El dispositivo envía la información al teléfono móvil. (MIT)                                            
                                        
                                        
                                            Un 
dispositivo que se puede
 tragar podrá detectar la presencia de 
moléculas responsables de 
enfermedades del aparato digestivo en zonas a las que es difícil llegar con los sistemas de diagnóstico actuales. El prototipo ya ha sido desarrollado por investigadores del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y sus resultados han sido presentados en la revista 
Science.
Los autores han ensayado en cerdos este sensor, que tiene forma de cilindro y mide 3,8 centímetros de longitud. Ahora están trabajando para
 reducir el tamaño para las futuras pruebas con humanos.
Según explica
 Phillip Nadeau, uno de los autores, “el nuevo sistema está equipado con 
bacterias modificadas genéticamente con objeto de diagnosticar 
hemorragias en el estómago y otros 
problemas gastrointestinales”.
"Bacteria en un chip'
En el desarrollo se ha realizado un enfoque de ‘
bacteria en un chip’. Este concepto combina 
sensores hechos de
 células vivas con componentes electrónicos de muy baja potencia, que convierte la respuesta bacteriana en una 
señal inalámbrica que se puede 
leer en un teléfono inteligente en tiempo real.
La 
biología sintética ha logrado en la última década grandes avances en la ingeniería de bacterias para
 responder a estímulos como contaminantes ambientales o marcadores de enfermedades. Estas bacterias pueden diseñarse para producir señales como la luz cuando detectan el estímulo objetivo, pero generalmente se requieren equipos de laboratorio especializados para medir esta respuesta.
	
		
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					El equipo combinó bacterias con un chip electrónico 
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Para conseguir aplicaciones más útiles y sencillas de estas bacterias, el equipo del MIT decidió 
combinarlas con un chip electrónico que pudiera traducir la respuesta bacteriana en una señal inalámbrica.
“Nuestra idea fue empaquetar células bacterianas dentro del dispositivo", dice Nadeau. "Las células quedan atrapadas y viajan con el sensor mientras pasa por el 
estómago”.
En su demostración inicial, los científicos se centraron en la hemorragia en el tracto gastrointestinal en cerdos. Diseñaron una
 cepa probiótica de E. coli para expresar un circuito genético que hace que las bacterias emitan luz cuando se encuentran con el hemo, un componente de la sangre.
Android para analizar los datos
Para ello, colocaron las bacterias en 
cuatro pozos del sensor, cubierto por una 
membrana semipermeable que permite que las pequeñas moléculas del entorno se difundan a través de ellas. Debajo de cada pozo se sitúa un 
fototransistor que puede medir la cantidad de luz producida por las células bacterianas y transmitir la información a un microprocesador que envía una 
señal inalámbrica a un
 ordenador o a un 
móvil. Además, construyeron una 
aplicación de Android que se puede utilizar para analizar los datos.
El sensor cilíndrico requiere aproximadamente 13 microvatios de potencia. Está equipado con una batería de 2,7 voltios, que, según los investigadores, podría alimentar el dispositivo durante aproximadamente un mes y medio de uso continuo. También podría ser mantenido por una 
célula voltaica sostenida por fluidos ácidos en el estómago, usando una tecnología que 
Nadeau y Anantha Chandrakasan –otro de los autores– desarrollaron previamente.
	
		
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					Construyeron una aplicación de Android que se puede utilizar para analizar los datos 
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Cuando los científicos probaron el sensor ingerible en 
cerdos demostraron que podía determinar correctamente si había sangre en el estómago. Según Nadeau, este dispositivo podría implementarse para un 
solo uso o para permanecer en el
 tracto digestivo durante varios días o semanas, enviando señales continuas.
Actualmente, si se sospecha que los pacientes están sangrando por una
 úlcera gástrica, deben someterse a una endoscopia para diagnosticar el problema, que a menudo requiere
 sedación.
Eludir pruebas innecesarias
La finalidad del nuevo procedimiento, señalan los investigadores, “es 
eludir pruebas innecesarias, ya que el diagnóstico podría realizarse con solo ingerir la cápsula y, en un período relativamente corto de tiempo, se sabría si hay o no hemorragia”.
Para su utilización en pacientes, los autores están estudiando –además de la reducción del tamaño del sensor– su posible uso en 
otras afecciones gastrointestinales aparte de las hemorragias.
En este sentido, han adaptado 
sensores para detectar otras dos moléculas, aunque aún no los han probado en animales. Uno de ellos detecta un ion que contiene azufre llamado tiosulfato, relacionado con la inflamación, que podría usarse para controlar a los pacientes con
 enfermedad de Crohn y 
otras afecciones inflamatorias. El otro
 rastrea una molécula de señalización bacteriana llamada 
AHL y puede servir como marcador de infecciones gastrointestinales.                                        
 
                                        
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