Hace unos meses, me embarqué en una nueva y apasionante aventura: colaborar con la Asociación de Investigadores en e-Salud, la primera asociación colaborativa multidisciplinar cuyos objetivos son aportar rigor y conocimiento a la formación y desarrollo de actividades de e-Salud, así como promover estudios de investigación y networking entre profesionales con iniciativas en este área, que puedan ser de utilidad para el sistema sanitario y, por tanto, puedan aportar una mejora sobre la asistencia a los pacientes.

Pero llegado este punto: ¿qué entendemos como "e-Salud"? Quizá no sea una definición sencilla. A mi modo de ver, la e-Salud es todo lo relacionado con la aplicación de las nuevas tecnologías en salud, la llamada salud digital. Esta amplia definición incluiría campos tan definidos como la telemedicina, las aplicaciones para smartphone y tablet (apps), los dispositivos de registro de parámetros de salud (wearables), la explotación de los datos médicos a nivel poblacional (big data), la utilización de juegos de salud para motivar determinados hábitos de vida saludable de los pacientes, etc. A día de hoy, aún es un área de conocimiento desconocido para muchos médicos y otros profesionales sanitarios. Sin embargo, en los últimos 3 años estamos asistiendo a un aumento exponencial del interés por la e-Salud por parte de los diferentes actores de nuestro sistema sanitario: tanto los profesionales sanitarios, los pacientes, como los gestores y la industria farmacéutica.

Sirva como ejemplo un estudio científico que realizamos hace un par de años en el Hospital Ramón y Cajal, en el que evaluábamos el impacto de una aplicación de teledermatología para smartphones, mediante la cual los médicos de Atención Primaria remitían imágenes y datos de los pacientes al dermatólogo antes de ser derivados, obteniendo una respuesta inmediata del especialista. Gracias a los modernos smartphones, los médicos de Atención Primaria podían enviar los datos e imágenes y recibir la respuesta del dermatólogo de forma muy ágil, permitiendo mejorar el proceso de derivación de los pacientes. Los resultados fueron muy interesantes: gracias a este sistema de comunicación directa con imágenes entre Atención Primaria y Atención Especializada, se evitaba un 35 por ciento de derivaciones innecesarias al dermatólogo, y lo que es más importante, se priorizaba y derivaban de forma preferente casos potencialmente graves, como los pacientes con cáncer de piel. Éste es tan sólo un ejemplo de cómo un avance tecnológico puede ser beneficioso tanto para el paciente como para el sistema, mejorando el proceso de derivación y además suponiendo un probable ahorro de costes.

Es indudable que en los últimos 20 años hemos vivido una revolución tecnológica con la llegada de internet y la implementación de la historia clínica digital en los hospitales. La llegada de internet ha modificado la forma en la que los médicos nos formamos y buscamos información, entre otras. La implementación de la historia clínica digital, aún pendiente en muchos hospitales, permite mejorar el sistema de información y facilita el correcto seguimiento y manejo de los pacientes por parte de los profesionales sanitarios. Ningún profesional sanitario pondría en duda en nuestros días ambos avances. Igual que hace 20 años se empezaron a gestar estos avances ante la visión incrédula de muchos profesionales, hoy en día estamos ante el inicio de una nueva tendencia y área de conocimiento llamada "e-Salud", que estoy seguro que en los próximos años seguirá creciendo en beneficio de nuestros pacientes. De hecho, me atrevería a decir que -al igual que lo que sucede con la estadística o las habilidades de comunicación-, la e-Salud será una nueva área de conocimiento transversal que todo médico y profesional sanitario debería conocer. Conceptos como apps, wearables, big data, reputación digital... van a ir siendo progresivamente más conocidos en nuestro medio. Y es que la e-Salud tiene una serie de ventajas para los médicos que no me canso de explicar cuando algún colega incrédulo me pregunta:

a) suponen una ayuda en la práctica clínica, mejorando la asistencia al paciente al facilitar la toma de decisiones, disminuir errores, evaluar a distancia a los pacientes, etc. (apps, herramientas digitales de ayuda a la toma de decisiones, telemedicina).

b) permiten mejorar la formación continuada del médico mediante diferentes herramientas digitales (apps, juegos de salud, etc.).

c) pueden facilitar el registro de datos, parámetros de salud y permitir mejorar la
monitorización de pacientes crónicos e incluso explotar datos a nivel poblacional (wearables y big data).

d) nueva vía de comunicación con los pacientes: muchos pacientes acuden a consulta habiéndose informado previamente a nivel digital de un determinado médico, lo cual puede mejorar mucho la relación médico-paciente, e incluso el paciente puede obtener un grado de conocimiento de su enfermedad (empoderamiento) gracias a leer los contenidos digitales que su médico difunde, que puede facilitar el entendimiento de su patología y de su tratamiento, mejorando la adherencia terapéutica y finalmente su estado de salud.

e) nueva vía de comunicación entre los profesionales sanitarios: y es que no podemos olvidar que las nuevas tecnologías nos permiten estar en contacto con otros colegas de profesión en el momento y sin limitaciones geográficas, con las ventajas que ello supone.

En conclusión, desde mi experiencia personal animaría al resto de colegas médicos a que simplemente conozcan las diferentes posibilidades en que la e-Salud puede mejorar su práctica clínica diaria. Y a los colegas que ya conocen y utilizan la tecnología en su día a día, les animaría a que participaran y fomentaran la realización de estudios colaborativos a nivel científico que aporten mayor evidencia sobre el impacto positivo de la e-Salud en nuestro sistema sanitario, para así poder obtener una visión sólida de las ventajas de su implementación y potenciar su desarrollo.

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