional en la mayoría de instituciones. 
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