La Revista

Elvira Argandoña ha 'sobrevivido' a ser madre de familia numerosa y matrona mientras estudiaba para fiscal

De ser el mejor expediente en Enfermería a fiscal con menos de 40 años
Elvira Argandoña.


7 mar. 2019 16:30H
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Enfocó las oposiciones de fiscal igual que su segunda carrera, Derecho: “Una forma de seguir aprendiendo y formándome”. Ahora, compagina su vida en la Fiscalía de Albacete, añora su trabajo en el paritorio y cuida de tres hijos. La enfermera Elvira Argandoña cuenta su vida como un cúmulo de historias y decisiones ajenas. Como el espectador que observa atónito la historia de una madre de familia numerosa, profesora y que ha aprobado, ni más ni menos, que tres oposiciones del Estado: la de su plaza de enfermera, la de su especialidad, matrona, y, la última, la de fiscal.

Elvira Argandoña, natural de Albacete y la mayor de cuatro hermanos, comenzó estudiando Enfermería por la imposibilidad de irse a Madrid a hacer Medicina. “Era un esfuerzo económico muy grande para mi familia”. Pese a no ser la carrera de sus sueños, Argandoña se enamoró de la profesión, tanto, que llegó a conseguir el mejor expediente de Enfermería de España

Pero, como ella misma recuerda, “solo tenía 24 años cuando conseguí la plaza y me veía muy joven”. Se intentó quitar la espinita de Medicina y otra que siempre había tenido presente: la de la docencia, desde la rama del Derecho. La profesional sanitaria se preinscribió en ambas carreras aunque por su condición de recién casada se decantó por aquella que le permitía quedarse en su ciudad: Derecho. Así no tenía que irse hasta Madrid para hacer Medicina.


"Cerca de casa"


Cuando Argandoña cuenta su vida hay un denominador común: su familia. El nacimiento de sus tres hijos, estar cerca de los suyos y la estabilidad de su hogar han sido los detonantes de la gran mayoría de sus decisiones. El caso de la elección de la carrera de Derecho es una y la elección del máster, también por la Universidad de Castilla-La Mancha, otra. “Quería dar continuidad a la carrera y, después del máster, una compañera me propuso la opción de prepararme para fiscal. Para mí era una forma de obligarme a estudiar y estar al día en conocimientos”, recuerda de esta faceta de formación continua que equipara con el mundo sanitario.


Con su segundo hijo, conciliar trabajar y estudiar se complicó pero siguió adelante


Durante la carrera de Derecho, esta matrona seguía trabajando "gracias a los turnos” y tuvo dos hijos. Al primero en tercero de carrera y al segundo cuando ya terminaba, en quinto. Fue su hija, en el último año de la licenciatura, la que le puso las cosas “más difíciles”. “Dos hijos complican todo mucho más. Pero era el último año y lo saqué”, se enorgullece.

La carrera para fiscal fue otra carrera de obstáculos. Elvira todavía recuerda su ir y venir con papeles a la casa de su preparador, el fiscal Jefe de Castilla-La Mancha, José Martínez. A su domicilio se llevaba a sus hijos cuando ‘cantaba’ los temas. “Nunca me desanimó, pero no pensaba que lo fuera a conseguir”, recuerda de quien, ahora, agradece su toga.

Pero aprobó los dos primeros exámenes y la cosa se puso sería. “Pasó de ser algo a lo que me presentaba para ver qué pasaba a una obligación. Fue un año y medio sin tiempo libre. Solo dos meses antes del examen pedí una reducción de mi trabajo como matrona”, enumera de entre los esfuerzos que le llevaron al último paso: el examen final.

Elvira en sus años de matrona.

La castellanomanchega todavía recuerda la ansiedad y los nervios de ese día. Como ya había pasado con todo lo que se había propuesto: aprobó el examen. Quedó como la fiscal número 18 de España y la 60 de un examen al que se presentaron más de 3.000 candidatos. En mayo de 2010, lo había conseguido. Pero le tocaba elegir destino: la Comunidad Valenciana y Madrid era lo más cercano y las opciones con las que podía conciliar su vida como madre. Manteniendo su plaza de matrona en permiso por estudios, Argandoña trabajó hasta ser nombrada fiscal.


La empatía de la enfermera


Su faceta sanitaria se clausuró oficialmente en 2012 cuando consiguió su puesto en la Fiscalía de Albacete. Está de excedencia tanto en su plaza de matrona como la de enfermera, pero asegura que no lo ha dejado del todo. Sigue enamorada de la que fue su profesión y, a veces, la añora. Todavía se pasa por el  hospital y, para ella, “es como si volviera a mi casa”. “Aunque ahora siento que también hago un servicio público importante, lo añoro”. Lo que no echa de menos es la turnicidad, de hecho, cuando la enfermera recuerda a sus compañeras de planta les alaba la capacidad de trabajar a turnos. "Ahora tengo otro tipo de estrés".

Además, afirma que su trabajo como enfermera la lleva a congeniar muy bien con los pacientes. En el "mundo de letras" del Derecho, “mucho más arcaico (sin ofender)”, las leyes del XIX se vuelven encorsetadas. “Yo vengo de una carrera con mentalidad práctica de fondo, que no de formas, y eso creo que me aporta un plus”, explica.


"Mi paso por el hospital me ha aportado empatía y sensiblidad en mi ejercicio como fiscal"


Argandoña se declara una persona empática gracias a sus años como enfermera. La profesión por excelencia de los cuidados le ha aportado “sensibilidad”. “Como enfermera he tratado con personas vulnerables, sufridoras, que tienen que confiar en mi. Ahora llamo a las víctimas de delitos, intento recibirlas, que se forman parte del proceso”, finaliza.

Madre de familia numerosa, enfermera, matrona, profesora, fiscal. Elvira Argandoña recibirá este día 7 de marzo un reconocimiento a su esfuerzo y a las horas en vela entre pañales y apuntes por parte de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Una puesta en valor de su titánica energía por conciliar: por ser madre en casa, cuidadora en el hospital y estudiante en sus ratos libres.
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