Emma Walsmey, la nueva consejera delegada de GlaxoSmithKline (GSK), se ha dado cuenta de que quien mucho abarca, poco aprieta. La directiva reconoce que la multinacional británica se ha quedado atrás respecto a sus competidores en el mercado farmacéutico, entre otras cosas, por haber estado “demasiado extendidos” en lo que se refiere a su catálogo de productos. Ante esta situación, el laboratorio va a recortar de manera drástica los proyectos que tiene en marcha. Concretamente, abandonará del desarrollo de más de 30 moléculas que estaban en fases clínicas y preclínicas. Además planea retirar del mercado unos 130 fármacos en el mercado con escasa rentabilidad. Con esta medida, Walsmey espera lograr un ahorros que se reinvertirán en adquirir fármacos en fases tempranas de desarrollo. Veremos si la nueva filosofía resulta…
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