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3 sept. 2014 13:56H
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El último informe del Ministerio de Sanidad sobre las preferencias de los MIR es contundente con la Medicina de Familia: a tres de cada cuatro residentes de primer año les gustaría haber cursado otra especialidad y solo el 6,5 por ciento escoge la Atención Primaria (AP) por vocación. Se ponen cifras a lo que ya se sabía, que ser médico de AP hace tiempo que dejó de ser una opción atractiva para los estudiantes de Medicina.

Es curioso cómo ante la sociedad el médico de Familia ha sido y sigue siendo una figura apreciada y respetada, cercana y conocida; mientras dentro de su propio colectivo, el de los facultativos, ha quedado relegado a una suerte de ‘paria’ del sistema en cuyo papel pocos quieren situarse. Si bien es cierto que nadie habla mal de la Primaria en público, empezando por los médicos, que siempre procuran elogiar su importancia, la realidad es bien distinta. Es decir, hay una clara desconexión entre lo que supuestamente es la Primaria y lo que realmente es.

Diagnósticos de la situación se han hecho muchos. No hay un solo factor que explique la deriva en la que ha caído la especialidad. Es un caso pluripatológico, similar a los que se enfrenta cada día un médico de AP en su consulta. Es necesaria una visión global, la misma que se aplica para los pacientes, para diagnosticar un tratamiento que mejore su propia imagen y atenúe el desconocimiento entre los futuros médicos sobre la esencia de la Primaria.

El propio colectivo de AP ha comenzado a intuir que el exceso de lamento sobre su situación está dando a las nuevas generaciones una imagen del centro de salud como sinónimo de destino de empleo precario y poco reconocido, en contraste con el ‘prestigio’ en apariencia inherente que conlleva ejercer en el hospital. Es necesario sacar a relucir el orgullo, las bondades y satisfacciones que proporciona ser médico de Familia a día de hoy.

Los múltiples (demasiados) portavoces con los que cuenta el primer nivel asistencial en España lo saben: hay que hacerse valer y darse a conocer. Que los jóvenes sepan que en ningún sitio como en la Primaria van a tener un contacto más cercano con el paciente. Que la vocación de servicio de la Medicina es en la consulta de Familia donde más acentuada se ve. Que está bien ser un médico ‘superespecializado’, pero que también se puede ser un ‘súpermédico’ si de verdad se hacen propios los valores de la Medicina de Familia y Comunitaria.

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