La Revista

Paro, contratos precarios, presiones laborales, estrés, falta de experiencia práctica o unas expectativas demasiado

Ya no quiero ser médico


29 nov. 2015 20:30H
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Si alguien utiliza la expresión ‘doc’, probablemente puede venirle a la cabeza el famoso personaje de pelos de loco de ‘Regreso al Futuro’ que se peleaba con el condensador de fluzo. Esto es así porque en Estados Unidos es bastante común usar diminutivos para todo, hasta para los médicos, los doctores, los ‘doc’. Estas tres letras, usadas como juego de palabras, también son las siglas de Drop Out Club (una traducción libre en español sería algo así como el Club de Dejarlo), una red social en la que se concentran sanitarios que quieren dejar la Medicina.

En DOC hay inscritos principalmente profesionales sanitarios de Estados Unidos, Canadá y Reino Unido, pero también se pueden encontrar 108 españoles entre los cientos de usuarios de foros médicos especializados que muestran su desafección con la Medicina o estudiantes, algunos en cursos muy avanzados, que se sienten desmotivados para seguir con los estudios. Aunque todavía muy centrado en el público anglosajón, DOC se está convirtiendo en un refugio digital de desencantados que comparten sus inquietudes y se ayudan mutuamente.

El presidente del CEEM, Victor Expósito, señala la precariedad como principal causa de abandono

“Todo surgió una noche en la que un grupo de colegas recién graduados que no queríamos ser médicos quedamos a tomar algo”, explica Rael Mazansky, cofundador de DOC. Había estudiado Medicina en la Universidad de Columbia en Nueva York (EEUU), pero al terminar se dio cuenta de que no le interesaba ejercer como médico. “A mí me apasiona la Biología y la academia, estudiar patologías y bioquímica, pero no quería hacer práctica médica el resto de mi vida”.

Mazansky pronto se percató de que no estaba solo, ya que a esa primera reunión se fueron sumando nuevos encuentros y adeptos que fueron haciendo más grande este particular grupo de desafectos. “Cada persona traía a conocidos y acabamos siendo un colectivo muy grande”, recuerda. Era 1999 y “no existían ni los iPhones ni LinkedIn”, solo un incipiente internet que aprovecharon para crear un directorio con “los teléfonos, las direcciones y dónde trabajaba cada uno”, a modo de páginas amarillas de desencantados.

A medida que se iba sumando gente y que internet se consolidaba, se dieron cuenta del potencial de DOC para ofrecer varios servicios. Actualmente, la web tiene un foro en el que novatos del desinterés médico pueden consultar sus dudas a otros profesionales, un directorio geográfico que permite crear grupos para que se conozcan personalmente (y que Mazansky conecta con el espíritu original de DOC) y un buscador de empleos.

Esta última herramienta es la que da más valor a la web, ya que permite a empresas que necesiten algún profesional ‘reclutar’ perfiles con trayectoria médica como “laboratorios, farmacéuticas, empresas de biotecnología, asociaciones de pacientes, educación y muchas más”, explica Mazansky. Además, las compañías pagan a DOC por cada oferta que publica y, así, hacen que la página sea sostenible. Desde 1999 hasta hoy, ¿qué ha hecho Mazansky a parte de fundar DOC? Tan claro tenía que no quería ejercer la Medicina que decidió hacer un MBA (Master in Business Administración, en español: Máster en Administración de Empresas) y trabaja como agente de un fondo de inversiones.
La precariedad de los MIR
“Las personas que tienen la vocación de ser médicos tienen que superar un largo camino de obstáculos hasta llegar a serlo”. Víctor Expósito, presidente del Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM), se muestra contundente sobre los problemas a los que se enfrentan los MIR. “Te plantas en seis años de carrera, más un examen de MIR que es muy competitivo y, cuando consigues plaza, te ves sometido a unos años muy duros, con cambios en tu vida laboral, cambios geográficos que te separan de familia y amigos, cinco o seis guardias de 24 horas al mes y, además, un mal sueldo”. Un estudio de 2010 de la Fundación Galatea señalaba que el 30% de los MIR presenta problemas psicológicos.

Una posible solución para Expósito es incluir la práctica médica en el día a día de las universidades y que los estudiantes la combinen con la teoría desde el principio de la carrera. “Hay un déficit de formación en las habilidades prácticas”, indica Expósito, que también mira a otros países para pedir que se incluyan “asignaturas de inmersión precoz a la práctica clínica como en Reino Unido o Francia, por ejemplo”.


“Nunca quise serlo”

Revista Médica ha contactado con dos de los españoles inscritos en DOC para conocer las causas de su interés por dejar la Medicina. A petición de los entrevistados, se han cambiado los nombres. Pero por respeto a su historia, todo lo demás se cuenta tal y como lo han relatado.

“Por estúpido que parezca, y por estúpido que realmente es, yo no sé por qué demonios estudié Medicina”, afirma Francisco García, cirujano oftalmólogo que confiesa que su verdadero interés son las finanzas y que incluso llegó a cursar un MBA, como Mazansky, aunque con menos suerte. “Sigo ejerciendo como oftalmólogo y soy bastante bueno en lo que hago, pero aún pienso que fue una cagada”, afirma, y admite: “Es bastante espectacular cometer un error así y perseverar tanto”. García explica que en su familia las finanzas eran un tema tabú y que, al final, se vio forzado a estudiar otra cosa.

Aunque señala que muchos de los problemas que se ha ido encontrando a lo largo de su carrera se los esperaba, no contaba con cierto tipo de presiones. “En Andalucía es un coñazo ser médico, es absolutamente insoportable”, indica. García explica que “es muy desagradable que los objetivos no fueran de salud; me pedían que hiciera menos operaciones de las que hacíamos. Creo que un médico está para operar y no para hacer que se luzcan los mandos medios y altos, que son políticos”.

García ya no trabaja en esa comunidad autónoma, pero relata que durante su etapa de médico en Andalucía, además de las presiones políticas que encontraba, “tenía que trabajar todo el día, en la pública y la privada, para ganar un sueldo digno”.

Esta misma precariedad es la que llevó a Laura Santillana (también nombre ficticio) a inscribirse en DOC. No es que quiera dejar de ser médico, sino que su situación actual le aboca a ello. “Llevo tres años trabajando en un clínica a tiempo parcial y mi posición no mejora”. Su vocación médica poco a poco ha ido dejando paso a un realismo en el que Santillana prefiere encontrar un trabajo mejor pagado y que le ofrezca mayor estabilidad. “Por eso me apunté a DOC, para buscar bien un trabajo mejor pagado, aunque sea fuera de la Medicina, u otro empleo a media jornada que complemente lo que gano aquí”.

Paro e inestabilidad

Fernando Rivas, vocal de Empleo Precario de la OMC

Fernando Rivas es el representante nacional de Médicos con Empleo Precario de la Organización Médica Colegial (OMC). Ha sufrido en sus propias carnes esa precariedad que lleva en el nombre de su cargo y planea sobre muchos médicos. Tras acabar su especialidad como oncólogo radioterápico comenzó a trabajar en una clínica privada que dejó para pasarse a la sanidad pública y trabajar en un hospital de Madrid. “Tras nueves meses de trabajo, llegó el 20 de diciembre y no me renovaron el contrato”, explica.

Pasó siete meses en paro, durante los que aprovechó para montar la Oficina de Promoción de Empleo Médico, un espacio dentro de la Fundación de Protección Social de la (OMC) que ayuda a profesionales a buscar empleo en el extranjero o a recolocarse en otros sectores. Algo similar a DOC pero a la española, sin tanta red social ni mucho internet, pero sí un servicio útil para aquellos médicos que se sienten un poco perdidos. Al final, a Rivas le ofrecieron un puesto de asesor científico médico en una empresa de biotecnología. “Ahora estoy muy contento”, afirma.

Esta situación de paro que pasó Rivas es uno de los problemas a los que se enfrentan los médicos de manera habitual. Aunque según los datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) el desempleo ha caído un 18% en el último año, a fecha de 31 de octubre seguía habiendo 1.840 licenciados parados. También llama la atención la cantidad de médicos que se recolocan en profesiones que nada tienen que ver con la Medicina. Según el SEPE, en 2014 se crearon 5.110 nuevos contratos para licenciados de Medicina, de los que 56 eran profesores, 17 camareros, 26 empleados domésticos y 42 se habían recolocado como personal de limpieza.

Sin embargo, para Rivas el principal problema al que se enfrenta un médico no es el paro, sino la insatisfacción. “Las perspectivas para prosperar son muy bajas y los contratos son solo dos: facultativo especialista o jefe de sección y jefe de servicio”, indica. Por eso pide que se creen incentivos “más allá de la gran satisfacción de curar a un paciente” y hacer como hacen otros países, “especialmente los nórdicos en los que incluyen variables de productividad”. Pone un ejemplo: “Si el gerente de un servicio tiene infecciones por vía quirúrgica mucho más bajas que el resto se tendrá que valorar y premiar”.
David Lou, de médico a cantante en chino

David Lou, primero como médico y ahora como cantante

David Lou es un triunfador, pero su éxito está completamente alejado de lo que estudió. Él puede ser un ejemplo de que ‘hay vida’ después de ser médico, aunque su caso pueda resultar algo extravagante. Motivado por su interés en la cultura china, este español decidió viajar al país asiático tras acabar la carrera y consiguió un trabajo en un hospital de Shanghai. Sin embargo, no se sentía cómodo con la práctica médica y con el hecho de que el hospital le ocupara todo su tiempo. Fue entonces cuando decidió dejarlo para aprender el idioma y conocer la cultura. Tras aprender el lenguaje decidió coger la guitarra, una afición que siempre había tenido, y ponerse a cantar por las calles. Poco a poco fue sumando éxitos y ahora triunfa como cantautor tras la publicación de su primer disco en 2013 ‘Los sueños de Don Quijote’.  Además, triunfa en las redes sociales chinas, donde acumula más de 20.000 seguidores. Ahora acaba de publicar un libro en chino y participa en el rodaje de una película.


Además Rivas se refiere al salario como una variable fundamental. “Es verdad que el INE dice que cobramos 1.800 euros, pero aun así, estamos muy por debajo de la media europea”. Para solucionarlo vuelve a mirar al norte y propone un sistema como el de los países escandinavos. “El problema es saber si los ciudadanos estarían de acuerdo en que la base imponible de sus impuestos suba para mejorar todos los servicios públicos”, concluye.

Algunas de estas medidas podrían servir para hacer que los médicos se sientan más cómodos en su trabajo, que valoren más el servicio que ofrecen a la población y que vean reconocidos su trabajo y el esfuerzo de tantos años de estudio. De otra forma, seguro que en poco tiempo el número de 108 españoles inscritos en DOC se hace más grande.

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