Con motivo del Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres que se celebra el 28 de mayo y en plena pandemia por Covid-19 declarada por la OMS en marzo, comprobamos cómo atendiendo a las causas de positivo en Covid-19 por contacto estrecho como antecedente epidemiológico, son las mujeres en su mayoría las que contraen la enfermedad, tanto en su actividad productiva, como es la asistencial de las profesionales sanitarias, como en el desempeño de aquellas prestadas en el ámbito familiar o dentro del contexto familiar del cuidado, en la prestación de cuidados a personas dependientes y en el ámbito hospitalario en el que se desarrolla la actividad de la cuidadora informal.

Las mujeres enfermamos por Covid-19 fundamentalmente porque somos personal sanitario y sociosanitario o bien porque somos cuidadoras no remuneradas. El 76 por ciento del personal sanitario con Covid-19 son mujeres.

Con este perfil tenemos a la candidata a contraer la enfermedad del Covid-19 bien porque cuida al paciente y/o familiar enfermo o bien supongamos porque lo acompaña o visita durante su estancia hospitalaria. Para CCOO es muy necesario que se investigue esta nueva enfermedad (así como tantas otras) con perspectiva de género para entender estas desigualdades en salud que están haciéndose visibles.

Sabemos que las mujeres que son cuidadoras principales cuidan de manera más intensa en cuanto a frecuencia y duración del cuidado, dedicándose más a las tareas de aseo personal y ayuda para comer y vestirse, que conllevan más riesgo para la salud, y, por tanto, en las que podemos ver reflejado ese contacto más estrecho con el enfermo que les está suponiendo un mayor riesgo de contagio.


Feminización de las plantillas sanitarias


Podemos constatar que analizar esta crisis sanitaria en clave de género es imprescindible si se tiene en cuenta que sabemos de la feminización de la plantilla del Sistema Nacional de Salud, con más de un 70 por ciento de mujeres en atención hospitalaria y primaria, y las categorías profesionales que están más expuestas al virus como el personal de enfermería, técnicas sanitarias (radiodiagnóstico, laboratorio, farmacia, etc.), TCAEs (técnicas en cuidados auxiliares de enfermería), matronas y las sanitarias facultativas que están como personal residente en formación (MIR, EIR, etc.), así como los puestos que ocupa el personal no sanitario como personal celador, lavandería y planchado, personal de administración y limpiadoras.

Todas ellas son categorías profesionales con un alto índice de contacto con el Covid-19 en el desempeño de sus funciones y de su actividad. Sin olvidar a quienes realizan los cuidados formales en el sector sociosanitario de la Dependencia, como auxiliares de ayuda domicilio y de gerocultoras en las residencias, que como sabemos son mayoritariamente mujeres y tristemente las grandes olvidadas de esta crisis.

Esta pandemia causada por el virus Covid-19 ha perjudicado la salud de las mujeres por la mayor exposición al virus que tienen por su faceta de cuidadora, tanto en el ámbito informal como formal de los cuidados, y ha puesto encima de la mesa 

El confinamiento obligatorio ha supuesto asimismo una afectación de la percepción de la salud de las mujeres


la esencia de los cuidados no remunerados de los que el Estado tan sólo asume el 10 por ciento, que se ha hecho evidente con el confinamiento obligatorio por el estado de alarma decretado. El cuidado engloba una serie de actividades que tienen consecuencias positivas, aunque también negativas en la salud de mujeres y hombres, pero que actualmente asumen las mujeres casi en completa soledad, mujeres cuidadoras "solitarias" en palabras de la profesora de la Escuela Andaluza de Salud Pública María Ángeles Prieto.

Las mujeres están viendo alteradas muchas de sus necesidades básicas durante el confinamiento con afectación del descanso y problemas del sueño como insomnio y pesadillas, dolores articulares, pérdida del tono muscular y dificultad para llevar una alimentación adecuada al apreciar el miedo que sienten al ver su seguridad externa amenazada por la falta de protección eficaz en el trabajo por la escasez de EPIs y personal suficiente y formado individualmente.

También por los propios miedos, dolores de cabeza, falta de deseo sexual, alteraciones del ciclo menstrual (ciclos más cortos, dolor menstrual, síndrome premenstrual, etc.) y dificultad en el acceso a los servicios básicos de salud sexual y maternal en el caso de las mujeres embarazadas. Incluso en algunas comunidades el mandato de permanecer solas, sin acompañante durante el parto, una auténtica deshumanización de la atención al parto y nacimiento; la falta de accesos a programas preventivos de cáncer de mama o la limitación en el acceso a la planificación familiar, peor acceso a métodos contraceptivos y a tratamientos de infecciones de transmisión sexual.

Esta etapa de confinamiento obligatorio ha supuesto asimismo una afectación de la percepción de la salud, con un incremento del consumo de tabaco, alcohol, ansiolíticos, una pérdida de vitalidad y un aumento del cansancio y apatía, no sólo provocados por el aislamiento físico propio del confinamiento sino también por los estigmas en el vecindario hacia su profesión, en el caso de profesiones esenciales. Todo ello ha dado lugar al estrés, frustración, ira, depresión, ansiedad, labilidad emocional y nostalgia.


Normas que favorezcan la igualdad real


El verdadero escenario en esta crisis es que la invisibilización del espíritu de la Ley de Igualdad 3/2007 de 22 de marzo, que proclamaba la no discriminación por razón de sexo y la obligación de los poderes públicos de promover condiciones que favorezcan la igualdad real, ha hecho que el sistema exija a estas mujeres, en un alto porcentaje madres en familias monomarentales, que, ante el cierre de las escuelas, se queden encerradas en casa con sus criaturas y con toda la tarea educativa y de organización del hogar, compras, comidas, etc. Al igual que ocurre con las mujeres cuidadoras de personas dependientes y/o mayores, ante el cierre de los centros de día y de las unidades de estancia diurna.

No podemos aceptar disposiciones como las recogidas en algunas comunidades autónomas, como la interrupción de todos los permisos y licencias, incluidos los de maternidad, lactancia y paternidad, la suspensión de las exenciones de guardia y la denegación de los supuestos de las reducciones de jornada, ya que son medidas que castigarían a un personal que, pese a estar entregado en el desarrollo de sus tareas de cuidado asistencial frente al virus, se verían abocadas a abandonar a sus familias.

Para CCOO es imprescindible analizar con perspectiva de género los datos que se vayan recopilando de la enfermedad por Covid-19, ya que va a requerir una incorporación de la perspectiva de género en la investigación en salud, tan necesaria para la búsqueda de las similitudes y las diferencias entre mujeres y hombres en salud, para realmente identificar las desigualdades que puedan encontrarse ante dicha enfermedad.

Es […]  "entender cómo los brotes de enfermedades afectan de manera diferente a hombres y mujeres es fundamental para desarrollar políticas de intervención equitativas e igualitarias", como reflejan las autoras del artículo publicado en la revista científica The Lancet, Clare Wenham, Julia Smith y Rosemary Morgan.

Será pretender profundizar en los problemas de las mujeres, en visibilizar sus experiencias con la participación activa de ellas mismas.

Será asentar la investigación en información útil que va a mostrarnos, teniendo en cuenta el sexo como categoría central y transversal, cuáles son las diferencias y similitudes y sobre todo las desigualdades en salud entre mujeres y hombres, para de esta manera mejorar su salud y por tanto conseguir el avance en acciones sociales en igualdad y equidad.
Afirmar con palabras de Donna Haraway, que, […] "el feminismo ama otra ciencia".