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26 jul. 2019 9:55H
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La sanidad en España es un sector estratégico y de enorme importancia para la sociedad ya sea si lo consideramos desde el punto de vista de su aportación a la salud y bienestar de la ciudadanía, ya sea si lo consideramos desde el punto de vista de su aportación a la cohesión social o a la generación de riqueza, empleo e impulso a la innovación y el desarrollo.

La sanidad es la primera empresa de España en empleo (más de un millón de empleos de profesionales altamente cualificados y valorados por la sociedad) y con una aportación relevante a la economía española pues por cada euro invertido retornan hasta 4 euros a la sociedad. En buena medida, el adecuado ejercicio de las competencias del Ministerio en estas últimas cuatro décadas explica esta realidad.

Cohesión, equidad, dignidad y mejor salud, justifican la importancia que la sociedad otorga al sistema sanitario hasta el punto de considerar que la sanidad es en España una historia de éxito desde que en 1986 se aprobó la Ley General de Sanidad.

En esta historia de éxito, además del trabajo de los diferentes gobiernos y ministros y ministras de sanidad, cabe señalar y destacar la aportación de las profesiones sanitarias y del conjunto de profesionales que trabajan en el sistema sanitario. Las comunidades autónomas y los gestores de los servicios sanitarios. Las empresas que ofrecen innovación en fármacos o en tecnologías sanitarias y productos sanitarios. Los sindicatos, las organizaciones profesionales y sociedades científicas. Las organizaciones de pacientes y la sociedad.

Ese entramado es el que ha permitido que hayamos vivido esta historia de éxito. Y se puede hablar de historia de éxito gracias al Ministerio de Sanidad y a sus funcionarios. Puedo dar fe de ello.

Desafíos del sistema sanitario español


Que haya sido un proceso con éxito no quiere decir que no haya problemas, dificultades y desafíos de enorme trascendencia. Entre los desafíos, necesitamos resolver la necesidad de adecuar los servicios a la cronicidad que hoy caracteriza el perfil mayoritario de nuestros pacientes.

Esto implica redefinir la organización sanitaria y ampliar y modificar los perfiles y las competencias profesionales de médicos, enfermeras o farmacéuticos por citar las profesiones más implicadas en ello. Nuevas especialidades, nuevas competencias o nuevos servicios en hospitales, centros de salud y oficinas de farmacia dependen del ejercicio de las competencias del Ministerio.


"Hay que alzar la voz y valorar el honor que supone gobernar un ministerio como el de Sanidad"


Sin hacer mención por razones de espacio a las competencias del área social del actual Ministerio, son precisamente las competencias “sanitarias” del Ministerio de Sanidad en materia de definición de la cartera de servicios o de ordenación profesional las que se requiere que se ejerzan de manera eficaz para salir airosos de este desafío de la cronicidad. Qué decir en el ámbito de la donación y trasplantes de órganos donde la ONT atesora éxitos, prestigio, cariño y reconocimiento de toda España.

Pero si nos centramos en el desafío de la sostenibilidad de la calidad y la equidad del Sistema Nacional de Salud, las competencias del Ministerio en materia de política farmacéutica y de cartera de prestaciones, resultan imprescindibles e insustituibles.

Imprescindibles para asegurar la incorporación de la innovación con criterios de coste-efectividad en un marco de seguridad para empresas, profesionales y pacientes. Hacerlo bien garantizaría que nuestra sanidad camina afrontando la innovación como una oportunidad para nuestros pacientes, capaz de mejorar la calidad y la efectividad del sistema sanitario ante la enfermedad con criterios de calidad, eficiencia y sostenibilidad.

Esto es lo que hemos abordado en el Senado en la legislatura que acaba de terminar en marzo pasado en el marco de la Ponencia de Estudio sobre Genómica y Medicina de Precisión con unas conclusiones y recomendaciones que se han constituido en un verdadero acuerdo de Estado. El único en una legislatura huérfana de acuerdos de amplio alcance, del que me siento orgulloso de haber participado.

Apostar por una sanidad excelente abierta a la innovación permite que nuestros servicios sean atractivos para la investigación y que se puedan desarrollar ensayos clínicos de alto nivel que permiten el progreso y la excelencia de nuestros profesionales y nuestros servicios al tiempo que benefician la salud de nuestros pacientes.

Y estas cuestiones dependen en muy buena parte del adecuado ejercicio de las competencias del Ministerio de Sanidad a través de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios y de la Dirección General de Farmacia.


"La  sanidad no es una 'maría'. Si el Ministerio de Sanidad no existiera, habría que inventarlo"


No es menor la importancia del ámbito competencial del Ministerio y el campo de la políticas de Salud Pública: calendario vacunal, políticas frente al tabaquismo o la obesidad o gestión de alertas sanitarias internacionales como gripe A, ébola y otras, son aspectos de una dimensión extraordinaria que en ningún caso tienen su respuesta adecuada y equitativa para todo el pais desde el ámbito de la gestión de una Comunidad Autónoma.

Competencias en materia de consumo o de seguridad alimentaria o la representación del Estado en los organismos internacionales (UE, OMS, Conferencia Iberoamericana por ejemplo) acreditan nuevos elementos a tener muy en cuenta, sobre todo para desafíos que son comunes a muchos países y que requieren por tanto un Ministerio fuerte y solvente. Profesionales, empresas, pacientes y ciudadanos están y estamos pendientes de las políticas que se desarrollen en el Ministerio de Sanidad.

Por eso, estoy seguro que estos días en los que en el proceso derivado de la investidura ha podido parecer que no se valora en su verdadera dimensión la importancia de este departamento, conviene opinar y alzar la voz para reclamar el protagonismo que corresponde y, si cabe, el respeto con el que hay que valorar el honor de gestionar desde el Gobierno de España este importante ministerio.

Porque hacerlo bien desde la máxima responsabilidad ministerial tiene consecuencias muy positivas para la sociedad, para la cohesión y para muchas empresas que aportan mucho al bienestar general.

La sanidad del futuro tiene muchos e importantes desafíos. El Ministerio está llamado a defender la sanidad como una inversión. Una inversión rentable en términos de salud, empleo, bienestar, cohesión y creación de riqueza. Algo que merece respeto. Mucho respeto. La sanidad no es una “maria”. Porque creo que si el Ministerio de Sanidad no existiera, habría que inventarlo.