Dormir no es solo descansar: es un proceso biológico esencial para la recuperación del cuerpo, la regulación hormonal y la salud respiratoria. Sin embargo, cada vez más familias acuden a las consultas pediátricas preocupadas porque sus hijos “no duermen bien” y, con frecuencia, recurren a suplementos de melatonina como solución rápida.

En el contexto del Año Separ del Sueño, conviene recordar que el descanso infantil tiene una profunda relación con la función respiratoria. Durante el sueño, la frecuencia respiratoria se regula, el cuerpo repara tejidos y el cerebro consolida la memoria. En niños con enfermedades respiratorias —asma, displasia broncopulmonar, apnea del sueño pediátrica—, la calidad del descanso puede marcar la diferencia entre un tratamiento eficaz y una noche de fatiga.


Melatonina: una hormona, no una vitamina


La melatonina es una hormona que nuestro cerebro produce de forma natural al caer la noche. Su función es indicar al organismo que es hora de dormir, ajustando el reloj interno conocido como ritmo circadiano.

El problema surge cuando se medicaliza el sueño sin una valoración clínica previa. En los últimos años han proliferado productos en formato pastilla, infusión o gominola, destinados a niños pequeños. Aunque se presenten como naturales, su uso en menores de seis años no está avalado para la población general. Las principales sociedades científicas —como la Asociación Española de Pediatría (AEP) y la Academia Americana de Pediatría (AAP)— insisten en que solo deben prescribirse bajo control médico y en casos muy concretos: trastornos del sueño graves o vinculados a patologías neurológicas.

A corto plazo, los efectos secundarios suelen ser leves (somnolencia matutina, cefalea, enuresis). Pero aún no existen estudios suficientes sobre los posibles efectos del uso prolongado en el desarrollo hormonal y neurológico infantil. Además, entre 2012 y 2021 los CDC estadounidenses registraron más de 260.000 casos de intoxicación accidental por melatonina en niños, muchos de ellos por ingestas involuntarias de presentaciones en forma de gominola.


Luz, oscuridad y biología: una lección evolutiva


Evolutivamente, los humanos estamos diseñados para dormir cuando cae la oscuridad y mantenernos despiertos con la luz natural. Durante millones de años, la única iluminación nocturna fue el fuego: una luz roja que no interfiere con la producción de melatonina.

La luz azul de las pantallas y bombillas LED, en cambio, suprime la liberación natural de esta hormona, retrasando el sueño y afectando su calidad. En la infancia, donde el sistema nervioso aún se desarrolla, este efecto se amplifica.

Por eso, los pediatras recomiendan eliminar pantallas al menos una hora antes de acostarse, usar luces cálidas o rojizas y respetar la oscuridad nocturna.

El descanso no depende solo del número de horas, sino de la coherencia entre nuestro entorno lumínico y el ritmo interno del cuerpo. En los niños con enfermedades respiratorias, ese equilibrio resulta especialmente crítico: un sueño fragmentado o interrumpido puede
agravar síntomas respiratorios o reducir la adherencia al tratamiento domiciliario.


El papel de las terapias respiratorias en el descanso infantil


En Linde Médica trabajamos cada día con pacientes pediátricos respiratorios. Acompañar a las familias en este proceso implica enseñarles también cómo favorecer un entorno de sueño saludable: temperatura adecuada, postura correcta, silencioso, con iluminación tenue y rutinas predecibles.

No se trata solo de tratar la enfermedad, sino de mejorar la calidad de vida y el bienestar nocturno, que son factores directamente ligados a la salud respiratoria. Dormir bien y respirar bien son, en realidad, dos dimensiones de un mismo proceso fisiológico. Ninguna terapia será completamente eficaz si el sueño está alterado; y ningún descanso será reparador si la respiración es ineficiente.


Cinco pautas básicas para un sueño saludable en niños con patología respiratoria: 

  1. Evitar pantallas y luz azul antes de dormir.
  2. Mantener rutinas regulares de sueño y vigilia, incluso los fines de semana.
  3. Dormir en un ambiente oscuro, ventilado y silencioso, con temperatura entre 18 y 20°C.
  4. Revisar periódicamente los equipos de ventilación y seguir las recomendaciones del especialista.
  5. Consultar siempre al pediatra o neumólogo antes de administrar melatonina o cualquier otro suplemento.

Una mirada prudente hacia el futuro


El sueño es una función biológica, no una batalla que deba librarse con pastillas. La tendencia a buscar soluciones rápidas puede hacernos olvidar que los ritmos naturales del cuerpo responden a señales simples: la luz del día, la oscuridad de la noche, la calma y la respiración.

En un mundo cada vez más iluminado y acelerado, recuperar la noche —en su sentido pleno, oscuro y reparador— es también una forma de cuidar la salud.

Desde Linde Médica, en este Año Separ del Sueño, queremos promover ese mensaje: ayudar a nuestros pacientes a respirar mejor también implica ayudarles a dormir mejor.