Neumomadrid apuesta por compartir conocimiento clínico, poniendo en común experiencias pequeñas que, por qué no, podrían convertirse en líneas generales de actuación



19 nov. 2015 18:34H
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Ismael Sánchez / Imagen: Cristina Cebrián. Madrid
En cada hospital madrileño, y seguramente del resto del Sistema Nacional de Salud (SNS), hay un neumólogo que se afana en mejorar el tratamiento que reciben sus pacientes de EPOC. En este intento individual, que en ocasiones no trasciende más allá del propio servicio, está la virtud pero también el problema, pues seguramente contribuye a consolidar una variabilidad clínica que empieza a ser más que preocupante. Para remediarlo, Neumomadrid apuesta por compartir conocimiento clínico, poniendo en común experiencias pequeñas que, por qué no, podrían convertirse en líneas generales de actuación.

Desde la izquierda: Myriam Calle (Clínico San Carlos), Celeste Marcos (La Princesa), Sagrario Mayoralas, presidenta de Neumomadrid, Mariara Calderón (Clínico San Carlos), Carlos Álvarez (12 de Octubre), Mercedes García-Salmones (Rey Juan Carlos I), Ascensión Hernando (12 de Octubre), Raúl Moreno (Infanta Sofía), Patricia Mínguez (Puerta de Hierro), Germán Peces Barba y Felipe Villar, ambos de la Fundación Jiménez Díaz, en el Colegio de Médicos de Madrid.


Es el caso de Ascensión Hernando, del 12 de Octubre, que presenta su programa de hospitalización a domicilio como el que enseña una cosa muy pequeñita pero muy querida. Muestra fotos suyas, en los domicilios de los pacientes, combatiendo la EPOC en su espacio natural, haciendo más llevadero el trance de la respiración dificultosa. Lejos de la autoridad del hospital, el proyecto bien podría parecer un brindis al sol, como si el magisterio de Hernando quedara en entredicho por impartirse en un cuarto de estar. Pero no. “Es una alternativa práctica, efectiva y rentable”, afirma, convencida de que el flanco económico es el fuerte de una modalidad que cada vez está más en la mente de gestores y políticos.

José Luis García, del servicio de Neumología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.

En el Infanta Sofía, el interés se centra en la rehabilitación. Raúl Moreno se refiere a la actividad física como a un auténtico avance terapéutico, tan al alcance y, a la vez, tan ignorado. Pero los datos muestran que, en pacientes de EPOC, hacer ejercicio es la línea divisoria que separa del primer ingreso hospitalario e incluso de la muerte. Otras experiencias subrayan otros conceptos (cronicidad, espirometrías, autocuidados, telemedicina) relacionados con la EPOC y entendidos todos como factor de mejora de la atención.

Compartir todo este conocimiento, al que a veces no se le presta la adecuada atención, es una manera muy factible de reducir uno de los grandes problemas que rodean a la EPOC: la variabilidad. Que no se da solo en el plano autonómico, entre servicios de salud. “Estamos viendo que las diferencias clínicas las tenemos entre los propios hospitales”, se ha alarmado Carlos Álvarez, del 12 de Octubre. La advertencia no es nueva. Julio Ancochea, coordinador científico de la Estrategia en EPOC del SNS, ya le ha puesto calificativos a esta realidad y lo ha hecho en sede ministerial: injustificable, sin sentido e intolerable.

La mortalidad por EPOC varía entre el 5 y el 19%, dependiendo de la autonomía y del hospital. Compartir las mejores experiencias y elevar su categoría, así como su aplicación, puede ser una buena manera de reducir la variabilidad.
No es el único problema que afronta la EPOC. A juicio de la presidenta de Neumomadrid, Sagrario Mayoralas, la enfermedad no tiene suficiente visibilidad, teniendo en cuenta el alto impacto de su morbimortalidad. Pero los neumólogos no deberían empeñarse en dar vueltas y vueltas en torno a la EPOC, sino centrarse en el enfermo, que es lo que, a juicio de la presidenta, debe guiar todas las acciones y desvelos asistenciales.

Con todo, la aproximación que ha hecho Germán Peces Barba, de la Fundación Jiménez Díaz y expresidente de la sociedad científica, se ha centrado en la EPOC y en la necesidad de hacer más sencillas las guías clínicas GesEPOC y GOLD. Además, se ha preguntado en voz alta sobre el manejo de los corticoides inhalados y si se dispone de los criterios suficientes para retirarlos o no, según el paciente. En su opinión, el tratamiento de la enfermedad no puede estar ni un minuto más constreñido en el modelo clásico asistencial, con un rutinario y sistemático tránsito de primaria a especializada. “Recuerdo bien a uno de mis pacientes con el que tuve una consulta sin incidencias y al día siguiente lo encontré en urgencias. Y no hubo error por ninguna parte”. Porque, a veces, la EPOC es así de imprevisible, por lo que precisa de un modelo de asistencia integral y flexible que, además de acabar con la variabilidad, permita mejorar la atención.      
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