No hay ninguna duda, las lesiones de ligamento cruzado anterior (LCA) están de moda en el fútbol español. Más que por el número, por el gran renombre de los últimos afectados. El virus FIFA ha decidido llevarse en sus garras a Gavi. Si le unimos a David Silva, Thibaut Courtois, Joel Roca y Militao ya contamos por cinco los caídos hasta la fecha, y sólo estamos en noviembre. ¡A este ritmo batimos los 13 de la temporada anterior! Pero de eso poco se habló. Ahora, el revuelo es tristemente mayor porque los lesionados proceden de los equipos que proceden.

Cuando oímos hablar en los periódicos de estos jugadores todos son citados a pasar por quirófano. Esto nos hace pensar que en cualquier caso debe ser la mejor elección para los que sufren esta lesión. Pero la pregunta interesante es: ¿para el resto de los humanos normales y corrientes debemos seguir el mismo criterio?

Hace no mucho tiempo la cirugía era irrevocable en caso de rotura de cruzados. No había alternativa. En la actualidad esa realidad ha cambiado de manera muy considerable, pero siguen existiendo muchas dudas de cuando se debe "pasar por vicaría" (o no). A continuación intentaremos analizar cuáles son los principales aspectos a tener en cuenta para no tomar una mala decisión.


Deporte 'asequible' para el ligamento cruzado anterior


Primero, analicemos. El principal problema de una rodilla sin LCA es la falta de control en sus pivotes de rotación cuando se la somete a esfuerzos excesivos. Cargas explosivas sin un control biomecánico correcto provocarán microtraumatismos irreversibles con la consiguiente degeneración progresiva de meniscos y cartílago. Por esa razón el factor más relevante para hacer una correcta elección en la población normal es, en mi opinión, el saber determinar si esa rodilla posee una capacidad suficiente para soportar los futuros esfuerzos a los que se la va a someter. Es decir, si esa articulación dañada tiene una fuerza y control muscular idóneos para aguantar los impactos que su dueño determine.

Ejercicios que sean lineales y controlados tales como la carrera o la bicicleta no deberían suponer un exagerado estrés para las rodillas afectadas (siempre que exista un mínimo tono muscular, ¡insistimos!). Sin embargo, ejercicios que conlleven grandes esfuerzos en carga y rotación podrían ser muy perjudiciales para los pacientes que sufran esta patología. En cualquier caso, cuanto más fuerza y funcionalidad tengamos menos posibilidades existen de la indeseada futura degeneración articular.

Por consiguiente, atletas jóvenes que deseen continuar con una aguerrida práctica deportiva de manera continuada y alargada en el tiempo (caso de Gavi y los anteriormente mencionados, por supuesto) siempre deberán operarse. Si no lo hacen, están expuestos a que en unos lustros adquieran gran degradación articular sin más remedio que someterse a diversas cirugías llegando, si no se da bien la cosa, al destino final de la prótesis.

En palabras llanas para la gente de la calle: "Si quieres meterle caña y te pasas de la raya con eso 'tocado', se acaban en pocos años las pachangas con los amigos. Y a dar las gracias por poder llevar un estilo de vida medio normal. ¿Les suena la canción con algún amigo afectado?".

Por otro lado, un paciente asentado en la época adulta tardía con pocas exigencias a nivel deportivo y con un decente control muscular es recomendado dirigirlo hacia el tratamiento conservador. Quizás con poco esfuerzo y dinero sea capaz de tener una vida normal sin castigar sus maltrechas articulaciones con una excesiva degradación articular. Esto es, con ejercicios preventivos y menor exigencia deportiva se pueden conservar rodillas sanas hasta el final de nuestros días.


Claves para saber si la rodilla "sufre o no"


La cuestión ahora sería la siguiente: ¿Cómo saber qué una rodilla está sufriendo (o no)? Esa es la clave para finalmente tomar la decisión de si es necesario pasar por quirófano. Una rodilla que se inflama de manera repetida, con impotencia funcional, bloqueos y/o dolor de manera recurrente (por ejemplo, 3 o 4 veces al año) nos indica que está sufriendo. En este caso, es mejor operar que dejarla seguir dañando.

Por otro lado, una rodilla que sufre muy eventualmente episodios dolorosos o de inflamación (por ejemplo, uno leve cada vuelta al sol) no conviene castigarla con epidurales, torniquetes artroscópicos y cicatrices. A veces es peor el remedio que la enfermedad. Cabe recordar que siempre que se realiza una cirugía de LCA el eje de rotación de la articulación cambia. Nunca un nuevo injerto va a estar situado en la misma posición y con la misma tensión que el ligamento precedente.

Así que ya saben, para Gavi y los pacientes que quieran realizar actividad deportiva con gran exigencia biomecánica se recomendará siempre cirugía. Para el resto de los mortales mejor esperar y ver si con un buen cuidado puede aguantar. Si quieres saber más sobre el ligamento cruzado anterior, podrás hacerlo a través de nuestro Máster en Fisioterapia Deportiva, impartido por docentes altamente cualificados y experienciados en el ámbito de la Fisioterapia deportiva con deportistas de élite.