La Revista

Sandra Egea, médico de Familia, cree necesarios más profesionales: "Hay una lista de espera terrible, hay pocos médicos"

"El examen MIR no fue para tanto, es una experiencia"
Sandra Egea es residente en el Hospital General Morales Meseguer.


24 feb. 2018 20:00H
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Medicina de Familia es una especialidad muy bonita porque atiende al paciente de forma completa y a lo largo de su vida”, explica Sandra Egea, de 25 años. Es residente en el Hospital General Universitario Morales Meseguer, en su Murcia natal, donde también estudió la carrera: “Me trae muy buenos recuerdos. Al principio no era tanto lo que me esperaba de Medicina, pero en cuanto empecé con las nuevas asignaturas del tercer curso y a tener las prácticas,  ya me enganchó”.
 
Sandra se preparó el MIR a través de una academia y, ahora que ha pasado tiempo, “no lo veo para tanto”: “Fue una experiencia, hubo días de todo. Mis mejores amigas estudiaban en el mismo centro y nos apoyábamos mutuamente. La familia fue fundamental porque me soportaba”, bromea la joven, que estudió de forma intensiva de junio a septiembre. “Aprobé a la primera y barajaba varias opciones. Medicina de Familia era una de ellas, no me importaba mucho dónde, aunque prefería en Murcia”, explica la médico, que también se inclinaba por Ginecología.
 
“En mi hospital estuvo reñido, sólo había diez u once plazas, es lo que primero se acaba aquí”, recuerda la murciana, que vivió momentos de tensión hasta ver asegurada su plaza: “El día que me tocaba escoger, había otros dos chicos que no conocía que lo eligieron y pasé nervios”, rememora la ya residente, que consiguió su hueco en el hospital que quería el pasado año.
 
Ser su médico
 
“Esta plaza también incluye Urgencias y atención extrahospitalaria, que cuando eres más joven te apetece más”, relata Sandra, que está encantada con su especialidad: “Sabes lo que padece el paciente y lo que necesita. Te conviertes en su médico aunque luego vaya a otro especialista”. Algunos sí que le piden la derivación, pero otros prefieren que sea ella misma quien les haga un diagnóstico: “Si te ven resuelta y puesta al día te preguntan si se lo puedes resolver tú”, explica la murciana.
 
Sin embargo, no siempre el trato es así de amable. Sandra, de complexión menuda, tiene que aguantar comentarios de pacientes que cuestionan su profesionalidad por su aspecto: “Físicamente soy delgadita, me preguntan si soy una estudiante. Cuando les atiendo y doy el alta, o cuando les estoy explicando el tratamiento, me preguntan que dónde está el médico”, relata la joven, que se indigna al comprobar la “diferencia con otros residentes chicos”. Sandra, comenta, tiene que soportar que se dirijan a ella como “niña” o “muchacha”: “Me daba muchísima rabia al principio, ¡no es mi culpa aparentar menos años!”, estalla la médico.
 
Pacientes agresivos
 
Tampoco es fácil lidiar con según qué pacientes y familiares, porque “siempre hay alguno un poco más violento que viene exigiendo ciertos medicamentos y hemos tenido que llamar a los de seguridad”, tanto en guardias como en la consulta de Atención Primaria, explica Sandra, que siente mucha indefensión en esos momentos: “Estás muy solo y piensas que si se pone agresivo, no te va a dar tiempo a nada aunque tengas el botón de alarma”, lamenta la joven, que afortunadamente no ha tenido que hacer uso de él hasta ahora. “Te recomiendan dejar el box abierto, pero si va a pasar algo, va a pasar igual”, denuncia.
 

Sandra Egea con sus compañeros de trabajo frente al Centro de Salud.

“Un día me tocó pelearme con el hijo de un paciente y le dije que si quería el alta voluntaria y se llevaba a su madre”, recuerda Sandra, a quien nunca se le va a olvidar su primera Nochevieja de guardia. “Se acercaban las 12 de la noche. Tenía a una paciente en observación y decidí ingresarla para poder hacerle más pruebas. La mujer me decía que lo que yo dijera, pero un hijo suyo estaba agresivo y nervioso. Había muchos familiares presentes”, recuerda la médico, que ahora ve que fue un error permitir que estuvieran tantos allí. “Pensaba que es una noche en la que la gente respetaría más pero vi de todo: heridas, infartos, ictus…”, enumera Sandra.
 
Pero no todos los pacientes actúan de forma violenta: “Te agradecen y te dicen que les has tratado muy bien a pesar de comerse horas de espera insoportables”, valora la murciana, que pide más personal para afrontar las aglomeraciones médicas: “Se necesitan más profesionales. Hay una lista de espera terrible, hay pocos médicos para la población que engloba el hospital”.
 
La saturación también pasa factura en el estado de ánimo de Sandra. “Vas metiendo a los más graves y los otros tienen que esperar mucho. Genera aprensión y hace que vaya todo lo rápido que puedo. Pero si tengo que coser una herida, tardo, y van llegando más pacientes”, explica la joven, que ve fundamental la humanización de la Sanidad.
 
24 horas de guardia
 
“Definitivamente, lo peor de todo son las guardias”, se sincera la médico: “Tienes esa sensación de resaca. Te pasas veinticuatro horas trabajando y veinte sin parar, literalmente”. Con el tiempo, se ha acostumbrado: “Ahora lo llevo mejor pero al principio no sabía ni cómo me llamaba”, bromea la joven, que recurre a los cafés y las cocacolas para mantenerse activa.
 
En el hospital, explica, “hay un despacho médico con un sillón y, aparte, están las habitaciones en otra 

"Lo peor de todo son las guardias. Tienes esa sensación de resaca. Te pasas veinticuatro horas trabajando y veinte sin parar, literalmente"


planta. Pero prácticamente ni las pisas por la sobrecarga de trabajo", admite la médico de familia, que sigue formándose a través de cursos y conferencias.
 
De momento, está encantada con la decisión que tomó: “La Medicina de Familia engloba al paciente de forma total. Hay otras medicinas más demandadas pero que son muy específicas”, argumenta la joven, que añade: “Esto te permite saber un poco de todo. Habrá quien diga que ‘quien sabe de todo, no sabe de nada’, pero yo prefiero conocer de todo”, insiste. Sandra ha pasado por Neurología, Endocrinología y próximamente rotará a Cirugía Interna: “Ya luego puedes derivar con los deberes hecho. Si quieres, sabes de todo. Además en consultas también hacemos valoraciones, por ejemplo, ginecológicas”.
 
Sandra todavía no sabe qué hará en el futuro, pero no descarta tener que mudarse para continuar su carrera profesional, “depende de lo que oferten”.

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