Durante años, los servicios se han organizado en función de sus recursos técnicos



28 jun. 2013 10:34H
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Javier Barbado. Madrid
La rigidez con que todavía funcionan muchos servicios de hospitales públicos impide la incorporación de tecnología “disruptiva” que no encaje en la que ya se emplea, y, al mismo tiempo, los centros deben utilizar los recursos de esta índole como instrumentos para beneficiar a los enfermos pero no como el eje organizativo de cada equipo sanitario. Ambas premisas apuntan a que resulta necesario repensar la adquisición, el uso y la influencia del material tecnológico en aras al sostenimiento económico del Sistema Nacional de Salud (SNS) en el futuro, de acuerdo con los razonamientos que ha expresado a Redacción Médica el director de la División de Imagen de la compañía Siemens HealthCare, Alberto Martínez.

Alberto Martínez, director de la División de Imagen de Siemens HealthCare.

Para el entrevistado, existen tres direcciones a la hora de analizar el impacto de la tecnología y de la innovación en la asistencia sanitaria que deben tenerse en cuenta para diseñar ese cambio conceptual relacionado con su uso: la propiamente tecnológica, la económica y la organizativa.   

Con relación a la primera, Martínez recuerda que, en la última centuria, los hospitales se han orientado, desde el punto de vista funcional, a la tecnología: servicio de rayos, Medicina Nuclear, quirófanos… “La tecnología tiene un límite y debería tenderse a una organización hospitalaria por patologías, órganos y sistemas” en lugar de centrarla en las posibles aplicaciones tecnológicas, razona este directivo, para quien, por otro lado, éstas “deberían entenderse como una herramienta para beneficio del paciente”. Asimismo, alerta de la necesidad de optimizar la selección y uso de estos recursos en lugar de incorporarlos a los centros de forma masiva con el consiguiente despilfarro presupuestario.

En cuanto a la vertiente económica, Martínez apunta que “más del 50 por ciento de los presupuestos de los hospitales se basan en las terapias, cuando urge llevar a cabo una ‘sobre-inversión’ en salud preventiva y en diagnósticos más precisos para disminuir los costes”.

Por último, los modelos organizativos imperantes en la sanidad pública española corren, en efecto, el riesgo de frenar la incorporación de tecnología innovadora: “Los llamados quirófanos inteligentes o, por ejemplo, las salas híbridas de mínima invasión… deben estar conformadas por equipos multidisciplinares de cirujanos, cardiólogos, radiólogos…” que reclamen la compra de nuevos recursos tecnológicos que, de otro modo, no serían reclamados.

Martínez ha participado con una ponencia en la que ha difundido estas opiniones en el MI Health celebrado en Barcelona.

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