El Hospital de La Princesa va a sumar a un profesional de esta área al equipo que ya tiene, formado por neurólogos, enfermera, rehabilitadora y neurobióloga



15 abr. 2015 17:55H
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Nuria Martín Sanz. Madrid
El papel del neuropsicólogo a la hora de detectar que un paciente con esclerosis múltiple alarga en el tiempo, de forma patológica, la fase de negación de la enfermedad hace que sea “una pieza fundamental”. Así lo ha señalado el jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid, José Vivancos Mora, quien de hecho ha anunciado que es por ello por lo que “vamos a incorporar a este profesional en la Unidad de Esclerosis Múltiple” del centro.

José Vivancos, jefe del Servicio de Neurología de La Princesa.

Según ha explicado, esta fase de negación “la tiene que pasar el paciente, pero hay unos plazos que son razonables y otros que no, y si esto sucede hay que actuar”. En ese momento, ha añadido, el neuropsicólogo debe actuar junto con el neurólogo y la enfermera, e insistir para que se supere esa etapa inicial “con cercanía, con información veraz y exponiendo al afectado la perspectiva real de un diagnóstico que no se quiere aceptar”.

De este modo, el nuevo profesional se va a incorporar al equipo multidisciplinar que ya compone la Unidad de Esclerosis Múltiple de La Princesa, formado entre otros por dos neurólogos, una enfermera, una médico rehabilitadora y una neurobióloga.

La enfermera, enlace entre el paciente y la unidad multidisciplinar

Vivancos también ha ensalzado las funciones de la enfermera dentro de esta unidad en cuanto a que es “el enlace más cercano que tiene el paciente con los profesionales”, además de que es quien le informa sobre los aspectos técnicos de la enfermedad y sobre los tratamientos y su administración, así como para controlar la adherencia al tratamiento.

Una figura en la que ha profundizado la enfermera de dicha unidad, Beatriz del Río, durante su intervención en la I Jornada sobre Esclerosis Múltiple para Pacientes y Familiares del Hospital de La Princesa. Según ha destacado, los objetivos que persigue esta profesional son “fomentar la autonomía del afectado, educar en el enfrentamiento de la enfermedad y mantener su calidad de vida”.

Un proceso en el que, ha explicado, hay que pasar por tres fases: la preliminar, en la que deben conocerse paciente y enfermera, y empezar a confiar el uno en el otro; la de trabajo, en la que se logra la empatía y se determina un plan de acción; y la de terminación, cuando se hace un seguimiento del afectado según las directrices acordadas.
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